XX

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Las tradiciones siempre deben ser respetadas...

Se había escapado del castillo para salir en una pequeña aventura con sus tres únicos amigos, quienes desconocían por completo su verdadera identidad, creían que tan solo era hijo de uno de los tantos nobles pero la verdad iba más allá. Aunque tal vez incluso si les dijera, no le creerían, pues su existencia era un secreto fuera de los muros del castillo donde solo trabajaban aquellos dignos de la confianza del Rey y eran realmente pocos pero más que suficientes.





—¿A dónde iremos?






Preguntó Iida, un caballero novato, recién había terminado su preparación como caballero y estaba asignado a vigilancia común en el pueblo. Obviamente ese era su día libre, de lo contrario no los hubiera acompañado, pues era un chico responsable y comprometido con lo que hacía. Su cargo inferir era lo que le impedía conocer su verdadera identidad, algo que agradecía pero sabía que eso no iba a durar mucho, pues el chico tenía potencial para ascender y llegar incluso a ser parte de la guardia personal del Rey. Además descendía de una larga cadena de caballeros reconocidos, de hecho su hermano mayor trabajaba en el castillo.





—¿Estabas caminando adelante sin saberlo?






Le devolvió la pregunta Ochako, la única chica del grupo y hechicera de bajo nivel, no era mala o con falta de práctica. Su bajo desempeño se debía únicamente a su cuerpo y origen, pues había nacido de una combinación de hechicero-humana, por lo que su potencial mágico era muy limitado. Tal vez lo que más le faltaba era experiencia y esa era su razón principal para acompañarlos, aunque obviamente lo encontraba divertido, se centraba más en desarrollar sus hechizos y fortalecer su cuerpo.






—Iremos al bosque prohibido, según el libro, allí hay raras especies de plantas medicinales.







Habló Izuku, un campesino común, aunque también considerado aventurero recién iniciado y un buen samaritano. Pues solía ayudar a todos, cualquier persona que se cruzara delante de él era recibida por una sonrisa mientras le brindaba su ayuda aún si no se la habían pedido. Él era la causa principal de sus aventuras, pues el chico se pasaba horas leyendo libros viejos y escuchando historias de aquí allá, persiguiendo mitos y leyendas. Esta vez poseía un viejo libro que hablaba sobre plantas medicinales, por supuesto de orígenes desconocidos y con misteriosos poderes curativos, su mirada brillaba conforme más cerca estaban.







—¿¡Qué!? Pero no se supone que entremos en ese lugar, muchas personas han desparecido.







—Una aventura no puede ser una aventura si no hay riesgo, ¿no?








Iida, quien obviamente fue quien sobre-reaccionó y prácticamente se detuvo para mover las manos de forma extraña, miró a Shouto con una expresión complicada, pues fue él quien le respondió. Luego suspiró mirando a los otros dos chicos, quienes solo sonreían, era obvio que ninguno planeaba retroceder. Asintió rendido y siguieron caminando, siguiendo un camino de tierra y piedras, bastante viejo y poco tránsito pero perfectamente visible.

Entrar al bosque fue tan sencillo...

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Mundos Diferentes [Todobaku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora