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Belle se despertó en los brazos de su marido, observo a su alrededor y se encontró con una habitación que no conocía, se removió lentamente de los brazos de él y con cuidado se acercó a la cuna en donde su hijo dormía profundamente.

- Que extraño sueño - susurro mientras recordaba lo que había soñado la noche anterior. Era ella en una cama de hospital dando a luz, quizás era parte de los vagos recuerdos que aún le hacían falta por recuperar del todo.

La castaña sonrió mientras pasaba las yemas de sus dedos por el cabello de su hijo, había al menos algo que en su corazón le advertía que el hacía parte de ella. Ni ella misma podía explicar aquella conexión.

- ¿Qué haces tan temprano despierta bella mia? - escucho aquella voz a sus espaldas. Su corazón empezó a latir desbocado, como si en cualquier momento fuese a salirse de su pecho.

- Yo...No tenía más sueño - susurro nerviosa mientras se alejaba de la cuna.

Marco lanzo un suspiro controlándose de no seguirla, nunca había imaginado que tratar de enamorarla de nuevo fuese tan difícil.

- No tienes por qué preocuparte porque no me recuerdes, no pasa nada, tratare de que todo vuelva a ser como antes - respondió él.

- Eso es lo que no sé, no cuanto tiempo me lleve acostumbrarme a esta vida - miro hacia su alrededor.

- Voy a ayudarte a que te sientas cómoda.

- ¿Qué sucedió con Braulio? ¿Dónde está él? - la pregunta tomo por sorpresa a Marco.

- Le he pedido que se vaya de la casa y jamás regrese - articulo el mafioso.

Ella giro su rostro hacia él confundida y con un gesto de disgusto.

- ¿Que? ¿Porque lo has hecho? ¡Él me ayudo! - cuestiono furiosa.

- ¡Oculto la verdad! - gritó salido de sí-. Oculto algo tan importante para mí, no me importan sus malditas razones, yo sería el único en esta vida que podría protegerte, ningún otro podría hacerlo.

- No puedo creer tu forma egoísta de ver las cosas, una persona te brinda su ayuda y le pides que se vaya como si fuese un criminal.

- Considéralo con suerte - dijo acercándose a ella-. En la mafia la traición se paga con la muerte, y la Ndrangheta es la peor en ese sentido.

Belle retrocedió de él asustada, el brillo de sus ojos había desparecido para dar paso a un color oscuro en ellos.

No dijo más nada, sólo se limitó a salir de aquella habitación, ahora su corazón latía con fuerza pero no por un sentimiento de amor o ternura, lo hacía por miedo.

- ¡Belle, Belle! - escucho sus gritos pero no giro su rostro hacia él. Estar en esa casa era extraño, era como entrar a un castillo lúgubre y sin vida, no había luz en ningún lugar.

De pronto se detuvo en una habitación enorme, varios cuadros colgaban a su alrededor, pinturas con su rostro.

Miedo, ansiedad, confusión. Todo aquello se pasó por su cabeza en aquel instante.

- Dio mío - susurro llevando sus manos a sus labios claramente sorprendida.

- Al fin te encuentro - escucho a Marco detrás-. Lo siento mucho, no debí exaltarme de esa manera.

- No te me acerques - susurro alejándose de su roce.

- Belle no me hagas esto, amore lo siento en verdad...

- ¿Qué clase de hombre eres? - señalo los cuadros a su alrededor-. ¿Qué clase de mujer acepta esta vida? ¡Siento que esto es una locura! - se aferró a los pliegues de su vestido cerrando sus ojos, las lágrimas bajaron por sus mejillas mientras su mente pasaba imágenes como si se trataran de flashes de cámara.

Perfecta Oscuridad  (No.2 de la Trilogia Peligroso)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora