Pista 45. La frase tonta de la semana

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Luisita se levantó de la cama después de no haber dormido demasiado en toda la noche dando vueltas en su cabeza a la presencia de Amelia allí, durmiendo en esos momentos en su cama, y en una lucha interna continua por ceder un poco ante ella o mantenerse firme en su idea de poner distancia entre las dos.

Era cierto que, tras la sorpresa inicial de verla allí plantada, sobre la arena, a unos metros de ella como si aquella situación fuera una broma de cámara oculta de dudoso gusto, se había sobrepuesto a su actitud defensiva y había dejado de luchar contra sus sentimientos más profundos, mostrándose más cercana y haciéndole ver que su viaje no había sido del todo en balde. Al menos, iba a tratar de aprender en esos pocos días a ser su amiga, a hacer de guía en Los Ángeles y comprobar ella misma que podían estar juntas y divertirse sin dar un paso más.

Se dispuso a preparar el desayuno intentando hacer el menor ruido posible para no despertar a Sebastián que seguía dormido en el sofá hasta que escuchó cómo se desperezaba.

- Buenos días, bella durmiente – pronunció la rubia desde la cocina.

- Buenos días. ¿Me vas a traer el desayuno a la cama? – preguntó poniendo ojitos. – Nadie lo hizo antes.

- Pues vas a tener que seguir esperando a tu príncipe azul – expresó Luisita, rompiendo toda la ilusión de Sebastián.

- Sí, seguiré triste y solo esperando que llegue ese día – narró de una forma bastante dramática que hizo reír a Luisita. – En realidad, si yo fuera tú y tuviera que elegir a quién llevar el desayuno a la cama hoy también lo tendría claro.

- Pues tú vas a desayunar en la cocina y Amelia aún no se ha despertado, así que nadie va a desayunar en la cama – dijo echando café en una de las tazas.

- ¿Has dormido bien? – consultó serio el chico cuando se acercó a la rubia tras levantarse.

- Sí, bueno, todo lo bien que se puede dormir teniendo a la Virgen de Guadalupe mirándote – Luisita tampoco tenía demasiadas ganas de escuchar recién levantada el sermón de Sebastián diciéndole que hablara con Amelia de sus sentimientos por enésima vez.

- Ah, no, Luisa, la Virgen de Guadalupe es sagrada – respondió Sebastián ofendido apuntándola con el dedo.

El chico salió hacia el baño para asearse antes de desayunar, dejando a la rubia en la cocina terminando de preparar unas tostadas para los dos y regresó tras unos minutos.

- ¿Qué vas a hacer con Amelia? Ahora, quiero decir – se interesó llevándose a la boca su tostada de aceite y tomate.

- Pues a ver si consigo que de despierte un momento para decirle que nos vamos, que no se asuste, y luego no sé, la verdad. No sé qué hacer – declaró llena de dudas.

- Podéis ir a la playa, hacer turismo,... Lo que harías con cualquier amiga.

- ¿A la playa? ¿Con Amelia? – el chico asentía a cada pregunta. – Vamos a ver Sebastián, ¿tú la has visto bien?

- Luisita, a lo mejor no soy el más indicado para ayudarte a responder esa pregunta.

- Pues ya te lo digo yo. No, no la has visto bien y no la has visto en bikini. Que es una diosa, Sebastián – pronunció exagerada ante las risas del chico.

- Anda, ve, ya termino de recoger el desayuno yo.

- Es que eres un sol – dijo acercándose a él y dándole un sonoro beso en la mejilla. – ¡Guapo!

- Eso ya lo sé yo – expresó entre risas el chico.

*****

Luisita se dirigió a su habitación y tocó ligeramente la puerta por si Amelia estaba despierta pero seguía en la cama sin obtener respuesta. Abrió despacio la puerta y, tras llamarla suavemente, comprobó que la morena seguía profundamente dormida, de cara a la ventana, sin importarle la luz que traspasaba las cortinas y medio arropada con la sábana, dejando ver parte de sus piernas. La rubia suspiró al recorrer el cuerpo de la morena con sus ojos antes de acercarse hasta ella y tratar de despertarla.

Cara B - [A Luimelia playlist]Where stories live. Discover now