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El mundo es un lugar único y extraño, inexplicable, aquellos que son considerados "humanos" son criaturas divididas a su vez en dos especies, gatos y conejas.

La raza humana había sido afectada por un virus, aún extraño y de origen desconicido, hace varias décadas haciendo que evolucionaran y adquirieran ciertos rasgos animales. Todos los hombres tenían cualidades felinas; orejas, cola, colmillos sobresalientes pero no exagerados, uñas afiladas, excelente equilibrio e instintos básicos de un gato común. En cambio, todas las mujeres adquirieron cualidades de conejo; orejas largas, colas esponjosas, dientes largos pero sin exagerar, piel suave y cabello brillante, teniendo también instintos de supervivencia muy arraigados.

Cabe destacar que no importaba como se mezclaran, pues al nacer si era niño, tendría similitudes a las de un gato y si era niña, sería como un conejo.


—Kats~


Llamó el niño bicolor con voz lastimera mientras hacía un puchero. Él era un poco más único que los demás, pues tenía el cabello, orejas y cola divididos en dos colores (rojo y blanco) y también poseía heterocromía, un ojo gris y el otro azul. Lo cual no era muy extraño, considerando que algunas especies gatunas también lo poseían. Katsuki lo miró desde arriba de un gran árbol con aburrimiento pero soltando un suspiro mientras decidía bajarse, él era más común teniendo cabello, orejas y cola de un tono rubio cenizo, tal vez lo que más resaltaban eran sus ojos color rubí.



—¿Por qué eres tan cobarde, mitad-mitad? Aún si te cayeras mientras subes, caerías de pie.



—Tengo miedo a lastimarme... Además, mi nombre es Shouto. Shouto. ¿Por qué nunca me llamas por mi nombre?


—Tch, no tengo por qué hacerlo.



Murmuró con fastidio mientras pasaba por su lado y caminaba de regreso a su casa, su madre había salido a gritar desde la puerta, anunciando la hora del almuerzo. Shouto se quedó de pie, jugando con sus manos y mirando el suelo, nervioso y sin saber si debía seguirlo o también volver a su propia casa. Katsuki notó de inmediato su estado, por lo que se detuvo y volvió sobre sus pasos, tomó una de sus manos y lo llevó con él mientras se quejaba con molestia.



—¿Qué estás esperando? La bruja se enojara si seguimos perdiendo el tiempo.



—No le digas así a la señora Mitsuki.



—¡Es mi mamá, puedo decirle como quiera!



Mientras Katsuki renegaba y seguía sosteniendo su mano, Shouto solo sonreía y lo seguía en silencio, feliz de poder pasar tiempo con su único amigo.

—¡Oh, Shouto! Querido, qué bueno verte hoy

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—¡Oh, Shouto! Querido, qué bueno verte hoy.



—Gracias, señora.



Mundos Diferentes [Todobaku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora