II

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Hubiera deseado tener una vida más normal, incluso que los villanos fueran quienes gobernaran el mundo si eso lo hubiera salvado de esa vida, su horrible y miserable vida.


—N-no, p-por favor...


Rogó mientras lágrimas espesas rodaban por sus mejillas y éstas ya rojas se tornaban un poco más oscuras, producto de los golpes que recién había recibido, un nuevo golpe hizo que cayera otra vez en el suelo y gritara. Sus manos temblaban, al igual que su cuerpo, intentó levantarse pero una patada en su abdomen lo hizo caer nuevamente y esta vez no se movió más. Simplemente tapó su rostro y recibió la golpiza como lo hacía casi a diario, esa era su vida.

Salió al patio trasero cojeando y con el rostro ensangrentado, pronto las heridas cicatrizarian y sanarian, no como su destrozado corazón

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Salió al patio trasero cojeando y con el rostro ensangrentado, pronto las heridas cicatrizarian y sanarian, no como su destrozado corazón. Miró la casa de sus vecinos, los Midorilla, sabía que ellos escuchaban todo pero nunca habían hecho nada al respecto. Una pequeña sonrisa llena de ironía se extendió por su adolorido rostro, Izuku, aquel chico de pecas y cabello verde, estudiaba para ser un héroe pero no actuaba como tal.


—¿Cómo será un héroe de esa forma?


Tal vez sea tan inútil como tú, pero al menos él...


Acalló esa molesta voz enviándola al fondo de su cabeza, al menos Izuku, aquel chico pequeño y flacucho, había logrado ingresar en la Academia U.A. Él también lo había intentado, incluso el mismo día y el mismo examen pero no lo había conseguido, su Don (o el manejo del mismo) no era el problema, sino su personalidad. Aquel día había ido dispuesto a enorgullecer a sus padres pero se cohibió al estar rodeado, no solo por tantas personas, sino por sus Dones tan maravillosos.

Gracias a su cobardía terminó molestando a su querido padre, quien ya sufría de una muy limitada paciencia y un frágil manejo de la ira, desatando así la situación que vivió no hace más de unas cuantas horas atrás. Bueno, no era la primera vez. Desde que tenía memoria podía recordar a Masaru siendo de esa forma con él, golpeándolo o castigandolo con rudeza cuando desobedecía, cometía un error o simplemente se cruzaba en su camino cuando estaba molesto.


—Ven si quieres comer o has lo que quieras.


Su madre se asomó desde la puerta corrediza para decir eso y luego desaparecer dentro de la casa nuevamente, ella era una dama, cualquiera que la conociera podía halagar su elegancia y buenos modales pero Mitsuki no era solo lo que mostraba. Oh, claro que no. Su querida madre tenía una personalidad demasiado similar a la suya (aunque físicamente también eran similares) pero también tenía otra, una un poco más loca, lunática.

Decidió entrar pero no a cenar, sino a encerrarse en su habitación y tal vez poder llorar toda la noche.

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Mundos Diferentes [Todobaku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora