Final.

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Alice había cumplido un mes en su primer trabajo y James le había regalado su auto para que pudiese movilizarse sin problema por la ciudad. Después de todo ya llevaba tiempo pensando en comprarse un nuevo carro.

Las últimas semanas habían sido bastante tediosas para Alice, el trabajo le quedaba a una hora de casa y el tráfico la estresaba a más no poder pero por lo menos ahora ya no tendría que gastar en taxis. 

Solo había visto a Raven una vez y tan solo por unos minutos, la extrañaba mucho y en su trabajo aun no congeniaba bien con todos sus compañeros.

El sábado por la mañana, Alice despertó optimista. Ese día solo iría a su trabajo para recoger unos papeles y luego pasaría el día en su casa, descansando. Su padre iría a cenar en la noche, así que toda su familia estaría junta.

Se puso un hermoso vestido, extrañaba vestirse así y por suerte no era un día laborable, así que podría usar lo que ella quisiese.

Subió a su nuevo auto y se dirigió al trabajo.

Cuando estaba por llegar, por obra del destino decidió optar por otra calle, era un lindo día y quería ahorrarse el tráfico.

Giro llegando a una esquina y pudo divisar una bolita blanca cruzando por la pista rápidamente.

Un perrito se había atravesado en su camino de repente y frenó con todas sus fuerzas. Se oyeron las llantas rechinando contra la acera y seguido un fuerte golpe.

—Mierda—Alice maldijo por lo bajo y dejo caer su cabeza sobre el volante. Al parecer no sería un gran día después de todo.

Después de unos segundos se incorporó y salió del auto. 

Otro vehículo la había chocado por la parte trasera, debido a la inesperada acción de Alice al ver al pequeño animalito frente a ella.

El dueño del otro auto se encontraba parado frente a su auto, escaneando con detenimiento los daños que había provocado el choque. 

Alice se acercó lentamente, sus manos le temblaban. Tan solo tenía el auto una semana y ya lo había chocado.

—Lo siento tanto señor, le pagaré los daños—exclamó Alice angustiada.

El hombre se volteó para mirar de frente a Alice y probablemente darle un gran sermón, pero al ver lo joven y exaltada que estaba, solo se quedó mirándola.

Los ojos de Alice se abrieron a más no poder y su boca no pudo pronunciar ninguna palabra, tenía el corazón en la boca.

Reconoció al hombre de inmediato y tras largos segundos solo pudo decir su nombre—Señor Davis—.

El hombre levantó las cejas y sonrió, era obvio que la gente en la calle lo reconocía a menudo.

De las miles de personas que vivían en la ciudad, Alice había chocado el auto del mismísimo Zac Davis, el padre de Mei.

Llevaba un smoking muy elegante, tal vez iba a grabar algún programa.

—Lo-lo siento mucho señor Davis, le pagaré. ¿Cuánto es?— habló muy nerviosa.

El señor miró nuevamente su auto, ladeando un poco su cabeza, como si calculara cuanto le iba a costar arreglarlo y regresó con Alice. —No te preocupes, no tiene ni un rasguño—respondió.

Alice miró extrañada los autos y era un hecho, ninguno había sido dañado.

Suspiró rendida y agradeció a Dios en su mente.

—¿Te falló el auto?—preguntó el señor.

Ella negó—Se me cruzó un perrito—Y señaló al animalito que se iba alejando de la escena.

Perdóname 《K I M  T A E H Y U N G》Where stories live. Discover now