3-. Ambos corazones creen.

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A la mañana siguiente, Yeosang se despertó más temprano de lo usual, decidido a no llegar tarde de nuevo. Se bañó y vistió, luego bajó a la cocina, preparó té de canela y puso el pan en la tostadora.

Eso era lo que hacía su mamá todos los días, ella era la primera en levantarse y la última en irse a dormir, siempre parecía tener alguna tarea que hacer, porque no le gustaba dejar nada pendiente. Yeosang se bebió una taza de té y una tostada untada de mantequilla. Luego lavó su vaso en el fregadero y sacó la basura al contenedor de ruedas de la calle.
Su barrio era el tipo donde las casas eran más pequeñas, dos hileras de casas de tres y cuatro habitaciones; la mayoría de los patios se encontraban desordenados (aunque los patios eran tan mínimos), llenos de  partes de autos antiguos o troncos de árboles que alguien cortó y nunca llevó lejos. El patio de su casa estaba lleno de tallos de flores que murieron, ya que nadie tenía tiempo de cuidarlas.

Cuando entró a casa su madre ya estaba en la cocina, bebiendo té mientras untaba el pan con mermelada. Era una mujer hermosa, de curvas marcadas y cintura elegante. Tenía barbilla afilada, los pómulos altos y marcados, su cabello marrón rojizo era largo y ondulado, aunque casi nunca lo lucia, ya que lo peinaba en un moño alto. Por su trabajo, iba vestida con una falda de tubo y un saco marrón intachable.

—Buenos días, cariño —lo saludó—. Es una gratificante sorpresa verte levantado tan temprano.

—Buenos días —respondió Yeosang—. Tengo que llegar temprano al trabajo.

—Ah, sí. El trabajo.

Yeosang se quedó parado observándola, mientras intentaba no sonreír. Habían tenido una discusión al respecto, él no pudo ocultarle la treta que estaba llevando a cabo y, obviamente, a ella no le había gustado nada. Pero tampoco pudo objetar, éste trabajo era demasiado bueno y no estaban en posición de decidir ser correctos o no, cuando esto podría —literalmente— salvarles la vida.
Hyojin entró a la cocina arrastrando los pies, vestía su uniforme escolar y un par de botas de goma amarillas.

—Buenos días, cariño —dijo la mujer, mientras se inclinaba para besar la mejilla del niño, dejándole marcado el pintalabios rojo—. Las botas no son para la escuela.

Hyojin la ignoró, demasiado concentrado en alcanzar la caja de cereal de la encimera. Yeosang la alcanzó por él y se inclinó para besarle la coronilla.

—Ya tengo que irme, nos vemos en la noche.

Su madre asintió mientras luchaba por aplacar los rizos de Hyojin. Yeosang salió de la cocina y tomó la mochila con todo lo necesario para el día, que lo esperaba junto a
la puerta.
Llegó al departamento diez minutos antes de la hora indicada y sintió una absoluta satisfacción al abrir la puerta él mismo (nunca nadie había depositado tanta confianza en él), se quitó los zapatos y los acomodó en el mueble. Vio a Wooyoung, mitad dormido, mitad jugando videojuegos, totalmente tendido en el sillón.

—Buenos días, Wooyoung —dijo Yeosang en voz alta, para hacerse oír sobre el sonido del videojuego y la música de Heavy Metal que se escuchaba desde la habitación de Seonghwa.

—Hola, Yeosanggg —respondió el alfa, sin lograr reprimir un descomunal bostezo.

Yeosang dejó su mochila sobre la barra y tomó el ordenador. Se alivió de que La sargento no estuviera a la vista, era difícil comenzar bien el día si lo primero que te topabas era su mirada de odio. Algo le rozó la rodilla y se sobresaltó, pero sólo era Charlie. Se inclinó y lo acarició detrás de las orejas, el gato respondió ronroneando.

—Hola, Charlie, ¿ya has comido? —preguntó con suavidad, sonriendo se adentró en la cocina, con el gato enroscándose alrededor de sus piernas y buscó en la alacena uno de los sobres de comida, aunque había una lata de elotes allí también, ¿quién la había puesto allí? La puso en su lugar y le sirvió su comida a Charlie—. Aquí tienes pequeñín.

What Is Love [Seongsang]Where stories live. Discover now