Capitulo 12

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La mujer pelirroja desde el umbral de la puerta observo con los ojos como platos al hombre que estaba frente a ella.

Tragándose su sorpresa, dijo en un susurro inaudible.

— Adelante...

El hombre castaño agradeció para luego ingresar en la humilde casa. En silencio comenzó a observar ese lugar que tanto recuerdos le traía.

La mujer estaba muda, no sabía que decir, ese hombre le quitaba el aliento en cada ocasión, había creído que había logrado olvidarlo, pero ya veía que eso no fue posible, y no lo sería con él ahí.

— Estás mojado...déjame que busco algo que te quede— ofreció la mujer con nerviosismo para luego desaparecer escaleras arriba.

El hombre castaño no era tonto, sabía que ella no se sentía cómoda con él ahí. Pero no tenía a dónde ir, ella era la única que podía ayudarlo, a pesar de todo...

Minutos después la mujer llegó con una muda de ropa en su manos.

— Ten — dijo entregándole la ropa, que consistía de un pantalón y un jersey.

— Gracias, Clara— agradeció el hombre sincero, estaba por subir las escaleras pero la mujer lo detuvo.

— ¡Espera!...n-no vallas ahí— pidió algo preocupada.

El hombre la observó confundido.

— ¿Acaso hay alguien que no quieras que vea?— interrogó

«Otro hombre» pensó con cierta rabia.

Clara no respondió, solo lo observo con ojos suplicantes.

Sirius iba a ceder, pero al escuchar un ruido arriba, no pudo esperar más.

Sin pensarlo dos veces, subió las escaleras rápidamente.

Podía escuchar los gritos de Clara diciéndole que se detenga, pero el no la escuchaba, solo quería descubrir que era.

Cuando llegó a una habitación de dónde provenían los ruidos, abrió la puerta de par en par. Lo que vio ahí lo dejo sin aliento.

Era un niño, de no de más de dos años, castaño y ojos grises. El pequeño jugaba con sus autitos hacíendo ruidos cuando se chocaban.

— ¿De quién es el niño? — indagó totalmente sorprendido el castaño.              
—Es mío — respondió la pelirroja                
— T-tuyo — tartamudeo sin poder creerlo — ¿Y el padre ? — pregunto el ojigris.                       

— Tu eres el padre Sirius — repondio la chica.

En un momento solo se escuchó el silencio y el run run del niño.

La chica tras ver el silencio del castaño habló.

— No es necesario que te hagas cargo yo lo he cuida...— dijo la chica.

— ¿Por que no me lo dijiste? — pregunto cabreado ya Sirius.

— ¿Por que? ¿¡Por qué!?  ¡TE FUISTE SIN DECIR NADA! ¡NADA! — soltó la chica muy molesta — y ahora me preguntas ¿Por qué no te dije? Eres un imbecil.

— Se que me fui, pero tenía todo el derecho d saber — reclamo.

— No seas idiota, te fuiste una mañana dejándome sola, sin ni siquiera una nota — reprocho la joven.

— Tenía que hacerlo — confesó Sirius.

— ¿Tenias que hacerlo? Por Merlín — exalo la chica — ¿Y que hay de mi?, de todas las veces que me dijiste que me amabas he Sirius ¿Eso también tenías que hacerlo?  — dijo de forma sancorrona la muchacha.

Amar sinónimo de debilidad Donde viven las historias. Descúbrelo ahora