Lesión

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    Se había permitido cerrar los ojos y descansar un segundo mientras disfrutaba del calor femenino. Pensaba en lo cómodo que se sentía, lo aliviado que estaba de haberla encontrado a salvo y lo poco que le importaba haber discutido antes. Quiso quedarse allí, en esa misma posición durante horas, durante toda una vida de ser necesario. Pero a los demás espectadores no les causaba mucha gracia, aparentemente. Alguien lo empujó con rudeza, cayó al suelo producto de estar con la guardia baja. Se maldijo por eso, con Kagome siempre bajaba la guardia, pero debía acostumbrarse a mantenerse alerta a los alrededores. Quiso levantarse y sintió su cuerpo increíblemente entumecido, era como si todas las otras mordidas y magulladuras finalmente hubieran surtido efecto.

—Kagome…

    Intentó buscarla con su empobrecida vista. Uno de sus párpados ardía y lo obligaba a permanecer con el ojo cerrado. Por alguna razón veía todo demasiado oscuro, no lograba definir bien a quién pertenecía cada silueta. Era obvio que fue el perro más grande el que lo empujó, pero no podía distinguir nada más. El agua estancada había empapado su cuerpo, así que su olfato tampoco era de ayuda. Solo podía percibir el olor a podrido y el sabor metálico de la sangre en sus fauces. Una imponente sombra oscureció más el escenario al posarse ante él, con la clara intención de establecer su dominio. Gruñó con las pocas fuerzas que le quedaban, la herida en su paladar escoció pero no le dio importancia.

—¡Lárgate! —el perro no pareció entender, simplemente dio otro paso al frente mientras mantenía las orejas y cola erguidas. Quería demostrarle quién mandaba y, de ser necesario, lo atacaría.

    No pensaba quedarse tirado como un trapo viejo. Nuevamente hizo el amague de levantarse, pero esta vez fue otra parte de su cuerpo la que se resintió. Tenía la pata desguinzada. Seguramente fue cuando lo empujaron y cayó doblándose la pata derecha delantera.

—¡¿Pero qué?! —estaba atónito— ¿Qué clase de suerte de mierda tengo? —la apoyó en el suelo, pero inmediatamente sintió incomodidad. Golpeó la pata contra el cemento como si quisiera obligarla a curarse en ese preciso instante y esta vez lo recorrió una corriente eléctrica que lo hizo quejarse de puro dolor. Comenzaba a verse hinchada.

      A la mierda, pelearía desde ahí, desde el suelo. El enemigo estaba cada vez más cerca y mantenía la vista fija en su estómago, era claro que planeaba morderlo donde se encontraban sus órganos vitales. Podría morir desangrado si no se protegía bien. Incorporó la cabeza lo suficiente como para morder cualquier cosa que estuviera a su alcance. Ambos contrincantes parecían estar dispuestos a morderse y desgarrarse hasta que alguno de los dos muriera, uno de los dos estaba más vulnerable que el otro.

     El can que llevaba la ventaja lanzó su primer mordida, dejando ver en el trayecto una perfecta y mortífera hilera de colmillos afilados, resguardados por encías oscuras y malolientes. Quien obtuviera una herida profunda por parte de esos dientes tenía garantizado una dolorosa infección. Inuyasha cerró su único ojo por mero instinto, estando preparado para la punzada de dolor que lo azotaría en cuestión de segundos. Sin embargo, una ventisca se atrevió a llevarle el aroma de Kagome hasta su nariz. Y el aroma se encontraba increíblemente cerca… Abrió su ojo con miedo solo para toparse con la figura esbelta de la azabache recibiendo la mordida justo en el cuello. El perro la había mordido por inercia y la había soltado por la misma razón, creyó que ella lloraría o como mínimo se quejaría por el escozor de la herida. Pero ni siquiera parpadeo, no profirió el menor sonido de dolor. En su lugar se limitó a abalanzarse contra el enemigo, contra el más grande y fuerte, contra aquel que lo había lastimado hasta dejarlo tirado como el inútil que se sentía. La vio morder a su contrincante en el hocico, llevándose en el trayecto una hilera de piel del animal. No pasó ni un segundo y ya estaba mordiéndolo de nuevo, lo empujaba con el cuerpo y con sus dientes delgados pero afilados se las arreglaba para lastimarlo. Haciéndolo llorar de dolor. Le mordía las orejas, el cuello, las encías, lo primero que viera se lo llevaba por delante. En el camino se llevó algunos rasguños y su boca también fue perforada por dentro al estar demasiado cerca de uno de los colmillos del macho.

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⏰ Last updated: Jul 09, 2020 ⏰

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𝑈𝑛𝑎 𝑎𝑣𝑒𝑛𝑡𝑢𝑟𝑎 𝑑𝑒... ¿𝑷𝒆𝒓𝒓𝒐𝒔?Where stories live. Discover now