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En un mundo donde ver el hilo rojo del destino era normal y aceptarlo era lo complicado...

Naturalmente ver el hilo rojo del destino era normal para todos los seres humanos, al menos el suyo y el de su pareja, aunque existían ciertas "cláusulas"; a los 10 años de edad (siendo apenas un niño), podía ver por sí mismo un hilo rojo alrededor de su dedo meñique derecho, como si se tratará de un anillo. Después de los 15 años (ya en la adolescencia), el "anillo" comenzaba a cambiar, estirándose de forma lenta y perezosa, guiandolo en una dirección fija pero volviendo a enrollarse si su pareja destinada no estaba cerca y uniéndose si estaba cerca.

Katsuki creía que eso era una estupidez.

Como cualquier chico adquirió la habilidad de ver su propio hilo rojo a los 10 años pero después de eso no vio ningún cambio, aún cuando sobrepasaba los 15 años, su hilo nunca se había estirado y permanecía enroscado alrededor de su dedo como un simple anillo de hilo. Al menos eso creyó hasta ese día, su primer día en la academia para héroes, esa fue la primera vez que vio un cambio y no uno simple sino más bien drástico. Apenas estaba pasando la entrada del lugar cuando su mano derecha se elevó por sí misma y su dedo meñique se movió de una forma dolorosamente extraña, el hilo rojo se extendió y su cuerpo se movió por sí mismo siguiéndolo.

No, no, no... ¿¡Qué mierda!?

Se resistió cuanto pudo, tomando su mano con la izquierda y colocando los pies firmes en el suelo pero nada dió resultado, el hilo jalaba su cuerpo con una fuerza misteriosa e imposible de contener. Finalmente se rindió, dejándose arrastrar y caminando a paso veloz para disimular, pues solo él podía ver lo que sucedía, los demás veían a un rubio loco luchando contra su mano derecha. Era obvio el por qué, ¿no? Katsuki tenía su ceño fruncido como era habitual mientras sus pasos lo llevaban a la parte trasera del edificio principal, cerró brevemente los ojos suspirando pero un impacto lo hizo detenerse.








—¿Qué mierda te pasa? ¿Imbécil, no tienes ojos o...?








Su vista se alzó, pues quien había chocado contra él era algunos centímetros más alto, pero su boca se cerró de golpe al conectar miradas. Sus ojos rubí se quedaron fijos en los curiosamente heterocromaticos, era la primera vez que veía una combinación tan única como la plata y el océano, además de cabellos blancos y rojos. No supo si fue instinto o alguna clase de llamado extraño pero ambos giraron sus cabezas al mismo tiempo y en una única dirección, rompiendo la conexión de miradas para ver sus manos derechas, justo a sus dedos meñiques donde sus hilos rojos aún los envolvían como anillos pero al mismo tiempo se extendían para unirse como si se trata de uno.










—No. Esto no puede estar pasando.









Se quejó en voz baja por la sorpresa mientras el contrario colocaba distancia entre ambos y lo veía sin expresión alguna, tampoco parecía estar feliz con esa situación, tras recuperarse del shock y darle una mala mirada al desconocido silencioso, se dió media vuelta y comenzó a alejarse a paso veloz. No se giró ni una vez, tan solo podía ver como el hilo rojo se extendía y alargaba con cada paso que daba hacia aquel chico que no había pronunciado palabra alguna, manteniendolos unidos.

Chasqueó la lengua y apretó los puños.

¿Cómo lidiaría con eso?

¿Cómo lidiaría con eso?

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Mundos Diferentes [Todobaku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora