En las fauces del vampiro «kookjin»

La bestia oculta en lo profundo

Segundos pasaron, en los que no ocurrió nada y luego, ¡bam! Una gran pieza rectangular se desprendió de la pared hundiéndose hacia atrás y después deslizándose a un costado hasta desaparecer. ¡Habían hallado un jodido pasaje secreto!

-Mierda, no lo puedo creer -exclamó Namjoon, sus palabras salían en un jadeo de emoción mientras miraba las escaleras que trazaban el camino hacia abajo.

-Joder, Nam. Por cosas como estas es que vale la pena seguir grabando ese programa de mierda.

Seokjin dejó una palmada en el hombro de su primo y sin pensarlo se aventuró dispuesto a bajar por el angosto pasillo. Namjoon le detuvo en el acto.

-Hombre, detente un segundo. No sabemos lo que puede haber ahí y está muy oscuro. Espérame un momento que voy por los chicos de iluminación.

Seokjin lo miró desinflado y murmuró un escueto "bien", como niño regañado.

Bien que no pienso esperar por nadie, pensó para sí mismo en cuanto su primo se alejó.

Seokjin siempre había sido así, el chico intenso, valiente e impulsivo amante de la adrenalina. En tanto su primo era más metódico, observador y precavido. Definitivamente la gente como Namjoon tenía muchas más probabilidades de sobrevivir en esta clase de trabajos, pero Seokjin simplemente no podía contenerse ante la excitación de lo incierto y peligroso. Le encantaba el riesgo como a pocos. Era algo enfermizo y adictivo que venía intrínseco en su genoma.

Sacando la linterna de su bolsillo una vez más, alumbró el camino aprobando como suficiente la cantidad de luz que le proporcionaba. Y de a poco se deslizó por el camino de largas escaleras prestando atención a cada peldaño en su descenso.

Para su fortuna, no hubo inconvenientes a lo largo del camino. La paranoia de Namjoon era sinsentido. No había trampas ocultas ni monstruos acechando en las sombras, solo algunas arañas desagradables en el peor de los casos.

Sin embargo, la sangre del rostro de Seokjin se drenó por completo cuando el hombre elevó su linterna para alumbrar el interior de la cámara a la que lo habían llevado el pasaje de peldaños.

Había decenas... No, decenas de cientos de ataúdes perfectamente alineados vertical y horizontalmente extendiéndose mucho más allá de lo que su visión y la luz podían abarcar. Era simplemente perturbador y escalofriante que hubiera un salón de entierros oculto justo debajo del gran castillo en ruinas. Y para poner toda la cosa aún más tenebrosa, se percató que la mayoría de los ataúdes tenían aquella misma frase en latín tallada en sus tapas. ¿Qué rayos era todo esto?

De pronto una potente luz se cernió a sus espaldas y vio cómo su sombra se extendía como una gran mancha en medio de la sala. Seokjin se dio la vuelta con su corazón queriendo saltar fuera de su pecho y al fin pudo respirar cuando vio que se trataba solamente de su primo acercándose seguido de Chen y Hoseok. Los dos últimos cargando con ellos dos de los mejores focos de su equipo de luces.

-Joder, Nam, casi me matas de un infarto -Seokjin protestó llevándose una mano al pecho aún agitado.

-Y tú ni siquiera pudiste esperar cinco minutos por nosotros -Namjoon le reprochó de vuelta.

-Por todos los santos, chicos, ¿qué mierda es esto? -Hoseok estaba pálido como una hoja de papel y sus ojo tan abiertos que podrían salirse de su cara en cualquier momento.

-Hay algo siniestro y perturbador aquí dentro... Deberíamos irnos y dejar a los muertos en paz. -Agregó Chen notándose casi tan incómodo como Hoseok.

-Oh, chicos, son unos cobardes. Hablan cómo si nunca hubieran estado en una galería en el pasado. Son solo muertos, no pueden hacernos ningún daño. -Seokjin les dijo tratando de alivianar la carga del ambiente, pero la verdad sea dicha, él mismo tenía un recalcitrante escalofrío que no desaparecía de su columna vertebral desde hace unos cuantos minutos. Algo dentro de él se removía con inquietud. Era como una especie de intuición que le decía que algo no estaba bien con todo esto. Seokjin no le hizo caso.