Mean Phiravich solo quiere vengarse del Plan adolescente que rompió su corazón en el pasado y siendo una de las personas más ricas de Tailandia usaría un poco de su poder y dinero para devolverle a aquel chico todo el sufrimiento que le causó.
Plan...
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PLAN RATHAVIT
Suspiré cansado, dando vueltas por toda la estancia mientras intentaba aclarar mis ideas, no podía dejar que los problemas me cegaran o sería mi fin.
Hacía unas horas que había llegado a Bangkok y los problemas me agitaban.
En resumen, tuve que regresar a casa luego de una llamada de Gong en la madrugada donde me pedía mi presencia en casa, mi padre la persona que más amaba en el mundo y la que siempre me había apoyado estaba enfermo del corazón y necesitaba de una costosa cirugía, la empresa familiar por la que había luchado y sacrificado toda su vida estaba a punto de desaparecer por culpa de malos manejos y teníamos una deuda multimillonaria con Mean Phiravich.
Me deje caer rendido en el sillón , sintiendo como la desesperación me asfixiaba más y más a cada segundo.
Sentía que parte de esto era mi culpa, me había ido lejos a seguir un sueño que no era del agrado de mi madre, lejos de lo que me hacía sentir mal, de las críticas y las malas miradas, si tal vez hubiera estudiado administración o derecho como había pedido mi madre ahora sabría qué hacer con el gran tsunami de problemas que se nos venían encima.
Tenía que conseguir asesoría financiera, era una necesidad saber cómo sacar a flote la empresa, y yo desgraciadamente de números solo sabía medias para preparar platillos.
Hice una lista en mi cabeza de más personas que podrían ayudarme, descartando a la mayoría en un segundo, la primera opción sería llamar a Perth Tanapon quien era uno de mis amigos más cercanos y manejaba una empresa similar a la nuestra, tal vez él sabría qué hacer.
Solo era cuestión de llamarlo y pedir su ayuda.
Me puse de pie dispuesto a ir por mi teléfono que se encontraba cargando en mi habitación para comunicarme con él lo antes posible, así que camine hasta las escaleras pero cuando iba a medio camino el timbre sonó con insistencia.
Espere varios segundos y ninguna de las empleadas vino, seguían tocando esta vez dejando presionado el timbre por lo que era molesto y decidí abrir yo mismo antes de que despertarán a papá que dormía en su habitación cerca a las escaleras y donde me preocupaba que llegara el sonido.
Giré el pomo de la puerta abriéndole a quien estaba del otro lado, pero rápidamente fue empujada y tres sujetos entraron mirando a todos lados, eran mucho más grandes que yo, poseían una mirada atemorizante, portaban armas en sus cinturones y todos tenían cara de pocos amigos.
—No digas una sola palabra y solo responde ¿Dónde está Gong? —preguntó uno de ellos sujetando mi brazo con fuerza, mientras me arrastraba hasta la sala sin darme ni una explicación, pude escuchar como la puerta era cerrada de un portazo.
—Salió hace unos minutos, no se cuando vuelva— fui soltado bruscamente y caí sobre el sillón. Estaba paralizado de la impresión jamás en mi vida había estado en contacto cercano con un arma de fuego y mis ojos eran atraídos por ellas como un imán.
