Mente vs cuerpo

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Nos dirigimos a su apartamento. Una vez dentro, ella me tomó en sus brazos. Este era ahora un lugar más familiar y mi confusión interna no era tan grande como antes. Pude relajarme y disfrutar de los sentimientos que ella despertaba en mi.

Por ahora sabía que estaba locamente enamorada de ella, pero aún no sabía qué quería hacer al respecto. Solo la agarré, la agarré con fuerza. Ella era lo único de lo que estaba segura. Mi roca. Mi fundamento. Mi salvación.

Los ojos de Sabine se encontraron con los míos y me aterroricé. Puso su mano en mi mejilla y mi garganta se secó. Nuestras caras se encontraban demasiado cerca. Estábamos desaliñadas, con los ojos ligeramente rojos, y olíamos a humo de cigarrillo.

Ella era preciosa. Yo era un desastre.

Sabine comenzó a jugar con mi cabello. 

—Tienes un pelo precioso —bromeó ella—. Es como el de una niña, pero no pareces una niña en absoluto.

—Nunca quise ser "como una niña" —le dije—, pero tampoco quiero ser como un niño. Es complicado.

Ella comenzó a hundir su mano en mi pelo, masajeando mi cuero cabelludo.

—Tal vez sea más simple de lo que crees —dijo.

—No, no, no —Susurré, más para mí que para ella.

Estaba enamorada y tenía miedo. Eso era peligroso. Podría... podría...

Sabine ignoró mi coloquio interno y simplemente continuó con lo que estaba haciendo. La miré desesperada. Ayúdame, Sabine.

Su rostro era impasible como siempre. La suave luz hacía que su pelo corto y su cuerpo delgado parecieran aún más juveniles. Dios, la deseaba tanto.

—No, no, no —dije suavemente.

Sus manos continuaron acariciando mi pelo, su rostro impasible.

Aparentemente yo no era muy dominante. Sus caricias se profundizaron. Aparentemente no quería serlo. En un estallido de honestidad, me di cuenta de que anhelaba que tocara más que mi pelo. Mis piernas parecían muy débiles.

Los fantasmas de mi pasado me asaltaron. "Katie Ann. ¿Qué crees que estás haciendo, señorita?" Podía escuchar vívidamente la voz de mamá mientras me regañaba. Años de escuela dominical y adoctrinamiento religioso inundaron mi mente. Si ya el sexo fuera del matrimonio va en contra de la voluntad de Dios, es pecado, el sexo con otra mujer... eso sería un crimen contra la Naturaleza y Dios. Inconcebible. Entonces escuché a las otras chicas burlándose, "Lizzy Lesbi".

"Kate, sabes que esto podría salirse de control. Sé que harás lo correcto", me dijo la voz de mamá.  Razonable. "Confía en nuestro redentor. Sabes que no puedes confiar en ti misma alrededor de esta persona".

¿Por qué era tan difícil decir "alrededor de esta MUJER"? ¿Tan pasmada estoy porque una mujer me está tocando el pelo? Sí, lo estoy. Estoy aterrada. ¿Y si la quisiera? Porque creo que la quiero.

—Tu pelo es tan bonito —suspiró Sabine, ahora pasando ambas manos por él—. Eres una mujer preciosa —dijo llevando sus dedos a mi cara. Pasó los dedos cuidadosamente por todo mi rostro como si fuese ciega y necesitara verme de alguna manera.

—No, no, no —susurré. Se había convertido en mi Mantra.

Canté interiormente a Dios, el sabría que mi corazón era puro. Le canté al misericordioso Jesús, quien murió por mis pecados. Querido Jesús, por favor, perdóname por los pecados que he cometido, y por los que aún tengo que... ¿Por los que estoy a punto de cometer? No, no, no. No, no, no. No, no, no.

Las manos de Sabine se deslizaron hacia atrás y corrieron hacia mi cuello, masajeando. La tensión y la ansiedad se derritieron a través de sus manos.

—No, no, no —recité con los ojos firmemente cerrados. Mientras no mirase estaría bien. Mientras no viese que era otra mujer no era raro. Decidí entonces que solo mantendría mis ojos cerrados. Si hacía eso, lo que sucediera estaría bien.

Esto no me puede estar pasando. No puedo sentir estas cosas. No puedo...

—¿Kate? —Escuché la hermosa voz de Sabine susurrarme. Estaba cerca, como un ángel guardián.

Abrí los ojos y su rostro estaba justo frente al mío, a pocos centímetros. Mi corazón se volvió agua cuando me di cuenta de lo que iba a hacer.

—No, no... —mi canto fue interrumpido cuando sus labios se posaron sobre los míos. Ella era inteligente. No aprovechó su ventaja, besó el tiempo suficiente para dejarme sentirlo, más que un beso amistoso, pero aún así un beso agradable. Seguro. Sencillo.

—No... —comencé, luego me detuve. ¿A quién diablos quería engañar?

Sabine mantuvo su rostro cerca del mío, pero esperó a que yo decidiera. El plan A era ir derecha al infierno. ¿Cuál era el Plan B? Lo consideré en silencio, luego decidí.

La miré a los ojos y la permití verme, verme de verdad. Entonces, la besé.

El beso fue suave y lento, como un reconfortante baño tibio. Se profundizó gradualmente, aflojando y despegando capas de autoengaño y duda, de la misma forma en que el agua tibia afloja y despega las costras.

Cuando nuestras lenguas se encontraron, sentí calor, alegría y felicidad junto con la inminente excitación. Sentí lágrimas de alegría y alivio corriendo por mi cara. Sabine, instintivamente, supo lo que necesitaba. Besó mis lágrimas y me tomó en sus brazos. Ella también estaba llorando.

—Estoy tan contenta de haberte encontrado —dijo besándome de nuevo.

—Yo también —susurré, parpadeando para evitar otro estallido de lágrimas. La agarré, y lo hice con fuerza. Nos besamos profundamente esta vez. Mi corazón estaba acelerado.

Mis manos fueron al hermoso rostro de Sabine y lo sostuvieron mientras nos besábamos, maravillada de lo pequeño y delicado que era, tan diferente al de un hombre.

Me di cuenta de cómo su lengua se ajustaba a mi boca, cuán delicadamente bailaba y sondeaba. Qué femenina. Ligera. Encantadora. Sexy. Juguetona... joder, estaba a mil.

Ella seguía besándome y yo seguía tirando viejas piezas de mí misma por la borda, haciendo espacio para que nuevas sensaciones y sentimientos brotaran como burbujas en una copa de champán.

Alentada por la facilidad con que sucumbí a sus besos, me guió hasta el sofá. Ella continuó besándome y comenzó a acariciar mi cuerpo.

Sabine©️[COMPLETA]Where stories live. Discover now