Transformación

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    Le dolía la cabeza y se sentía más liviana de lo normal. Emitió un quejido al intentar incorporarse, sentía el cuerpo ligeramente entumecido. El frío bajo su cuerpo le decía que había dormido sobre algo metálico, ¿Pero qué? Abrió los ojos lentamente intentando reconocer su entorno. Se terminó de despabilar en el momento en que vio rejas a su alrededor, se puso en estado de alerta, ¿Por qué estaba enjaulada? ¿Acaso había sido secuestrada por Naraku? ¿El clan de los gato-leopardo atacaba otra vez? Eso no importaba realmente, ahora tenía que encontrar la forma de escapar mientras esperaba a Inuyasha. Un momento, ¿Dónde estaba Inuyasha? Una dolorosa punzada en su cabeza interrumpió sus pensamientos y escuchó el sonido de pasos acercándose.

—Veo que ya despertaste. ¿Cómo dormiste, hermosa? —una señora se agachó frente a su jaula mientras le dejaba dos platos, uno con agua y otro con carne. Esperen… ¿Se agachó? ¿Por qué le dijo hermosa? ¿Por qué la alimentaba como si fuera un perro?

    Se apartó de su toque con miedo y por su torpeza terminó volcando el plato con agua. Inmediatamente la mujer frente a ella frunció el ceño y buscó golpearla con una pequeña varilla.

—¡Perra mala, eso no se hace! —intentaba golpearla, pero ella se aplastaba contra el fondo metálico— ¡Ya verás cuando te dé sed y no tengas agua!

    ¿Por qué la trataba de perra? ¿Por qué tenía tantas preguntas y el dolor de cabeza era más agudo a cada momento? En cuanto la mujer abandonó el cuarto se permitió asomarse a la reja con rapidez, pero un alargado hocico le impidió seguir hacia adelante. Retrocedió por el ligero dolor del golpe. Tenía un mal presentimiento. Miró hacia abajo y se encontró con un par de patas negras, se giró y comprobó que tenía una cola.

No, no, no…

    Y por último, al rascarse, comprobó que un par de orejitas descansaban sobre su cabeza… probablemente también serían negras. Entonces lo recordó todo. Recordó la idea de sus amigas, el largo viaje hasta ese lugar, la tienda, la discusión con Inuyasha…

¡Inuyasha! ¿Dónde estaba?

    Escuchó el sonido del metal chocar y trató de concentrarse en sus recién adquiridos sentidos. El metal chocaba insistentemente y a él se unían sonoros gruñidos.

—¡Quieto!

    Era la voz de esa mujer, la que los transformó.

—Eres peor que esa chiquilla, ¡Estate quieto!

Hubo una fracción de segundo en la que creyó que todo quedaría allí, sumido en el silencio, pero no.

—¡Me mordiste! ¿Cómo te atreves?

    Escuchó el sonido de la varilla ser azotada contra un cuerpo, pero no se oía ni un solo quejido. Luego volvió a escucharse el metal chocar contra algo, como una jaula que es movida de lugar. Los pasos volvieron a acercarse y se arrinconó contra el fondo, tenía miedo. Fue una buena decisión porque la misma varilla de antes volvió a chocarse contra las rejas de su jaula, como tratando de llamar escandalosamente su atención.

—Ey, tú, dile a este tonto que se tranquilice o verá lo que esta "vieja bruja" puede hacer —amenazó.

    Frente a ella dejó caer otra jaula de la cual provenían gruñidos, podía ver un cuerpo al fondo sumido en la sombra por lo que no alcanzaba a distinguirlo. Se acercó con curiosidad, intentando divisar mejor de lo que se trataba. Pero el cuerpo se movió rápidamente hacia ella con intenciones de atacar, siendo detenido por los barrotes. Se apartó por el susto, pero gracias a la luz pudo distinguir algo que jamás en su vida podría olvidar… ¡El collar Kotodama! ¿Acaso ese perro blanco, enorme y embravecido era Inuyasha? ¡Pues claro! ¿Qué otro podría ser?

𝑈𝑛𝑎 𝑎𝑣𝑒𝑛𝑡𝑢𝑟𝑎 𝑑𝑒... ¿𝑷𝒆𝒓𝒓𝒐𝒔?Where stories live. Discover now