Capítulo siete

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Después de una hora y media en tren hacia la estación de Daegu. Jimin y yo decidimos ir abrigados bien está vez, por la temporada escogimos ropa algo acogedoras para así no sentir tanto frío, unas gorras, guantes y chamarras super grandes hechas por mi abuela. A Jimin le quedó más grande que yo, pero se ve bien.

Mis padres viven aquí, espero no encontrarmelo.... Conociéndolos me llevarán de vuelta a su casa o otra vez a la casa de la abuela.

–Oye... ¿Y si no conseguimos a tu amigo? –dice Jimin refiriéndose a Yoongi tras salir por la puerta de la estación.

–Debe ser así, hoy es el día del evento–le digo tratando de ser optimista. Hoy es viernes, hoy irán todos-, debemos regresar a Seoul con él. Igual, tenemos tiempo, Jimin-ah.

–¿Y cuál es el plan?

–No hay ningún plan.

Jimin detiene su paso mirándome tipo "¿Acaso estás bromeando?"

-O sea si tenemos uno-le aclaro acercándome a él-. Pero mayormente tenemos que improvisar algunas cosas...

–¿No me dirás lo que viste en Busan? –pone una carita de cachorro triste poniendo sus cachetes más grande de los normal. Le apreté los cachetes ya que se veían tentadores mientras el solataba algunas quejas-. ¡Basta!

–No –le digo mientras le apreto más fuerte y luego lo suelto–. Prepara esas piernas, ya que tenemos que caminar 10 calles más para llegar a casa de Yoongi.

Vuelve a quejarse mientras caminamos y sigue haciendo más preguntas durante en camino en la cual yo no le respondía ninguna.

Llegamos a dónde Yoongi vivía, un barrio humilde, las casas no estaban tan mal pero tampoco bien, era una vecindad buena. Todas las casas eran el mismo modelo solo que con árboles distintos: Hechas de madera con un color amarillo y un pequeño garaje. Recordaba que Yoongi se la pasaba jugando basketball con los vecinos.

–¿Y cuál es su casa...? –pregunta Jimin tras ver qué todas eran las mismas.

Ni puta idea.

–Una que está cerca... –miento aparentando confiado mientras revisaba a lo lejos las ventanas a ver si obtenía alguna pista.

En un instante todo se puso intenso. Un chico demasiado delgado y pálido, con el cabello hongito con la flequillo ocutaldole un poco los ojos, vestido prácticamente todo de negro, hasta los zapatos, sale con una maleta tras dar un portazo a la puerta. Jimin y yo detuvimos los pasos para no intervenir en la escena.

–¡Oye! ¡Oye! –alguien mayor se le acerca el chico. Parece una versión de él pero más viejo y gordito–. No te vayas, hermano. Ellos...

–No lo entenderán –dice deteniéndose mirándolo con mucho odio y decepción–. Tu sólo apoyaras lo que digan nuestros padres, yo soy la decepción de la familia.

–Claro que no... ¡Hey! –dice y el otro prefiere ignorarlo para seguir caminando casi justo en nuestra dirección, pero lo de tiene sosteniendo del brazo el hermano, este se lo quita de encima bruscamente. Espera...–. Toma, estas son las llaves de mi antiguo apartamento, puedes estar ahí. Es el departamento dónde...

El chico le quita las llaves sin dejarlo hablar para volverse a ir. Debe saber dónde queda dicho departamento. Jimin y yo nos quitamos del camino para que pueda pasar, daba una especie de mal humor y siguió caminando como si no hubiera pasando nada con una rapidez desesperante. Justo en su maleta se cayó un CD de color amarillo, Jimin rápidamente lo agarró del suelo.

-¡Oye, chico! -llama al chico delgado pero este no parece escuchar–. ¡Se te cayó esto!

Este se detiene y nos devuelve la mirada lentamente con los ojos un poco rojos reflejando enojo. Jimin y yo parecemos relajar los hombros tras mirar su estado.

¿Jamás existió BTS? Where stories live. Discover now