𝒒 𝒖 𝒊 𝒏 𝒄 𝒆

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Valentín.

—Dale chiqui, agarrá cualquier cosa. —Bufé viendo a Daniel revisar su placard por quinta vez desde que llegamos del colegio.

—Pará, quiero estar fachero.

—¿Para qué? No te tenes que levantar a mis amigos.

—Ni ti tinis qui livintir i mis imiguis. —Rodé los ojos y me reí ante la inmadurez de Dani.

Hoy, como todos los jueves, tengo ensayo con la banda y Daniel va a ir por primera vez, también es la primera vez que llevo a alguien porque nadie más que él sabe mi secreto, así que estaba un poquito nervioso.

—¿Cómo me queda este? —Daniel me sacó de mis pensamientos haciéndome enfocar la vista en el buzo amarillo que llevaba puesto.

—Hermoso, como los otros diez que te probaste.

—Quiero estar presentable, les quiero caer bien, qué se yo.

—Vos siempre estas presentable, Dani. —Me acerqué viendo como el buzo enorme lo hacía parecer todavía más chiquito de lo que ya es. —Estás hermoso como siempre, pero vamos a llegar tarde y me van a matar.

Salimos de su casa despidiéndonos de su mamá y de Norma, con la cual me llevaba cada vez mejor.

El ensayo era en el garage de Agustín y para eso nos faltaban cinco cuadras, lo que me lleva menos de siete minutos todas las semanas, aunque esta vez los besos de Daniel y sus brazos alrededor de mi torso duplicaron el tiempo.

Llegamos a destino con un Daniel nervioso apretando mi mano, yo le dí un último beso antes de golpear la puerta.

—¿Qué onda, loco? —Agustín nos recibió con su sonrisa característica de siempre.

—Compa, él es Dani. Tratenlo bien, voy al baño. —Daniel me miró con los ojos abiertos de par en par y yo corrí al baño, un poco me quería escapar y otro poco me estaba meando.

Hice mis necesidades y me miré al espejo, ¿y si a Daniel no le gusta la banda? Bue, qué sé yo, no soy Freddie Mercury pero tampoco que canto tan mal.

Salí del baño yendo al garage de la casa donde las cosas ya estaban armadas, y Agustín abrazaba por los hombros a Daniel mostrándole algo en su cuaderno.

—¿Arrancamos? —Dije llamando la atención de todos, quienes asintieron y se movieron a sus respectivos lugares, yo me acerqué a Daniel que se sentó en el sillón beige desgastado. —¿Todo bien, chiqui?

Daniel hizo un sonido afirmativo y dejé un beso en su frente antes de unirme al resto de los chicos y acomodarme en mi lugar de siempre.

Agustín marcó el ritmo y la música empezó, cerré mis ojos dejando que el sonido de los instrumentos me nutra.

—Si no me mata me va a hacer crecer…

Cada tanto abría los ojos encontrando la mirada de Daniel puesta fijamente en nosotros.

—Nene, al carajo lo que pueda parecer. —Intenté guiñarle un ojo cuando su mirada cruzó con la mía pero solamente conseguí una risa suave de su parte.

El resto de la canción siguió con normalidad, esta era mi favorita, escrita por Agustín y por mí en una noche acostados en el techo fumando porro.

—Hoy soy duro de matar como Bruce Willis, y contra tu caretaje me dedico a escupir bilis. —Agustín terminó el tema con un sonido raro que nos hizo reír a todos.

trust ; wosaniWhere stories live. Discover now