El Café Invierno

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Todas las mañanas a las 7 de la mañana, Diego iba al Café Invierno. Se sentaba en la misma mesa, pedía exactamente el mismo café doble con crema, unas medialunas saladas y un vaso de soda. Todas las mañanas menos una. Aquella mañana algo había cambiado, Diego no estaba ahí.

Al principio, todos los que trabajaban y frecuentaban aquel lugar, conocedores de la rutina de Diego, supusieron que había tenido algún buen motivo para no concurrir al bar esa mañana. Pasadas algunas horas comenzaron a preocuparse genuinamente. Uno de los mozos del café que tenía su número de celular decidió mandarle un mensaje "Diego, ¿se encuentra bien?". No hubo respuesta. Un par de horas más pasaron y la preocupación fue creciendo a medida que nadie sabía de él. El mayor miedo era que se hubiera hecho daño, puesto que vivía solo y había perdido la vista hacía varios años. Ya era un hombre mayor, por lo que el temor de que le hubiera sucedido algo grave era bastante lógico.

La mañana anterior, Diego había salido del café y se dirigió como siempre de vuelta a su hogar. Desayunaba allí todas las mañanas porque se sentía muy solo haciéndolo en su casa. Su esposa había dejado este mundo un tiempo atrás y la compañía de su gato Asim no le era suficiente. Esa mañana había mucho tráfico y Diego se sintió desorientado. Cuando estaba a punto de cruzar la calle, una voz gentil lo detuvo. "¿Lo ayudo joven?" dijo una dulce voz femenina. María, también entrada en años, sintió ternura por aquel hombre y decidió ayudarlo. Caminaron juntos esa mañana... Y todas las mañanas que siguieron. Cuentan por ahí que Diego nunca más desayunó solo en casa, y que juntos compartieron muchos cafés hasta sus últimos inviernos.

De Amor y Otras Yerbas...Όπου ζουν οι ιστορίες. Ανακάλυψε τώρα