Helsinki

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Fue maravilloso. Me quedé dormida en su sofá, en sus brazos.

Durante las siguientes semanas nos hicimos pareja y me ocupé de aceptar mis sentimientos mientras navegaba por mi primera relación real. Sabine fue maravillosamente paciente. Ella sintió que todavía no estaba lista para nada más que abrazar o besar, pero ambas nos deleitamos hasta donde llegamos. Nos sentíamos en paz al estar en los brazos de la otra. Sabine se volvió loca de deseo un par de veces, la idea de tener a alguien tan inocente como yo obviamente fue una gran tentación para ella, pero esperó su tiempo.

Continuamos con nuestro cómodo ritual de apareamiento hasta la fecha: coqueteos ocasionales en la oficina, cenas, paseos por Viena y largas charlas, acariciando y besándonos hasta altas horas de la madrugada. Me quedé con ella algunas noches pero casi siempre volvía a casa, murmurando mis oraciones por guía y perdón mientras caminaba por las oscuras calles vienesas.

Le presenté a Sabine a Jan y Janneke. También comenzamos a salir con algunos de sus amigos. Finalmente pudimos llamarnos mientras yo estaba en casa, lo que simplificó enormemente nuestra comunicación. También dejamos que algunas personas selectas en la oficina, como la secretaria de Sabine, supieran lo que estaba sucediendo.

Tuve uno de los momentos más difíciles cuando estábamos en público. Parecía que nos miraban constantemente con sonrisas de conocimiento, ceños de desaprobación o simple curiosidad. Sabine parecía no darse cuenta de las reacciones de los demás, pero yo me di cuenta y me sonrojaba cada vez que sentía que otros nos miraban.

Por supuesto, todo esto significaba que veía mucho menos a Jan y Janneke. Pensaron que era maravilloso que hubiera encontrado "una amiga", como ingeniosamente llamaron a Sabine. Estoy segura de que se habrían sorprendido al descubrir que nuestra relación era en realidad tan inocente, pero obviamente estaban muy de nuestra parte con lo que estaba sucediendo; de hecho, parecía que Janneke estaba fascinada con nuestra relación.

Un día en el trabajo recibí una llamada de la secretaria de Sabine pidiéndome que fuese a su oficina. Cuando llegué Sabine me agarró y se dejó caer en una silla, luciendo miserable.

—Odio tener que decirte esto, pero debo irme de nuevo —comenzó.

—¡Oh no! —me quejé—. ¿Dónde? ¿Cuánto tiempo?

—Demasiado tiempo. Acabo de enterarme de que debo ir a Helsinki por dos semanas —arrugó la nariz y comenzó a morderse el labio—. ¡Joder! —gruñó, pateando la pata de su silla.

Gruñí. ¿Dos semanas? Parecía una eternidad, demasiado tiempo para separarse de ella. Apenas podía pasar las noches sola.

—¿Por qué tiene que ser tanto tiempo? —pregunté—. ¿No puedes enviar a alguien más? —Ella sacudió su cabeza.

—No, es una conferencia importante. Es para ayudar a los niños de tu informe. Intentaremos que los gobiernos acepten las leyes contra la trata de niñas —explicó—. Es mi trabajo, pero también es un trabajo importante y quiero hacerlo. Incluso si eso significa que debemos estar separadas —asentí, no podía discutir con eso.

Sin embargo mi mente inmediatamente comenzó a correr para ver si podía encontrar la manera de llegar a Helsinki. Sabine vio mis intenciones y respondió a mis pensamientos.

—Querida, no creo que funcione lo de intentar venir conmigo —dijo con una sonrisa triste—. Me encantaría, por supuesto, pero... ¿cómo puedo decir esto?... algunas de las personas en la conferencia son de lugares en los que no entenderían por qué no eres un hombre. Y además sería muy caro ir a Finlandia.

Yo fruncí el ceño. En mi pequeño capullo vienés no tuve que lidiar con el tipo de problemas sociales que podría crear mi orientación sexual. Comencé a ver que mi vida se iba a complicar.

