chapter eighteen

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Han pasado tres días desde mi último desmayo. Por la noches, cuando duermo, se me aparece ese hombre frente a mi, pero su rostro esta como distorsionado y negro, opacando a mi vista. En estos días he estado hablando más con Tae Whan, me parece muy dulce que se preocupe tanto por mi. Esta tarde he quedado con él para vernos un rato y hablar de la vida mientras damos un hermoso paseo por las calles concurridas de Seúl. También tiene algo importante que decirme. No se que tiene que ser tan importante que no puede decirme por teléfono.

Después de darme un baño relajante, salí de la ducha y con una toalla blanca y suave envolví mi cuerpo. Me acerqué al espejo y con mi mano derecha quité el vapor que se había impregnado en él por culpa del agua caliente. Me miré en el y me quité algún que otro resto de pintura que tenía alrededor de los ojos. Una vez realizado ese acto me iba a dirigir a la habitación, pero un terrible dolor de cabeza me lo impidió. Me sujete el la pica y repire profundamente con los ojos cerrados para que se me intentara pasar lo más rápido posible, pero como eso no sucedía tuve que recurrir a las dichosas pastillas. Mi estómago tiene que estar contento. Con los ojos cerrados, guíe a mi mano hacia el pequeño armario que había al lado de el espejo para de ahí, sacar las pastillas. Tomé el bote y lo abrí para después echar tres pastillas a mi mano contraria de la que tenía el bote y llevarlas a mi boca. Solté el pequeño bote y abrí el grifo para tomar un poco de agua para que las pastillas bajaran más rápido por mi garganta. Un gran suspiro salió de mi boca, ¿Por qué estos dolores tan fuertes si no tengo nada? Salí del baño enfoscada y me dirigí a mi armario para sacar unos sinples pantalones denim anchos y un top blanco pegado al torso de manga larga ya que se está acercando el invierno y con ello las Navidades. Me coloqué la ropa y fuí de nuevo al baño para coger el secador y secarme el pelo. Una vez secado y alisado tomé de uno de los cajones un bolsito que contenía todo mi maquillaje. Simplemente me eché un poco se corrector, me hice el eyeliner y eché cacao a mis labios secos. Cerré el estuche y lo volví a meter en el cajón. Salí del baño de nuevo y me senté en la cama para sacar de la mesita de noche un par de calcetines blacos con los que me pondría mis grandiosas botas negras que me hacian ver bastante más alta de lo que soy. Después de realizar todo ese proceso, me miré al espejo de cuerpo entero que tenía, solté los zapatos en el suelo y me hice una foto. Guardé el móvil y cogí los zapatos para así salir de la habitación para bajar las escaleras y adentrarme en el comedor. Cuando estaba ya allí, me encontré a mi pequeño sentado en la barra de la cocina, observando como su padre estaba cocinando algo.

-Hola cariño-le di un beso en la cabeza a Eun Jin mientras le acariciaba la frente. -¿Qué, vas a merendar? -Este asintió con la cabeza

-Papá está preparando tortitas-me regaló una gran sonrisa y me recorrió con la mirada-¿A dónde vas mamá?

Después de su pregunta inmediatamente Jung Kook se dio la vuelta.

-Eso, ¿A dónde vas? -dijo con la sartén en la mano para echar las tortitas en un plato

-He quedado con Tae cielo, no volveré tarde-le respondí a Eun, omitiendo a Jung Kook

-Vale mami-soltó una pequeña risa

-Gracias por responderme querida-me guiño un ojo Jung Kook

-Denada querido-le respondí con el mismo gesto

-Adiós, os veo luego-le di un beso a mi hijo y me fui de la cocina

"¿Y para mi no hay beso?", fueron las palabras que escuché de parte de Jung Kook

-No cielo, no lo hay-grité en respuesta, soltando una risita

Agarré mis llaves, me puse las zapatillas que tenía en mano y salí por la puerta principal.

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Me encontraba debajo de un árbol en una calle donde no había mucha gente, bastante extraño para ser una de las calles donde más gente suele haber. Me desplaze unos pasos más hacia la derecha donde habia un banco que me pedía a gritos que me sentara en el, al igual que mis piernas. No puedo estar tanto rato de pie. Ya sentada en el banco tuve que hechar mi cabeza para mover mi cuello, el cual empezaba a darme crujidos dolorosos. En ese mismo momento alguien puso sus manos en mis ojos, a lo que yo me asuste bastante.

-¿Pero qué coño? -intenté quitar las manos de mi cara, pero el sujeto que tenía detrás de mi me lo impedía-¿Quién eres? -pregunté

-¿Quién crees que soy? -soltó una leve risa

Esa risa la conozco demasiado bien

-¿Tae? -quité las manos de mi cara y miré hacia atrás

-Has acertado-me mostró una tierna sonrisa

-Ven, siéntate-toqué el banco indicando que se sentara

Este me hizo caso y me rodeó para sentarse a mi lado.

Estuvimos un buen rato hablando de como nos fue la vida desde la última vez que nos vimos, hasta que decidimos ir a una cafetería que estaba cerca de donde estábamos, de la cual, bastante gente dice que tienen uno de los mejores cafés de la ciudad, y la verdad esque me ansía comprobarlo.

(...)

-¡De verdad, esa mujer estaba loca! -no podía dejar de reír a carcajada limpia. Tae Whan me estaba contando una anécdota que tuvo en unas rebajas hace un tiempo

Unos minutos después nos relajamos y nos estiramos en nuestros sitios a la vez, causando más risas entre nosotros.
Le di un sorbo al café que hace poco nos trajo una camarera que resultó ser  la prima de Tae Whan.

-Dios, esto está buenísimo Tae-le di otro sorbo amplio a la bebida caliente que tenía frente a mi.

-Igual que yo-cerró los ojos y sonrió con aires de grandeza

Mientras el hacia cosas de "egocéntrico" me quedé observandole. Tae Whan es un chico muy atractivo. Su piel morena, su pelo negro y su piercing en la nariz son las cosas que le hacen ser tan guapo, a parte de su cuerpo que no es muy musculoso pero se mantiene en forma.

-Oye, Tae-le llamé para me prestara atención

-Dime, Hannah-este dejó lo que estaba haciendo para mirarme

-¿No tenías que decirme algo, importante? -pregunté, tenía intriga.

La cara del moreno cambio completamente. Su rostro se puso pálido, sus manos empezaron a temblar, pudiendo ver el sudor que corría por ellas desde donde estaba sentada.

–¿Te encuentras bien, Tae Whan?—pregunté algo preocupada por su reacción

–Si, esque no me esperaba que me lo preguntaras ahora—se rascó la nuca a la vez que soltaba una risa nerviosa

–Bueno, ¿me dirás? —arqueé una ceja

–Bueno, pues, haber como te digo esto—volvió a rascar su nuca.

Sorpresivamente, este agarró mis manos con un poco de fuerza.

–Hannah–me nombró

–Dime—respondí

–Llevo enamorado de ti desde el primer dia en el que te ví, manchada de café por mi culpa.

𝘚𝘵𝘶𝘱𝘪𝘥;: ʝʝƙWhere stories live. Discover now