5-. Sólo para mirar cómo brillas.

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Mirando el reloj, Yeosang se alegró de ver que se había despertado con un montón de tiempo restante. Se levantó lentamente y fue al armario para buscar ropa limpia, luego salió de su habitación rumbo al baño para tomar una ducha rápida y refrescante. Cuando estuvo vestido y con su rutina de prevención llevada acabo, salió y entró en la habitación de Hyojin.

La habitación era de blancas paredes llenas de dibujos hechos a mano por el niño: había desde flores hasta un sinfín de marcas de manos. A los pies de la cama había un baúl grande de madera, abierto, y dentro de él había una cantidad considerable de juguetes, que incluso desbordaban hasta el suelo; en la mesita de noche había una lámpara de peces que, en la oscuridad, dejaba lunares de colores en las paredes, y en el suelo, junto a la cama, había un oso de peluche. Yeosang recogió el oso y se sentó en la orilla de la cama, se sintió conmovido por la imagen del niño. Hyojin dormía de cara a él, con su pelo suave y oscuro cayendo en rulos sobre la piel blanca de su rostro y sus manos pequeñas aferradas al borde del edredón.

—Buenos días, Jinnie —dijo y se inclinó para besarle la mejilla, vencido por la ternura—. Es hora de levantarse.

Hyojin hizo un puchero y abrió los ojos. Estiró la mano y acarició la mejilla de Yeosang, quien tomó eso como un Buenos días. Lo ayudó a levantarse y le limpió el rostro con toallitas húmedas. Cuando sacó el uniforme del armario e hizo ademán de ayudarlo a vestirse, Hyojin negó con la cabeza, con gesto severo.

—Está bien —dijo Yeosang y dejó el uniforme escolar sobre la cama—. Voy a preparar el desayuno.

Yeosang bajó la escalera y se adentró en la cocina. Su madre no estaba ahí. Posiblemente se había quedado a dormir en otro lado. Hyojin bajó con los zapatos en la mano cuando él ya estaba sentado a la pequeña mesa de la cocina picando la fruta. Ya tenía el pan en la tostadora, el yogur en un bol y la leche con chocolate en un vaso. El niño se sentó en una silla y dejó los zapatos sobre la mesa.

—No en la mesa, Jinnie —dijo Yeosang, levantándose. Se puso de cuclillas a un lado del niño y comenzó a ponerle los zapatos.

Hyojin vertió diferentes frutas en el bol del yogur y lo revolvió con ánimo. Yeosang se levantó y fue por las tostadas. Luego se sentó en la mesa y el desayuno se desarrolló sin incidentes. Sonó el timbre mientras Hyojin se bebía lo que quedaba de leche y Yeosang enjuagaba los platos. Se secó las manos con un trapo de la cocina y fue a la puerta.

—¿Quién es? —preguntó mientras retiraba la cadena.

—Tengo un paquete para el señor Kang Yeosang —dijo una voz aguda.

Yeosang abrió la puerta, y al instante en que reconoció al alfa grandulón y de rostro severo parado afuera se dio cuenta de lo estúpido que había sido al retirar la cadena antes de abrir la puerta. De lo estúpido que había sido al no darse cuenta que el matón había usado una voz falsa y burlona. Intentó cerrar de inmediato pero el alfa se abrió paso al interior dándole un violento empujón a la puerta, obligándole a retroceder.

—Qué tal, Yeosang —saludó el hombre. Era un alfa rapado que medía más de un metro con noventa, absolutamente aterrador. Era uno de esos matones que cobraban el dinero de deudas, Yeosang muy pocas veces lo había visto y siempre fuera de casa: sólo eran encuentros rápidos de intercambio, él le daba el dinero y ese hombre le respondía con algún insulto. Sólo sabía que le llamaban Kim y parecía un ogro.

—Vete —replicó Yeosang entre dientes—. Aún no se vence el plazo, tenemos una semana más...

—Tsk, qué frío eres conmigo —dijo el hombre mientras se paseaba por la sala de estar, echándole un vistazo a las fotografías y mobiliario—. Pensé que éramos amigos.

What Is Love [Seongsang]Where stories live. Discover now