𝑪𝒊𝒏𝒄𝒐

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La nueva pareja tomaban un café juntos, el Omega algo incómodo pero emocionado. Estaba prometido con el Alfa del que estaba enamorado.

— ¿Cómo te llamas? — El Alfa mostraba una sonrisa todo el rato, estaba algo incómodo pero ese Omega era muy lindo y tierno.

— Hongjoong, Kim Hongjoong. — Dijo con una sonrisa, el Alfa era muy agradable.

— Es un lindo nombre. — Dijo bebiendo de su taza humeante. El Omega tenía unas preguntas, estaba un poco preocupado.

— ¿Sabes que soy un campesino verdad? — Preguntó mirando al Alfa, el cual asintió — ¿Igualmente te quieres casar conmigo? No tengo dinero...

El Alfa dejó la taza a un lado y tomó las manos del Omega enfrente suya. El corazón de Hongjoong latía con fuerza y el rubor en sus mejillas volvió.

— Si el dinero me importara, no estarías aquí. — Dijo sonriendo — Yo solo quiero a alguien sincero, a alguien diferente.

Hongjoong mostró una dulce sonrisa, el príncipe pensaba que era diferente. Eso le gustaba.

Tenía muchas ganas de contarle todo a su abuela.

— Tengo que contarle a mi abuela, está esperando en casa. — El Omega se levantó de la mesa, el Alfa le imitó.

— Te acompaño, querrá conocerme.

— En realidad ya te conoce. Es la cocinera del castillo.

— Pues querrá conocerme como el futuro esposo de su nieto. — Hongjoong con una gran sonrisa de emoción tomó la mano que le tendía el Alfa.

Se notaba que el príncipe hacía el esfuerzo de tener cómodo al Omega, y eso el pelirrojo lo agradecía.

Salieron del palacio. Hongjoong pensó que irían andando pero el príncipe pidió el carruaje real.

El Omega estaba emocionado, siempre quiso subir a ese hermoso carruaje blanco con detalles dorados.

Subieron a él y el paseo hasta la casa del menor fue tranquilo y agradable. La nueva pareja pudo conocerse más y así el príncipe descubrió que al Omega le gustaba componer, cantar y la jardinería. Por fin había conocido a alguien diferente, no se arrepentía de nada. Estaba contento de que él fuera su esposo.

Gracias a las indicaciones del pelirrojo llegaron rápidamente. La anciana estaba en su mecedora como siempre.

— ¡Abuela! ¡Abuela! — El menor, con su típica forma de ir junto a su abuela cómo si nunca hubiera crecido se acercó a ella. Y el príncipe iba detrás de él con una sonrisa, era muy tierno. — ¡Me ha escogido abuela! — El pelirrojo se arrodilló delante de ella como solía hacer siempre, lo hace desde pequeño y nunca lo cambió.

La anciana estaba sorprendida, pero muy feliz. Su nieto merecía todo lo bueno.

— Eso es estupendo pequeño. — Dijo sonriendo y acariciando su cabellera roja.

— Un gusto conocerla señora, como el prometido de su nieto me refiero. — Dijo haciendo una reverencia, la anciana sabía que el príncipe era un buen chico. Y su nieto sería muy feliz.

El gusto es mío. — Dijo sonriendo.

Venga pequeño, recoge tus cosas. — El Omega se extrañó, ¿Sus cosas?

— ¿Mis cosas? — Dijo mirando tanto al príncipe como a su abuela.

— Tienes que vivir conmigo. — Dijo mirando al pelirrojo.

— ¿Qué? Abuela sabes que no puedo... — Dijo mirándola, él hacía todo por ella. La anciana ya iba muy mayor así que el menor limpiaba, hacía la comida, se ocupaba del huerto e incluso últimamente iba él a sustituirla al palacio.

— Cielo tienes que estar con tu prometido. — Dijo la Omega mirándolo. Quería que su pequeño fuera feliz y que esa feliz no dependiera de ella.

El pelirrojo se levantó y miró a Mingi, tenía que hablar con él. Tomó la mano del príncipe y los apartó de ella para hablar con él.

— Mingi por favor... Déjame estar con ella un tiempo... No le queda mucho, no creemos que pase del invierno... Mi abuela es lo único que he tenido y lo único que tiene ella es a mí, solo quiero cuidarla. No puede ni levantarse sin mi ayuda. — El Omega juntó sus manos a modo de súplica, necesitaba estar con su abuela. No se perdonaría que le pasara algo por no poder cuidarla.

Mingi le miró, se veía en su mirada todo lo que amaba a esa mujer. Ese Omega era tan puro, tan amable. Tenía un gran corazón. No iba a permitir que por su culpa se separara de ella.

— Claro que puedes quedarte con ella, cuídala. — El príncipe le dedicó una sonrisa — Te ayudaré en todo lo que me sea posible.

El Omega sonrió e inmediatamente saltó a su brazos. Estaba tan feliz de que su prometido fuera tan comprensivo y dulce.

En cambio la anciana, estaba triste. Su nieto tendría que haberse ido con él, no sabía lo que iba a pasar.

花FLOWER ⟨Minjoong⟩Where stories live. Discover now