5

1.9K 249 101
                                    

El seis de marzo ambos despertaron con el frío congelando sus pies. Gracias a los sentimientos confundidos se habían olvidado incluso de cubrirse con las gruesas sábanas con estampados de flores. Gilbert aún cumplía con la distancia, ni un centímetro más, ni un centímetro menos. Anne vio por su ventana, fue entonces donde supo que todo su vecindario y probablemente toda la ciudad habían muerto.

-Mi querido mundo -susurró-, ¿cómo pudiste cambiar tan rápido?

El chico se movió.

-Hola -dijo.

-Hola -respondió ella con lástima- ¿Te gustaría ayudarme a cavar las tumbas para Matthew, Marilla y Jerry? Hay bolsas de basura en la cocina, usaremos guantes si es posible.

-Por supuesto -dijo él frotando sus ojos con sus manos-, tendré que ir a casa primero a buscar todas mis cosas.

Anne no se volteó, pero asintió, el chico se calzó sus zapatos y cuando estuvo a punto de salir de la habitación la voz de la pelirroja lo detuvo.

-Con cuidado -no quitaba su vista de la ventana-. Ya sabes, ve lo más rápido que puedas.

-No te preocupes -la miró de arriba a abajo-, cuando vuelva te contaré como está ahí afuera.

Y salió. Ella escuchó sus pasos apresurados, lo vio salir de la casa y lo siguió con la mirada hasta que su delgada figura se perdió entre la neblina que azotaba a la ciudad aquella mañana, suspiró con una inmensa tristeza invadiendo su cuerpo, fue entonces cuando decidió bajar y hacer un inventario de las cosas que habían en su alacena y cocina, Anne cerró sus ojos tratando de imaginar el lugar en que vivía Gilbert: Una casa propia pequeña, oscura, platos sucios en el lavabo, cubiertos de plata y platos de porcelana heredados que estaban guardados en una vitrina color café que a duras penas aguantaba el peso de las pocas cosas que tenía dentro. Supuso que no tendría mucho para comer, así que decidió que lo que en su casa estaba era lo único necesario o suficiente para ambos.

¿Cuanto tiempo sobrevivirían con eso? ¿Que harían cuando la comida se acabara? ¿Saquearían los mercados? Claro que lo harían, todo Liverpool estaba muerto, ellos dos eran los únicos vivos en la ciudad, no era una broma. Puede sonar increíblemente conveniente para que una historia de amor entre Gilbert Blythe y Anne Shiley-Cuthbert surgiera, pero incluso los internos en los hospitales, en las cárceles y en los asilos habían sido rociados por la lluvia el día anterior, todos menos ellos.

-Volví -dijo Gilbert abriendo la puerta.

-¿Y? -preguntó- ¿Que está ocurriendo en la ciudad?

Él resopló y lanzó su gran mochila al sofá, puso ambas manos tras su cuello no tenía palabras.

-Nada.

-¿Qué?

-Parece que todos han muerto.

Anne no respondió.

-Voy a subir mis cosas -dijo él notando su mirada ida.

-Sí, ve.

La pelirroja tomó un lápiz y una libreta que ya no serviría, comenzó a escribir que habían dos bolsas de mezcla para panqueques, tres cajas enteras de bolsitas de té, entre otras cosas. Pudo escuchar como la lluvia comenzaba a caer, se sintió aliviada de que Gilbert hubiese llegado. También pensó en que probablemente él podría ser un ladrón o alguien que se estuviese aprovechando de su nobleza hasta que...

-¡Anne! ¡Anne!

Él casi voló desde el segundo piso, ella se sintió tan asustada que apoyó ambas manos en el mesón de la cocina.

-¡¿Que ocurre!?

-¿Te sientes bien? -puso una mano en su pecho- Dios, pensé que estabas fuera -hiperventiló-, me asusté, aléjate de la lluvia.

Ella sonrió, lo miró como si no lo hubiese hecho antes, entonces notó algo raro.

-¿Gilbert?

-¿Sí?

-¿Cómo es que sabes tanto de la lluvia?

Él miró a ambos lados con temor.

-Toma asiento -le señaló el sofá.

「𝐑𝐚𝐢𝐧 ; 𝐀𝐧𝐧𝐞 × 𝐆𝐢𝐥𝐛𝐞𝐫𝐭」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora