· Capítulo 1: El Comienzo

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La Universidad estaba llena de chicos, todos yendo de aquí para allá: algunos platicando, otros leyendo, otros intentando tener alguna conquista y otros simplemente iban hacia sus respectivos salones, como era el caso de Renée, una chica un poco fuera de lo común, su estatura no era lo suficiente como para pasar de 1.60, una chica de piel blanca, pelo ondulado y castaño que caía a mitad de su espalda, unos bonitos ojos almendrados de color verde, con IQ de 190, era sin duda una de las mejores de la escuela, era muy bonita, pero la inteligencia era un "defecto" que a ningún hombre le atraía.

Unos lentes que usaba debido a su miopía adornaban sus ojos, dándole un toque nerd a su aspecto, le gustaba usar ropa holgada, porque odiaba tener la atención de los hombres, sabía que era un poco más desarrollada para su edad, y contrario a lo que toda joven aspira en esa edad, a ella le fastidiaba eso.

Sus padres se habían comprometido a hacer de ella, una mujer madura, inteligente y muy capaz, algo que habían conseguido, gracias al interés que ella ponía en el arte, la lectura y las matemáticas. A sus cortos 15 años, era una chica con una mente de un adulto y por su aspecto físico, muchos podrían pensar que lo era.

Años antes, la idea de que ella no era normal, si no que era una chica con memoria eidética, y que podía leer más de 20.000 palabras por minuto, la aterraba y por varios años ocultó sus capacidades. " Ella es una genio, tanto que sabe ocultar perfectamente esa mente tan brillante que tiene", eso era lo que solían decir las personas a los padres de Renée, decían esto porque ella, al principio de sus estudios de secundaria se exigía ser normal, se exigía ser como las demás chicas, y tenía buenos resultados, pues los chicos la seguían y la invitaban a salir, pero cuando salía con alguno de ellos se ponía tan nerviosa de no poder controlar su mente, que terminaba dándoles clase de algún tema que se le viniera a la cabeza y ellos terminaban corriendo de allí.

Cuando logró aceptar su naturaleza, comenzó a mostrarse como realmente era durante su último año de secundaria: participaba en las clases, hacía rápidamente los exámenes sin fallar alguna pregunta y ya no fingía no entenderle a algo para mantener su reputación de típica chica hueca, sus amigos empezaron a desaparecer y solo la buscaban cuando necesitaban algo. Al principio le dio miedo quedarse sola y quiso volver a ser como antes, pero pronto se dio cuenta que las personas que se decían ser sus amigos, solo estaban con ella por ser popular y guapa, no valían la pena, pronto le gustó no tener que fingir ser diferente, a pesar de que ya no tenía ni un amigo, el ser ella misma le favoreció demasiado, tanto, que a los 13 fue ingresada a MIT (Massachussetts Institute of Tecnology).

En la universidad, a pesar de ser de corta edad, la invitaban a salir, era la sensación, pues, como dicen muchos, lo prohibido es lo que más llama la atención, y a ellos, les atraía por ser una chica que aún era menor de edad y muchos trataron de llegar a otros extremos con ella, y fue cuando comenzó a odiar su cuerpo, un cuerpo que muchas envidiaban, pero ella hubiera dado todo por no ser así. Y la solución a ese problema fue la ropa holgada, cuando empezó a ocultar su cuerpo y comenzó a ser un poco desaliñada, los hombres dejaron de seguirla y su popularidad bajó a tal grado que era considerada una nerd en la escuela, pero a ella no le incomodó en lo más mínimo esa nueva "condición".

Entró a su salón y se sentó en su lugar favorito, ella sentía que no había mejor lugar en el salón que los asientos cerca de la ventana, sacó un libro que desde hacía días la tenía encantada, Joseph Conrad y su libro "El agente secreto", era uno de los mejores libros que había leído, estaba tan concentrada en su lectura que no se dio cuenta como un chico se sentaba al lado de ella. Él era su mejor amigo Spencer Reid, se conocían desde hace bastante tiempo, pero no se caían del todo bien hasta hace un año, cuando ella se metió por primera vez a la feria de ciencias y ganó, quitándole el primer lugar a Spencer, desde que la vio entrar allí supo que ya no era la misma Renée que él conocía, era una que le caía mucho mejor.

