CAPÍTULO X

1K 163 12
                                    


La cueva era oscura. Solo se podía escuchar el eco de la lluvia que caía afuera.

El calor se propagaba por su cuerpo. Sus colmillos picaban y su estrepierna dolía. Su hermano a su lado no estaba mejor. Todo fue interrumpido por un delicioso aroma y unos jadeos.

Se escucharon sus pasos adentrándose en la cueva. sus sentidos estaban alerta. Podía sentir un toque ácido en el aroma, miedo.

Los pasos se detuvieron cerca de ellos. Tenían muy buena vista y por haber estado tanto tiempo ya en la cueva, sus ojos les permitieron ver un poco quién había entrado.

Un cabello desordenado y húmedo, al igual que sus ropas, temblando, pero lo que más llamó la atención fueron esos ojos y labios rosados y pequeños entreabiertos, sentían un inmenso deseo de morder dichos labios.

Vio como el cuerpo quería retroceder. Sin poder evitarlo gruño, sin notar que su hermano tambien lo había hecho. El omega se agachó. El aroma dulce aumentó. Celo. El omega también estaba en celo. Toda su conciencia se perdió.

Cuando algo de su cordura volvió, lo primero que vio fue al omega jadeando y gimiendo, mientras él y su hermano empujaban su pene en su cálido y apretado interior. El rostro del omega estaba frente a el, con las pupilas dilatadas, su rostro húmedo quizás por el sudor o la lluvia, no sabía con certeza.

Su hermano parecía haber recuperado también la razón, porque sus ojos se conectaron. Nunca había compartido un omega. No al mismo tiempo. Pero esto se sentía tan bién. El aroma de los tres se mezclaba de una forma sin igual.

El omega gimio y sollozo moviendo sus caderas y eso bastó para que el instinto los volviera a dominar.



Lan Wangji se despertó con el sudor cubriendo su frente y su pene que se erguia entre las sábanas .

Gruño ante el sueño que lo atormentaba desde hace años. Se puso de pie y caminó al baño. Debía bajar su problema de todas las noches. Poco después salió, con la cara húmeda, recién lavada. Miró la cama y volvió a gruñir, ridículo, artículo en su mente.

Cogió sus ropas y espada, y caminó fuera de su habitación. Aún estaba oscuro, posiblemente ya era de madrugada .Algo de entrenamiento le haría bien.

Caminó hasta cierta parte del castillo, donde notó una conocida figura.

-¿Tampoco puedes dormir?. -Preguntó Lan Wangji.

Lan Zhan se giró a ver a su hermano.

-Hnm, el mismo sueño otra vez. -Dijo Lan Zhan. -En guardia. -Dijo apuntando la espada traslucida a su hermano, el cual no dudó en también sacar la suya y comenzar a pelear.

Era una forma de relajarse para los gemelos.

Ese tiempo en la cueva lo tienen grabado en su mente. Aún recuerdan como fue cuando despertaron y el omega no estaba. Solo había dejado su ropa y se había llevado parte de la vestimenta de Lan Zhan.

Iban a buscarlo pero la lluvia había borrado casi cualquier rastro de este, además que su apreciado rey los había mandado a llamar de urgencia con uno de los soldados beta, el cual casi se desmaya al ser el receptor de las miradas de odio y desespero de los gemelos. A pesar de que un ataque era inminente, no querían irse sin saber nada del omega, pero no pudieron hacer nada cuando su reino estaba en peligro.

Los dos siempre habían estado unidos. Su madre había salido embarazada muy joven, porque había huido de casa, ella era hermosa y muy fuerte. Su madre murió siendo apenas unos cachorros. Su padre trabajaba muy duro para poder alimentarlos.

Cuando tenían la edad de 10 años su padre falleció. Su tío Lan Qiren los había encontrado confinados en la oscuridad de aquella casa donde vivían. Se encargó de cuidarlos y de llevarlos a Receso de las nubes y presentarlos ante el rey. Les ofreció comida, educación y entrenamiento volviéndose así los alfas más fuertes del reino de Gusu.

Ellos se cubrían la espalda el uno al otro. Por eso no era de extrañar que entraran en celo al mismo tiempo. El día del incidente ellos habían estado todo el día en batalla y quizás por ello no se habían percatado del calor que se apoderaba de sus cuerpos. Tuvieron que esconderse antes que sus instintos los dominaran y terminaran atacando a alguien .

Todo iba bién hasta que el omega llegó.

Nunca supieron nada del omega. Solo habían quedado las ropas de éste y ese aroma dulce.

Wei Ying se despertó como solía hacerlo en algun momento de la madrugada

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Wei Ying se despertó como solía hacerlo en algun momento de la madrugada. Podía ser sueños con los alfas de la cueva o pesadillas con la muerte de sus padres. Esta vez fue la primera. Recordaba que por un tiempo se aferró a esa prenda blanca con nubes bordadas que olía a uno de los alfas, hasta que se perdió el aroma a sándalo.

Su embarazo fue muy duro, teniendo en cuenta que lo pasó sin los alfas, padres de sus cachorros, a su lado. Para un omega embarazado era importante tener a su alfa presente, a su lado.

Nunca supo nada de esos alfas. No sabía de donde eran o como eran, solo recordaba el aroma de éstos, que había quedado marcado en su cerebro. Habían sido los primeros y los únicos, porque a pesar de recibir propuestas, Wei Ying no había tenido ninguna otra relación con algún alfa o beta del pueblo.

Agradecía a la vida que sus hijos no le preguntaran hacerca de su...sus padres, porque no sabía que decirles o como explicarles.

El pelinegro escucho algo afuera.

Como el choque de metal, su habitación tenía una ventana que daba según, le habia dicho Mian Mian, a un área donde se solía entrenar algunas veces, estiró la mano para abrirla...

-Mami.- Se escucho la voz de Jingyi.

Wei Ying volteó a verlo. Sus dos cachorros habían pasado a su habitación. La habitación de Wei Ying estaba junto a la de los niños y había una puerta que las conectaba.

-¿Podemos dormir contigo?. -Sizhui abultaba sus tiernos cachetes y llevaba de la mano a Jingyi, que se restregaba su ojito con la manita.

Wei Ying sonrió con ternura, olvidando lo que iba a hacer y caminó hacia sus hijos, tomandolos en brazos y llevandolos a la cama, donde se arropo con ellos a cada lado.

Los niños se aferraron a su madre y no demoraron en quedar dormidos nuevamente.

Mañana sería un nuevo día.

No se había podido reunir con su amiga, pero Mian Mian le había dicho que el siguiente día podría. Solo quedaba esperar.

Wei Ying cerró sus ojos dejándose  arrastrar también por el sueño.


♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡


De mi parte, y de LeidyZuigaHerrera2 muchas gracias por el apoyo.

MI CAMINOWhere stories live. Discover now