04.

6.4K 451 68
                                    


Aquel martillo incesante despertó a Alice aumentado su dolor de cabeza. La fiesta de anoche en la playa y todo el alcohol que había bebido la había dejado muerta. Ni si quiera recordaba como había llegado a su casa.

Se incorporó cuidadosamente sobre su cama, pues el dolor era insoportable y sonrió apenas recordó todo lo que había hecho con Yoongi. Nada de sexo, pero habían bailado, conversado, obviamente uno que otro beso y alguna caricia. Para Alice eso era mil veces mejor que solo embriagarse, tener sexo y ni acordarse lo que sintió pasada la media hora.

Bajó al primer piso, siguiendo el molesto sonido de lo que parecía ser un taladro y llegó al patio trasero.

—P-papá... ¿qué es todo esto?—preguntó Alice al ver todo ese alboroto.

Tres hombres gigantes con taladros, cemento y lozas se encontraban en su patio destrozando lo que antes solía ser una piscina.

La piscina de la casa de James yacía en el olvido hace años. Tenía fugas, grietas, hongos y todo lo que podía tener una alberca en mal estado. Es por eso que solo la contaban como un hueco en su patio.

—¿Que te parece princesa? En un par de días la piscina estará como nueva—dijo victorioso mientras veía a los corpulentos hombres trabajar.

La emoción invadió a Alice haciendo desaparecer su resaca inmediatamente. Ella se acercó unos pasos a su padre, por lo tanto también a la piscina.

— ¡¿En serio?! ¡Me encanta!—grito entusiasmada.

—Así que podrás pasar más tiempo aquí. Ayer regresaste muy tarde mocosa—dijo James y volteó a mirar a su hija.

Alice estaba tan feliz por la reconstrucción de la piscina que ni prestaba atención a su padre resondrandola. A partir de ahora podría pasar la tarde con sus amigas ahí mismo y hacer fiestas por la noche.

—Gracias papá—dijo ella y abrazó a James.

El timbre se escuchó muy distante gracias al continuo martilleo de los obreros.

—Llego Tae—dijo James y dejó a un lado a Alice para dirigirse a la puerta.

—Hey, no dejes así a tu hija—masculló Alice ahí parada junto a los hombres.

Alice sentía algo de celos con respecto al socio de su padre. Hablaba siempre de él como si quisiera que fuese su hijo. Aun así Alice estaba segura que se trataba de un señor aburrido de 40 años al igual que su papá, así que decidió no tomarle importancia.

—Tae! Adelante, vamos a mi oficina—se escuchó a su padre entusiasmado abriendo la puerta.

Alice se adentró en la cocina, dirigiendose a la entrada para ver por fin al señor al que su padre tanto admiraba, pero al pasar por el espejo del pasillo, se dio cuenta que aun llevaba pijama y su cabello despeinado junto con el maquillaje embarrado en su rostro no haría quedar bien a una señorita de 21 años a las 3 de la tarde.

—Los papeles que me encargaste ya están listos—dijo el tal "Tae".

Alice frunció el ceño desde atras del muro en el que estaba escondida. La voz de esa persona no parecía la de un señor. Aun así era bastante grave, hasta sensual si se podía llamar así.

Ella subio a su habitación y tomó una ducha. Por suerte el dolor de cabeza había parado.

•••

Una hora después Alice dejó por fin su celular para buscar comida. No había desayunado pues se había despertado tarde y su almuerzo que debía estar en el microondas seguiría ahí, ya que Alice quería ordenar comida rápida.

Bajó al primer piso, esta vez como una señorita decente, o bueno, como solía verse siempre. Traía puesto unos shorts cortos y un top. Maquillaje muy ligero pues solo estaría en casa pero Raven podría venir a buscarla en un rato.

Escuchó la voz de su padre y el otro señor proveniente de la oficina. Se acercó y sin si quiera pensarlo, abrió la puerta.

No es que Alice fuera una chiquilla maleducada, pero después de todo se sentía muy relajada en su propia casa.

Su padre sentado en el escritorio la miro sorprendido. Su socio se encontraba sentado frente a su padre, por lo tanto le daba la espalda a Alice.

—Hija ¿que pasa?—.

—Ordenaré pizza ¿ustedes quieren también?—

James sonrió y asintió con la cabeza para luego levantarse de su asiento.

—Princesa ven aquí, Él es Taehyung, mi socio—dijo James orgulloso y le toco el hombro a este para que volteara.

El hombre se puso de pie, dejando a Alice atónita.

No había duda que Taehyung no era el viejo aburrido de 40 y tantos años que ella imaginaba.

El joven era varios centimetros más alto que James. Su contextura delgada caía perfecto con su altura y sin mencionar sus anchos hombros.

Su cabello negro con ondas en las puntas combinaban de manera armoniosa con su tez clara que parecía de porcelana.

Sus ojos casi negros eran hipnotizantes e intimidantes, pero a la vez lo hacían ver como alguien inocente y dulce en quien confiar.

Alice se dió cuenta que había pasado varios segundos revisando al chico de pies a cabeza, así que por fin reaccionó.

—Hola, mi padre me ha hablado muchas cosas buenas sobre usted—dijo ella sonriendo.

James y Taehyung sonrieron al oirla.

—Lo mismo digo. James no deja de hablar de ti—Respondió el chico.

—Tae no es tan viejo como yo princesa, puedes tratarlo de "tu"—Agregó James riendo y palmeo tanto a su socio como a Alice en la espalda.

Era correcto tratar a las personas mayores como "usted" pero Taehyung aún era considerado joven para llamarlo de esa manera.

Alice dejó la oficina y poco después de ordenar dos pizzas familiares, entró a su habitación para luego cerrar la puerta con seguro y tirarse sobre su cama.

—Wow...—soltó al recordar al chico que acababa de conocer hace unos minutos atras.

Perdóname 《K I M  T A E H Y U N G》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora