24 de marzo de 2020

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El único consuelo que Julia encontraba mientras se retorcía entre las sábanas, era saber que no tenía fiebre. Mientras faltara eso, ella iba a estar bien, libre del virus, a salvo. Y sin embargo, mientras peleaba con los estornudos y los múltiples viajes al baño para vomitar, a salvo era lo ultimo que ella sentía.
Las horas no pasaban porque ella en realidad no las vivía, sino que se le escapaban entre el sueño y la angustia.
Ya era de noche cuando escuchó que Octavio la llamaba. Arrastrándose con la poca energía que le quedaba, Julia se acercó a la puerta. Cuando la abrió, se encontró con un plato de arroz en el piso. El hambre y el cansancio la hicieron agarrarlo sin pensarlo y escurrirse una vez más adentro de su cuarto. Su orgullo no tenía la fuerza suficiente para rechazar el gesto.

Hasta que el fin nos separeWhere stories live. Discover now