Capitulo 4 - Matteo Espositto

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—Como mi abuelo siempre dice "entre broma y broma, el amor se asoma —Stella comenta entre risitas por el teléfono.

—Déjame en paz con eso. No me gusta nadie. Además, estoy seguro que así no se dice —me bajo del lavamanos del baño y estiro mi mano desocupada mientras observo mis anillos con desinterés.

—Créeme, cariño, cuando la conozcas vas a venir a mi diciéndome que tenía la razón.

No debí de contarle lo de Valerie.

—Como tú digas —contesto intentando sacarme de encima el tema.

—Bueno, hablamos luego. Necesito que me terminen de maquillar.

—Rómpete una pierna —me despido.

—¡Es una sesión de fotos! Eso se dice cuando es una obra teatral.

—Lo dije de una forma literal —respondo divertido.

—Idiota —balbucea en el teléfono y cuelga.

Tomo una bocanada de aire y abro la puerta del baño para salir de él.

Me encuentro en "mi fiesta" de bienvenida rodeado de personas que no conozco.

Oliver aún no llega y lo único que logro hacer es reírme de chistes políticos sin gracia, sonreír a varias amigas de mi papá mientras me dicen que tienen hijos de mi edad los cuales tienen unas curiosas ganas de conocerme, usar mis dotes de carisma cuando evado preguntas de mi estancia en Verona y tomar todas las copas en las manos de los meseros que se me atraviesan delante de mi.

Una gloria de vida, lo sé. Después de todo soy el hijo del hombre más rico de la ciudad en cualquier sentido de la palabra.

Que hablando de él, se encuentra en la entrada hablando con Valdus Baldow, un tipo muy intrépido amigo íntimo de la familia. Es divorciado y tiene una hija de mi edad. No conozco a su familia ya que es un hombre muy reservado pero Amaris, secretaria de mi papá, me contó que es muy linda. Debo admitir que eso hizo que tuviera un interés por ir a clases el lunes.

Mi papá me hace una seña para que me acerque. Mientras camino me doy cuenta que personas, mujeres más que nada, lo miran casi en suspiros. Me doy cuenta que es lo único que le agradezco a mi papá, sus genes. Soy guapo y no siento modestia alguna.

Tengo unos grandiosos ojos grises con motas azules; mi tono de piel es oliva, aunque ahorita me veo muy bronceado, mi cabello es rubio oscuro con un corte ni muy corto, ni muy largo. Nunca he entendido cuando el cabello es largo. Mi tío siempre me dice que lo tengo muy largo pero apenas y me salen dos colitas que parecen palmeras en mi cabeza. Así que decidí que mi corte es no apto para escuela ya que lo toman largo pero no llega al corte de Brad Pitt en los Oscars del 2020. Mi mandíbula es marcada, la barbilla la tengo un poquito partida y mi nariz es recta con el tamaño perfecto para mi cara.

Como puntos extras: mis mejillas son rosadas y cuando sonrío se me forman unos fabulosos hoyuelos.

—¡Hola Matteo! —Valdus me saluda animado.

—Hola, llevaba mucho sin verlo —respondo sonriente mientras juegos con mis anillos disimuladamente.

—Veo que si, cada día te pareces más a tu padre —comenta.

—Por cierto, ¿cómo sigue Valerie? —mi padre se mete a la conversación.

¿Valerie? ¿Qué Valerie? Ay no, no puede ser ESA Valerie. No es la Valerie que yo conozco ¿o si? Bueno, de conocerla, es obvio que no la conozco pero creo que se entiende.

—¿Valerie? —pregunto nervioso.

¿Por qué me puse nervioso?

—Si, no soy muy cercano a ella pero estuvo hospitalizada el día de ayer —responde abatido—. Espera... ¿ustedes se conocen? —un brillo de curiosidad se plasma en sus ojos azulados.

Pensamientos Robados [EN PROCESO]Where stories live. Discover now