Capítulo 9

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More wood for their fires, loud neighbors

Flashlight reveries caught in the headlights of a truck

Eating seeds as a past time activity

The toxicity of our city, of our city

New! What do you own the world?

How do you own disorder, disorder?

Now, somewhere between the sacred silence

Sacred silence and sleep

Somewhere between the sacred silence and sleep

Disorder, disorder, disorder

Toxicity: System of a Down

1

Los rayos del Sol se colaron a través de la ventana y se instalaron justo en el rostro de Jade. Gruñó, molesta. Odiaba que la despertaran, odiaba que el sueño se le perdiera de esa manera pero, sobre todo, odiaba que el estúpido calor del Sol de la mañana fuese el culpable.

Abrió los ojos de golpe y se sentó en la cama como una posesa. Miró alrededor, girando la cabeza como si se tratase de un ventilador.

¿Dónde mierda estoy? Pensó. Se levantó timorata, dejando que el frío del piso de madera se clavara como pequeñas agujas en las plantas de sus pies. Le gustaba esa sensación y no se cuestionaba el por qué. El dolor era un placer incomprendido.

Soy una jodida masoquista.

Se encogió de hombros ante el pensamiento y movió la cabeza para deshacerse de ellos. Dejó la habitación y miró la sala, la recepción y al no encontrar a nadie, caminó a la cocina. Abrió la nevera encontrándose con varios alimentos. Se decidió por una pera y le dio un mordisco, sonriendo al sentir el ácido de la fruta sin madurar completamente. Así le gustaban.

El sonido de la puerta le sorprendió y rápidamente se volteó en su dirección. Por ella entró una Vega de espaldas, empujan la lámina de madera con su trasero a la vez que sostenía en sus manos dos bandejas; una con un par de bebidas y otra cerrada.

Su piel brillaba por la leve capa de sudor que le cubría. Vestía un leggin azul eléctrico y un top deportivo blanco que combinaba con el modelo clásico de tenis Jordan que calzaba. No notó al instante que Jade la observaba desde el medio de la cocina ya que venía tarareando alguna canción que escuchaba en sus cascos y bailando al ritmo de esta.

— ¿Trotas? — Dijo West con una ceja alzada, observándola entre curiosa y sorprendida.

— ¡Jade! Buenos días — Saludó cuando la vio, entregándole la bandeja con las bebidas sin responder su pregunta. La gótica no le dio importancia y la tomó, mirando los vasos. Tori no pudo evitar sonreír al ver a su esposa; estaba vestida únicamente con un suéter de capucha negro y un short corto gris oscuro. Estaba descalza, algo normal en ella y su melena oscura estaba recogida en la cola de caballo alta. Solo sus mechones rojos y azules se escapaban del agarre de la cinta. Era su chica, era ella. — El que tiene las tijeras dibujadas es el tuyo. Negro, uno de azúcar y un toque de canela.

— Huele muy bien — dijo, aspirando el humo caliente que desprendía el vaso. Lo tomó, dejó la bandeja sobre la isla y le dio un sorbo, gimiendo en el proceso. — Dios, esto está delicioso ¿De dónde es?

¿Me amas cómo siempre?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora