Sorry

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     Había caminado varias calles siguiendo el olor de Kagome, atravesando una considerable cantidad de perros en el camino. A medida que avanzaba tenía más acompañantes, aparentemente seguían la misma dirección que él. ¿Lo seguían? ¿Por qué? Sus orejas se pusieron tiesas al mismo tiempo que un escalofrío recorría su espalda.

—No, no es posible que ellos…

     ¿Que no lo sepan? Hubiera sido una respuesta válida si trataba de imaginarse a un perro sin la capacidad de distinguir olores o si fueran cachorros los que se le adelantaban. Pero no, todos eran machos adultos y era imposible —o muy poco creíble— que los tres tuvieran problemas olfativos. Otro más pasó por su lado mientras corría frenéticamente detrás de los demás, no, corría detrás del aroma de Kagome. No había rastros de otra hembra en celo en varios metros y la joven colegiala era la más cercana de todas.

     No tardó mucho en encontrarla, se había mareado un poco al ir y venir por los mismos lugares que ella, pero terminó en el mismo sucio callejón en el que la abandonó. El olor de perro mojado, feromonas, celo, basura, miedo y rabia estaban impresos en el aire, casi lograban aturdirlo. El terror que se adivinaba en los ojos de Kagome, que estaba agazapada en un rincón lejos de la pelea, le partía el corazón y lo llenaba de furia. Una furia tan grande como para forzarlo a soltar el ramillete de peces que portaba entre sus fauces hasta ese momento, los pequeños cadáveres cayeron en el agua sucia producto de los desperdicios y la lluvia pero no volteó a verlos. Si lo hubiera hecho se habría percatado de su transformación.

      Un relámpago se encargó de acompañar el gutural gruñido que salía de su garganta casi sin su consentimiento, la momentánea luminosidad dejó entrever cinco cuerpos en el interior del estrecho pasillo de concreto. El más pequeño era el de la joven que intentaba estar en guardia a pesar de lo desorientada y acorralada que se sentía, los otros cuatro voltearon a verlo atentamente, pero fue el más grande quien se atrevió a contestarle. Dio un paso al frente, por su postura podía adivinarse que tenía toda su atención centrada en él. Lo consideraba un rival lo suficientemente fuerte como para arrebatarle lo que quería sin ningún miramiento y esa era una razón más que suficiente para motivarlo a pelear. Y él no se dejaría amedrentar.

      Se acercó más a su oponente, sin bajar la cabeza siquiera un segundo, le enseñó las encías e hizo rechistar los dientes dejando entrever la furia que lo carcomía. Un perro inestable es aquel que no puede controlar las emociones de su cuerpo a tal grado que comienza a temblar e Inuyasha comenzaba a experimentar las primeras corrientes eléctricas propias de este estado. Su rival intentó morderle el cuello, pero se movió lo suficientemente rápido como para esquivarlo y devolverle el ataque mordiéndole parte del hocico. No contaba con que aquel pulgoso perro abriera la boca en medio del ataque y le clavara uno de los colmillos en el paladar. El sabor de su propia sangre correr libremente por su garganta le advertía que había logrado hacerle daño, aunque solo de forma superficial. La herida sanaría en cuestión de horas. Su pelo se crispó involuntariamente, haciéndolo parecer aún más grande de lo que ya era. Quiso contraatacar, pero un nuevo cuerpo se estrelló contra el suyo obligándolo a empujar algunos botes de basura. No tuvo tiempo de reincorporarse cuando el mismo perro de color castaño arremetió contra él mordiendo su rostro y logrando herirle uno de los párpados. Nuevamente sangraba. Lanzó un tarascón al aire para alejar a su oponente, solo para darse cuenta de que los otros dos perros no tardarían en unirse a la pelea para desterrarlo. El perro mediano intentó acercarse para morder su oreja y nuevamente lo alejó dando otra mordida al aire. Le dio un vistazo fugaz a Kagome que seguía en el mismo lugar de antes pero permanecía con los ojos cerrados. Estaba tan enroscada sobre sí misma que apenas parecía una mancha negra que se sacudía con el viento. Tenía frío. Y ese simple pensamiento fue suficiente para darle la orden definitiva a su cuerpo, mucho antes de que su cerebro pudiera siquiera procesarlo. El nuevo ataque llegó, un ataque que no desaprovecharía. Esta vez dejó que el can se acercara lo suficiente como para tenerlo en su rango de ataque y rápidamente tiró de una de las orejas del joven perro que lloró cual cachorro en cuanto uno de sus colmillos perforó el cartílago. Ja, él bien sabía lo que dolía esa mierda. La sangre ajena se mezcló con la suya en el interior de su boca y aprovechó el aturdimiento de los demás para cruzar los escasos metros que lo separaban de la perra azabache. Apenas logró posarse sobre su cuerpo para resguardarla del frío cuando escuchó un chillido de dolor provenir de ella, volteó a verla justo a tiempo para evitar que lo atacara. Los dientes delgados y afilados de la chica iban justo a la parte central de su cuello, pero logró neutralizarla al abrir su propia boca y enseñarle los colmillos como advertencia. ¿Por qué lo atacaba? ¿No iría a creer que él…?

—¡¿Qué demonios crees que estás haciendo, Kagome?!

     Pudo ver sus ojos marrones clavarse en los suyos con odio y pudo ver ese odio transformarse en sorpresa, su cola agitándose lentamente le advertía lo feliz que se encontraba de verlo. Tenía ganas de gritarle, de regañarla por lo tonta que había sido al quedarse sola en medio de toda esa mugre. ¿Por qué no se había ido a su casa? Ella conocía el camino hacia su hogar y, sin embargo, se quedó a esperarlo. Siempre lo esperaba, aún si eso significaba congelarse en medio de aquella tempestad. Quería gritarle… y no pudo. Todo lo que pudo hacer fue apoyar su frente contra la femenina para transferirle algo de su calor.

—Lo siento —susurró.

—Yo también lo siento.

Continuará…

    Sé que prometí actualizar este sábado, pero el capítulo no estaba listo. Por fortuna no me atrasé tanto como otras veces :o

    Iba a desarrollar toda la pelea en este capítulo, pero me gustaba mucho la forma en la que quedaba este final :') así que decidí cortarlo acá y ocupar el resto de la pelea en el próximo capítulo ¿Les parece? No olviden comentar y pasarse por mi libro de drabbles para ver mi última actualización 7u7

Leí todos y cada uno de sus comentarios y hubo uno en específico que me llamó la atención, una teoría muy interesante. Había una chica que dijo que los ojos grises le hacían pensar que podía tratarse de otro humano transformado y pensé: ¡¿Por qué MIERDA no se me ocurrió antes?! Carajo, era algo muy interesante y podría haberlo implementado ;-;

Me encantaron sus opiniones, gritos, ilusiones, teorías y sobre todo esos lectores nuevos que salieron a la luz
#NoALosLectoresFantasma ¡Los amo y nos leemos en el capítulo ocho!

Por cierto, Inuyasha no se da cuenta de que es ''humano'' debido a que ahora solo está centrado en el olor de Kagome. Si hubiera volteado a ver algún charco de agua entonces se habría percatado de su nueva transformación.

1.5.19

𝑈𝑛𝑎 𝑎𝑣𝑒𝑛𝑡𝑢𝑟𝑎 𝑑𝑒... ¿𝑷𝒆𝒓𝒓𝒐𝒔?Where stories live. Discover now