Ya no llevaba esos estúpidos pantalones cortos ni las blusas súper pegadas al cuerpo que hacían que su cuerpo se viera algo sexy, pero una chica muy de fáciles, ni siquiera sabía cómo fue que nunca la reprendieron por vestir así en el instituto, tampoco llevaba esos kilos de maquillaje que solía ponerse a pesar de su cortísima edad y descubrió que con el rostro sin una gota de maquillaje se veía más hermosa. Cuando se enteró que él no obtuvo el primer lugar, como lo había sido desde hace tres años, se sorprendió más y se acercó para platicar con ella, desde entonces se habían hecho muy buenos amigos, pero en él había algo más que un simple sentimiento de amistad. Sus ojos, su pelo, todo la hacía especial para él, algo que ni en sueños se habría imaginado.

En ese momento, él la contempló, observó cómo Renée fruncía el ceño, por la concentración al leer, sus ojos miraban atentos a las páginas y en ellos había un brillo especial, lo que significaba que ese libro le encantaba, sus manos agarraban al libro con delicadeza, pero a la vez se aferraba a él como si fuera un gran tesoro que ella tenía y que no quisiera que nadie se lo arrebatara, un mechón de pelo cayó en su rostro obstruyéndole la vista, al ver esto Reid se apresuró a acomodarlo y ponerlo detrás de la oreja de Renée, ella lo miró y él se sonrojó un poco, ella comenzó a reír y eso aumentó el color rojizo en las mejillas del chico.

-Lo siento- dijo tartamudeando un poco, a ella se le hacía demasiado tierno el hecho de que él sea tan tímido y por consecuencia, que se sonrojara a cada rato. Ella tenía cierta debilidad por él.-Es la sexta vez que lees el libro- Spencer trató de sacar un tema para olvidar lo que había hecho segundos atrás.

-Sí- Renée rió al darse cuenta que era cierto- ¿Por qué las disculpas? Solo me quitaste éste molesto pelo que no me dejaba leer- dijo ella encogiéndose de hombros para aclarar que la acción del chico no le había molestado en lo más mínimo, a pesar de que a él no le parecía mucho el contacto humano, no tenía ningún inconveniente en tocar a Renée, y eso la hacía sentir especial, él asintió y se oyó el sonido del timbre, anunciando que la jornada había comenzado, el resto de sus compañeros entraron al salón y detrás de ellos el maestro. El señor Cox dio los buenos días y comenzó su clase.

(...)

Era el receso, todos esperando su turno para recibir esa asquerosa comida, si es que era eso y no un tipo de veneno, el desagrado que Reid y Hadaway sentían por esa comida los obligaba a llevar su propio desayuno, comían en silencio, era algo que muchos no entendían, eran mejores amigos, pero simplemente se sentaban uno cerca del otro y casi no hablaban, como extraños, al menos enfrente de la gente. Los chicos de la universidad decían que no hablaban porque su coeficiente intelectual era tan alto que podían comunicarse telepáticamente. Algo exageradamente estúpido. Pero con sus miradas se decían todo, tenían una conexión tan especial que hasta ellos mismos dudaban si ese sentimiento era solo de amistad, pero nunca platicaban de ello, el miedo a perderse solo por el estúpido sentimiento de gustarse les aterraba y se conformaban siendo amigos.

-¿Cómo te fue en la clase de cálculo integral?- preguntó Renée después de un eterno silencio.

-Aburrido es una muy pequeña palabra para describir lo que sentía en ese salón- dijo Reid haciendo una ligera mueca de disgusto- esto de leer todo lo que pasa por mis manos es bueno y a la vez frustrante, prácticamente me sé cada cosa que enseña Peter – ella asintió dándole la razón, tener un IQ de 187 y 190 era algo estresante a ratos, había veces en las que prácticamente terminaban dando la clase ellos mismos. A los profesores les quedaba como anillo en el dedo el tener a dos genios en esa universidad, muchas veces se deslindaban de sus trabajos y se los cargaban a ellos. Era algo raro, pero les había sucedido ya varias veces. El timbre sonó indicando que el receso terminó, ambos se levantaron de sus asientos.

-Vamos a clases, pequeña- dijo él con una sonrisa mientras le tomaba la mano.

-Vamos- dijo ella apretando más su mano contra la de Reid, provocando que los latidos del chico aumentaran.

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Hola, este es el primer capítulo de esta historia, tengo años con esta idea en mente y aunque sólo me había animado a escribir el primer capítulo, la cuarentena me hizo replantearme la idea y comenzar a escribir el resto y también a subirla por aquí c:

Espero les guste, si le dejan un voto o comentario les agradecería mucho, aunque no es obligatorio, claro. Seguiré subiendo capítulos conforme los tenga y quizá retome la otra novela que tengo en mi perfil que creo, también quedó en un solo capítulo xd, no es de Criminal Minds pero también tiene que ver con lo policial, ojalá disfruten esto como lo estoy haciendo yo, feliz día c: 


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