En las fauces del vampiro «kookjin»

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—Ya estamos aquí, precioso —Seokjin pegó un brinco en el asiento cuando las palabras de su acompañante se filtraron muy cerca de su oído como un susurro.

Totalmente desorientado, él miró en varias direcciones y fijó sus ojos en la imagen de Jungkook, que sonreía con tal brillantez, todo dientes al descubierto tan ampliamente que Seokjin incluso pensó que aquellos colmillos prominentes se veían lindos en su rostro con los ojos entrecerrados y su nariz un tanto arrugada. En toda su vida, habían sido contadas con los dedos las sonrisas que vio así de sinceras y, de alguna forma, le colmaba de una extraña calidez el saberse causante y receptor de ella. 

—¿Me dormí otra vez? —Preguntó casi para sí mismo sabiendo que la respuesta era obvia. —Lo siento, en verdad no sé qué me pasa últimamente que siento mucho sueño.

La expresión de Jungkook varió a una condescendiente y más suave. Su mano viajó a la frente de Seokjin y apartó un mechón castaño arrastrando una caricia en su camino.

—Es normal —habló después de unos momentos—. Tu cuerpo se está adaptando y cambiando, eso consume más de tu energía. Pronto acabará.

Una sonrisa tiró de los labios de Seokjin ampliamente. Tomó la mano de Jungkook e hizo un gesto con la cabeza indicando hacia afuera.

—Hay lugares mejores para conversar que un aparcamiento, ¿no crees?

—¿Te parece bien un café?

Seokjin actuó pensativo por unos momentos frunciendo sus cejas graciosamente antes de responder:

—Me parece excelente.

Ellos salieron del auto y caminaron un par de minutos por el enorme aparcamiento hasta llegar a la luz.

Una enorme explosión de colorido y sonidos inundó los sentidos de Seokjin. A donde quiera que miraba imponentes edificios lujosos como nunca había visto se erigían sin un final aparente. Toda una amalgama de modernismo entremezclada con construcciones de estilo retro, estaba completamente fascinado.

Hasta la gente emanaba una atmósfera diferente. Se veían más relajados, nada parecido a los transeúntes atareados y agobiados que pasaban de un lado a otro ensimismados en sus asuntos como solía ver. Estas personas vestían bien y lucían bien, elegantes, a gusto. Aunque, a decir verdad, Seokjin no podía evitar sentirse un tanto incómodo bajo el escrutinio de algunas miradas curiosas que aterrizaban sobre él.

¿Será que ellos notaban que Seokjin era un forastero? Le observaban como si pudieran ver algo diferente en él.

Jungkook tomó su mano y las mantuvo juntas, tiró de él más cerca y apresuró el paso.

Su rostro era como una máscara apacible cuando él habló en voz baja apenas moviendo sus labios.

—No los mires, no dejes que te molesten. Mantén los ojos al frente y camina con tranquilidad.

El tono neutro que usó Jungkook en sus palabras y la forma en que apenas miró a Seokjin de soslayo, le dieron a entender que el vampiro intentaba opacar el foco de atención que se cernía sobre ellos.

Con un asentimiento de su cabeza en comprensión, Seokjin se dispuso a acatar lo ordenado, pero incluso así podía garantizar aquello como un caso perdido. A cada momento más personas se detenían solo para mirarles, otros incluso sacaban sus celulares para captarlos indiscretamente.

¿Qué estaba mal con esta gente?

¿O tal vez era Jin que tenía algo raro?

El preciado aire pareció volver a sus pulmones cuando por fin entraron a un local lejos del escrutinio público. El sitio lucía como algún tipo de pastelería pequeña, sutilmente adornado de tonos crema y una exquisita mezcla de aromas que hizo a Seokjin liberar la terrible tensión que no había notado alojada en sus hombros.