Pista 3. Una foto en blanco y negro

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La claridad comenzaba a entrar por la ventana de la habitación de Amelia. A pesar de no haber dormido mucho esa noche, se despertó a la misma hora de siempre pero esta vez tenía un brazo y una pierna que la rodeaban sin dejarla apenas moverse libremente. Hizo algún intento de salir de ahí pero fue en vano, así que se rindió y decidió quedarse un rato más en la cama. La noche había sido larga y, aunque Luisita era muy dulce, no sabía qué despertar tendría con resaca y tampoco quería comprobarlo en ese instante.

Desde que la rubia comenzó a trabajar en la compañía, la vida de la morena había dado un giro que ninguna de las dos podría haber imaginado tras aquel brusco primer encuentro en el camerino de la actriz. No le gustaba que la molestaran cuando estaba en su camerino y Luisita solo había tratado de ser amable y simpática, pero Amelia siempre estaba a la defensiva, sin gastar más palabras ni más tiempo que el necesario con cualquier persona.

Tras ese momento, cada vez que Luisita se tenía que dirigir a Amelia fuera de escena intentaba evitarlo y hacer que Marina o cualquier otra persona lo hiciera por ella, aunque poco a poco iban intercambiando alguna frase, siempre relacionado con el trabajo. Después de algunas semanas y con una Amelia más receptiva, la rubia se atrevía de vez en cuando a invitarla a unirse a los planes que tenía con sus compañeros mientras la morena los rechazaba de forma educada. De ahí que Luisita no se creyera que por fin hubiera accedido a ir a un concierto con ellos y, sinceramente, ella misma tampoco se lo creía mucho, pero tenía ganas de pasar un rato con la rubia, aunque fuera en el concierto de un grupo que apenas llenaba un bar de 200 personas y con sus compañeros. Lo que fuera con tal de mostrarle una Amelia distinta a la de los escenarios.

Ahora estaba atrapada bajo su cuerpo, acariciando ligeramente con las yemas de los dedos el brazo que la rubia tenía sobre su tripa con cuidado de que no lo notara y, aunque no podía verla, sabía que tendría el pelo revuelto mientras dormía plácidamente. Esa imagen en su cabeza la hizo sonreír. Para ella la rubia era así, calma y alboroto, tranquilidad y revolución, nervio y control. Como en escena. Como en esa vida que Amelia tenía asumida y ella le había dado la vuelta sin saberlo.

*****

Sacar a Luisita del King's la noche anterior no había sido nada fácil. La cantidad de alcohol que había en su cuerpo no había hecho sencillo convencerla de que había que volver a casa, sobre todo teniendo a la rubia pegada a ella mientras bailaban, y después de haberle dejado varios besos por el cuello que Amelia decidió ignorar a pesar de que una descarga eléctrica recorrió su cuerpo al notar el contacto de los labios de Luisita en su piel.

"Venga va, baila conmigo solo una canción y te dejo en paz. Va, aquí, no hace falta que sea en el centro de la pista, que no se lo digo a nadie".

Sólo recordar cómo Luisita le susurraba al oído le erizaba la piel, aunque probablemente serían imaginaciones suyas fruto del estado de la rubia y decidió no darle más vueltas ya que, una vez que llegaron a casa de la actriz, la rubia cayó rendida en la cama, no sin antes pelearse con las mangas de la camiseta del pijama que le había prestado Amelia.

*****

El sol iba entrando cada vez con más fuerza en la habitación, haciendo que la luz diera finalmente en las chicas, lo que provocó que Luisita cambiara de posición mientras emitía sonidos indescifrables sin llegar a despertarse del todo.

Amelia aprovechó el movimiento de la rubia para salir de sus brazos e intentar levantarse, y eso hizo que Luisita se despertara de golpe, incorporándose un poco en la cama intentando comprender la situación.

- ¿Qué haces aquí? – Tras un vistazo rápido Luisita se dio cuenta que aquel lugar no era conocido. – ¿Qué ha pasado? ¿Dónde...?

- Tranquila – dijo Amelia riendo – Estás en mi casa. Buenos días, por cierto.

Cara B - [A Luimelia playlist]Where stories live. Discover now