—Incluso llamar a Finlandia es extremadamente caro —continuó. Se puso de pie y me tomó la cara entre las manos—. Volveré tan pronto como pueda. Créeme, esto me mata a mi más que a ti —Entonces pensó un minuto—. Oh Dios —dijo, y se quedó con los ojos muy abiertos—. ¿Cuándo vuelves a América?

Había estado haciendo planes para volver a casa durante una semana en Navidad. Originalmente había pensado en dos semanas, pero mi plan actual era de seis días. Eso parecía lo máximo que podía soportar estando apartada de Sabine, incluso para ver a mi familia.

Teníamos cerca un calendario y lo revisamos. Ella volvería el día en que yo tendría que irme, estaríamos separadas durante casi un mes entero. Tomé una decisión en el acto.

—No me voy a casa —le dije—. Quiero estar aquí cuando vuelvas —Ella puso su mano sobre mi brazo. 

—Kate, deberías estar con tu familia en Navidad —dijo ella suavemente—. Sino estarías aquí en Viena, lejos de ellos.

—Pero tú estarías aquí, ¿no? —pregunté.

—Bueno, sí —se sonrojó—. Si quisieras podríamos pasar la Navidad juntas —agregó suavemente. Parecía tan íntimo hacer esos planes.

—Pero tú tienes familia aquí —le recordé.

—Sí, les visitaré —De repente se animó—. Y podrías venir conmigo. Mi familia te amaría. Sé que lo harían —agregó con entusiasmo—. Y podríamos pasar todo nuestro tiempo juntas, mi querida Kate.

De alguna manera estábamos tomadas de la mano de nuevo.

—Entonces llamaré a mi madre hoy y se lo diré —le dije—. Tiene un nuevo novio así que no creo que le importe demasiado.

Sabine me guiñó un ojo.

—¿Y qué pondrás como excusa de que te quedas? —preguntó.

De repente me di cuenta de que divulgar una historia de amor incipiente con una mujer a través de una llamada telefónica de larga distancia podría ser un mal plan.

—Creo que voy a decirle que he conocido a alguien —le dije—. Dejaré que asuma que eres un hombre hasta... mmm... hasta algún momento después.

Sacudí mi cabeza. En ese momento me di cuenta de lo complicada que iba a ser mi vida. Bueno, que sea complicada entonces. Pero solo puedo lidiar con una cosa a la vez, me dije.

—Bueno, me alegra ser una mujer y que tú también lo seas —dijo Sabine con firmeza. Se inclinó hacia delante y me besó—. Hasta la hora de la cena, mi Kate —dijo.

Tuvimos una cena rápida para que ella tuviera tiempo de prepararse para su viaje. Ayudar a hacer su maleta fue como tener ganas de oficiar mi propia ejecución, pero también nos divertimos mucho. Y saber lo que llevaría puesto me hizo sentir que también estaríamos más cerca mientras ella no estuviese.

Pero muy pronto supimos que teníamos que separarnos. Ella quería acompañarme a casa, pero le dije que se acostara y descansara para su viaje. Teníamos que despedirnos alguna vez, y ella también podría sentirse cómoda con ese tiempo para sí misma. Yo sabía que necesitaba un tiempo de oración de calidad.

Sabine me tomó en sus brazos y la abracé con entusiasmo. Todo había cambiado mucho en las últimas semanas, la confusión estaba dando paso al deseo. Nos besamos profundamente por demasiado tiempo. Cuando nos separamos las dos estábamos sonrojadas. Nuevamente lo intentamos y sentí una cálida inundación de excitación a través de mí. Cuando paramos a tomar aire continuamos mordisqueando y chupando los labios de la otra.

Ella me empujó suavemente.

—Kate, o te vas ahora, o tendrás que hacer el amor conmigo —dijo Sabine. Estaba considerando seriamente el desvestirme.

Sabine©️[COMPLETA]Where stories live. Discover now