Mean Phiravich solo quiere vengarse del Plan adolescente que rompió su corazón en el pasado y siendo una de las personas más ricas de Tailandia usaría un poco de su poder y dinero para devolverle a aquel chico todo el sufrimiento que le causó.
Plan...
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No tenía palabras para describir la tranquilidad en la que se encontraba, después de mucho tiempo sintió que estaba completo, que nada podría faltarle, alejó todos los pensamientos negativos por un instante concentrándose solamente en acariciar la suave piel blanca que tenía a su alcance.
Aunque la madrugada estaba fría, el abogado no sentía más que calidez, sobretodo en su corazón llenándolo de regocijo y felicidad, Plan dormía aún sobre él dando pequeños ronquidos que no le molestaban en lo absoluto, sabía mejor que nadie lo cansado que debía estar después de todo un día lleno de estrés y de golpes, aún agradecía el hecho de que el pelinegro no tuviera más que un pequeño moretón en el brazo.
El era un caso aparte, le dolía el cuello, las costillas y la cabeza pero no se quejaba del peso extra limitándose a verlo dormir, en otra ocasión hubiera salido a correr hasta el amanecer para el cual no faltaba mucho, pero la idea de dejar a Plan nuevamente solo era inconcebible. Pensó que tal vez Plan se moriría de vergüenza si al despertar se encontraba a ambos desnudos así que sin más se levantó sosteniéndolo como si fuera un koala antes de depositarlo en la cama con delicadeza y cubriéndolo con la sabana. Mean estiró sus brazos al cielo, escuchando como cada uno de ellos crujía brindándole un poco de alivio, después a pasos lentos y con calma recogió su propio pantalón de pijama poniéndoselo de inmediato, a los pocos centímetros también estaba la ropa de su esposo la cual tomó entre sus manos regresando hasta la cama.
Pero después de varios minutos de silencio, se dio cuenta de que no podría ponerle la pijama sin despertarlo y se limitó a ponerle se forma rápida la ropa interior y su propia camisa, esta era más grande por lo tanto serviría para cubrirlo bien.
Apago la luz de la lámpara, también cerró la puerta que había estado abierta todo el tiempo, gracias a los cielos Saint se había quedado a dormir con Zee y no había nadie más que ellos en la casa. Cuando se acostó de nuevo los pensamientos comenzaron a fluir como si de un gran río se tratarán, tenía varias cosas que hacer por la tarde, no podía seguir evitando las llamadas y los problemas que Gong estaba haciendo, debía ir hasta la empresa familiar de los Rathavit y poner en claro quien estaba a cargo, así como también debía ir al bufete para revisar los pendientes y problemas que podían haber surgido desde que había dejado de ir semanas atrás.
Sé sintió frustrado al darse cuenta de todo lo que habían causado el par de hermanos, y aunque Trump estaba encerrado en las garras de su amigo aún le quedaba una difícil decisión.
¿Qué debían hacer con Trump?.
Tanto él como Zee habían evitado el tema, limitándose a hablar solamente se capturarlo pero no habían tocado ni una sola vez el tema acerca del destino del chico, sin embargo no era la misma historia con Saint, quien tan solo unas horas antes lo había despertado mandando mensajes a su teléfono hasta que el mayor despertó y lo llamó desde la sala para no perturbar el sueño de su esposo.
