Capitulo VIII

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Leia

Un dolor absurdo y abrumador me invadió por completo al intentar moverme. La cabeza me dolía tanto que parecía romperse aunque no lo hiciera. Los párpados me pesaban y el izquierdo aún más, pero lo que más me pareció extraño fue que mi cama estuviera más caliente de lo normal. Un extraño sonido parecido a los latidos de un corazón se oían debajo de mi almohada ¿y si hay alguien aquí conmigo?, la idea me pareció absurda hasta que lo ocurrido la noche anterior golpeó de lleno mi mente. Los recuerdos se hicieron más claros y Jayden vino a mí de nuevo besándome, abrazándome, sacándome a jalones del bar y su contundente puñetazo por mi rostro que me dejó en este estado. Me sentí desesperada creyendo que fue solo una terrible pesadilla y me obligué a despertar. ¿Qué fue aquello tan malo que le hice para que él pudiera lastimarme de esta manera?.

— ¡¿Que carajos haces aquí?! — pregunté asustada con el corazón latiéndome a mil por segundo cuándo me di cuenta de que era Custer y para mi vergüenza yo lo estaba usando de almohada. Un fuerte estruendo me hizo dar un pequeño brinco en la cama y la habitación se iluminó con el relámpago, seguido unos minutos después de eso empezó a llover.

— Disculpa, no sé en qué momento me quedé dormido.. — confesó con una voz ronca mientras se desperezaba — ¿Qué hora es? — preguntó incorporándose en la cama frotándose los ojos.

— No lo sé, dímelo tú.. — dije sentándome del otro lado de la cama — ¿Qué fue lo qué pasó? — pregunté tratando de concentrarme en lo que era importante y dejar de pensar en sus tenebrosos tatuajes que parecían moverse en esta obscuridad bajo su piel.

— Bueno, déjame decirte que jamás había presenciado una cita tan intensa.. — bromeó pero no me causó ninguna gracia — ¿Sabes algo? — inquirió levantándose para dirigirse hacia el baño.

— No, dímelo.. — murmuré esperando que bajo esta penumbra no se notara el cálido rubor que se había instalado en mi mejilla.

— Roncas muy fuerte.. — confesó para luego cerrar la puerta del baño detrás suyo. Estoy segura de que ahora mismo se está riendo de mí.
Al menos solo ronqué y espero que no se me hayan escapado algunas flatulencias, eso si que sería algo muy vergonzoso.

No podía ver casi nada debido a que un ojo lo tenía casi cerrado y el otro pues funcionaba a medias. Pude ver un vaso con agua y dos pastillas al lado, supongo que Amber las dejo aquí para mí. Intenté estirar mi brazo para alcanzarlos pero un dolor punzante se extendió hasta mi conciencia lo que me hizo emitir quejidos ahogados y algunas lágrimas se me escaparon.

— Oye, déjame ayudarte.. — dijo él acercándose después de cerrar la puerta del baño al salir.

— No hace falta, yo puedo sola.. — insistí y traté de nuevo de tomar el vaso con agua pero el suplicio en todo mi cuerpo fue insoportable. Traté de suprimir un sollozo mordiéndome el labio inferior mientras mis ojos se me llenaban nuevamente de lágrimas y un sabor metálico invadió mis papilas gustativas, entonces me di cuenta que se me había roto el labio.

— No hagas eso, no seas terca Leia.. — susurró y una mano callosa tomó la mía generando de nuevo esa corriente eléctrica. Entonces me di cuenta que traía los nudillos magullados y amoratados ¿será que es lo que estoy pensando? — Mira, volviste a abrir tu herida.. — dijo tomando el extremo de la holgada camiseta que yo traía puesta y caí en cuenta de que yo no llevaba pantalones. Contuve la respiración mientras él con sumo cuidado me limpiaba la sangre que había brotado, estaba avergonzada debido a que sólo estaba con mi ropa interior y no tenía sostén, ¿dormí con él así?. Ni siquiera estaba depilada, no me  preparé con Jayden y nunca esperé que nuestra cita avanzara a segunda base razón por la cuál no me había rasurado.

PELIGROSA AMISTAD © Where stories live. Discover now