𝑼𝒏𝒐

789 95 23
                                    

Mingi pensaba mientras estaba tumbado en su cama, le dolía la cabeza y en su mente solo se repetían las palabras de su padre:

“Para poder ser rey, debes tener Omega”

¿Un Omega? Nunca tuvo tiempo de buscarlo o siquiera pensarlo. ¿De dónde sacaría un Omega?

Tendría que recurrir a los viejos tiempos, y convocar a todos los Omegas interesados de la corte. Él elegirá a su futuro esposo o esposa.

“Vendrán princesas, príncipes, condes. Gente a tu altura, Omegas para tí. Alguien que te guíe”

Oh Dios, que pocas ganas de aguantar a algún engreído. Casi todos los miembros de la realeza que conoce solo hablan de dinero o cosas por el estilo. ¿A ninguno le gusta cantar? ¿Bailar? ¿Dibujar? ¿Leer? Debería ser él el raro.

Suspiró, no tenía más qué pensar así que se levantó dispuesto a hablar con su padre.

— Mingi. — Dijo a modo de saludo el Alfa mayor. Observando a su hijo.

Mingi había llegado al despacho de su padre y al escuchar su nombre se sentó frente a él.

— Padre, dé el comunicado. — Dijo dando un suspiro. No le hacía ilusión pero era lo que necesitaba para obtener lo que quería.

El hombre sonrió, se sentía orgulloso de su hijo. Se vio reflejado en él, tuvo que hacer lo mismo con su edad.

No te arrepentirás.

La noticia no tardó en volar por palacio, incluso por el reino.

Una Omega, una anciana que trabajaba de cocinera en palacio al escuchar la noticia pensó inmediatamente en su nieto. Un Omega tan lindo, tan puro. Sabía que su nieto estaba completamente enamorado del príncipe, se lo decía todos los días. Se veía amor en sus ojos.

Se apresuraba en llegar a casa cruzando el bosque. Era un día soleado por lo que no fue difícil llegar.

Detectó una cabellera pelirroja en su huerto. Una sonrisa se le dibujó en la cara, ¿Quién más iba a tener ese color tan brillante y hermoso en su pelo?

Se acercó a su nieto que regaba las verduras con cuidado de no ahogarlas.

— Cielo, te dije que yo lo haría. — Dijo la más mayor acercándose a su nieto, no sin antes cambiarse de zapatos para no ensuciar los de su trabajo.

— La abuela viene cansada. — Fue su excusa. Era un Omega tan considerado y tan bueno, era perfecto para el príncipe Mingi.

¿Te enteraste? El príncipe busca Omega.

— Lo sé abuelita. Citó a los Omegas que quisieran dentro de unos días en su palacio. — Dijo acabando su trabajo y ayudando a su abuela a salir del huerto, no quería que se cayera.

¿Vas a presentarte? — El pelirrojo asintió — Cielo no deberías hacerlo, van a ir Omegas de toda clase de la realeza y muy hermosos. Aunque en eso les ganas. — El menor le sonrió.

— Sé que no tengo posibilidades abuela. Pero quiero ir igual, quisiera verlo de cerca almenos un rato.

La mujer sonrió. Su nieto sí que estaba enamorado, tanto que prefiere la felicidad del otro.

Ella se sentía mal, velaba por la felicidad del chico. Pero desde que fue capaz se encargó de cuidarla y preocuparse por ella. Incluso yendo a sustituirla al palacio cuándo ésta enfermara.

Le rezaré a tus padres y a Dios para que te escojan. Eres el indicado yo lo sé.

El menor solo sonrió. Amaba a su abuela, y si no lo escogían sabía que ella estaría para él.

花FLOWER ⟨Minjoong⟩Where stories live. Discover now