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Ambas mujeres estaban sentadas, cada una con un plato de comida en frente, no era como la comida abundante que Rapunzel siempre recibía en el castillo, pero no iba a quejarse, mucho menos ahora que estaba sin apetito.

Su mirada viajaba del plato de comida en sus manos a la mano derecha de Cassandra, la cual estaba posada como si nada en la mesa.

Era normal, sí, pero, nunca se dio el tiempo de notar que su mano ya no estaba totalmente quemada como recordaba, en realidad ahora se veía cómo si jamás hubiese estado casi sin pellejo y totalmente negra.

“¿En qué momento...?” Pensó Rapunzel.

— Creo que fue cuando me reviviste, no lo noté hasta que fui a empacar y quise darme un baño. —Habló Cassandra, rompiendo el silencio incómodo que se había formado entre ambas, además que era obvio que Rapunzel estaba viendo su mano.

— Y-Yo... Cass... Ese día, yo... De verdad debí escucharte cuando me dijiste sobre usar esa lanza... —Rapunzel comenzó a balbucear mientras jugaba con un mechón de cabello, ese era uno de los miles de mini-arrepentimientos que tenía con Cassandra.

Y en cierto modo este era el peor de todos.

— Raps, ya lo superé... —Cassandra posó su mano derecha sobre la mano de Rapunzel que yacía también en la mesa.

Rapunzel la miró a los ojos, y algo en la mirada de Cassandra le dio una increíble sensación de seguridad en su pecho.

— Igual quería disculparme Cass... Por todas esas veces que no te escuché, por todas esas veces que tuviste que seguir esperando en vez de hacer lo que sabías que era lo mejor. Yo... No sé si de verdad después de todo lo que pasó pueda ser una buena reina, Cass. Todo lo que le pasó a Corona, fue mi culpa... Quizá si nunca hubiera salido de la torre- —Rapunzel fue interrumpida por un apretón en su mano, de parte de Cassandra, y no pudo evitar notar lo cálida que se sentía su mano sobre la propia.

— Rapunzel. Mírame a los ojos. —Ordenó la pelinegra, y fue obedecida inmediatamente por la princesa.— Si no fuese por ti seguramente estaría siendo una criada más en el castillo, ambas sabemos que sin toda esta aventura mi padre jamás hubiera visto lo que soy capaz, ni me hubiera dejado ser libre, yo pude irme al cumplir los dieciocho, pero jamás tuve el valor. Pero después de todo, esperar valió la pena. —Le sonrió levemente a la pecosa, quién no parecía muy convencida aún.— Raps, no todas tus desiciones fueron perfectas, y es normal, ¡Era tu primera vez en el mundo exterior!, además que todos los seres humanos cometemos errores. —Su mano libre se posó en aquella parte de su pecho dónde solía estar la piedra luna.— Yo también cometí errores, demasiados, y me sorprende que hayas sido capaz de perdonarme, y aún así lo agradezco y mucho, Raps... Ya me desvié, el punto es, que no importa las dificultades que se te interpongan, al final el sol siempre va a salir sin importar cuántas veces la luna también salga, ¿Verdad? —La morena asintió, no muy segura de sí misma.

Cassandra se cambió de lugar en la mesa, ahora pasó de estar sentada frente a Rapunzel a estar a su lado.

— Raps, eres el sol de Corona. —Cassandra tomó ambas manos de Rapunzel entre las suyas.— No importa cuantas veces la luna o cualquier nube sombría cubra a Corona, tú siempre saldrás más fuerte que nunca, y les brindaras tu luz y apoyo, sin juzgar a nadie. —Una de las manos de Cassandra se deslizó hasta el rostro de Rapunzel, quién accedió a aquel contacto apegando más su mejilla a la mano de la mayor.

— Cass... Yo también soñé contigo... —Murmuró Rapunzel después de unos minutos en silencio, donde ninguna de las dos se había movido o hablado.

Cassandra sabía perfectamente lo que quería hacer, pero no podía, no debía.

Rapunzel era la prometida de Fitzherbert, su mejor amiga, y pasó mucho dolor por su culpa, Cassandra jamás se sentiría merecedora de ella.

¿Estoy satisfecha? | CassunzelWhere stories live. Discover now