CAPÍTULO II

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A la mañana siguiente, TaeHyung despertó con el dulce olor a tortitas, miró la hora: eran las nueve y media de la mañana. Se quedó un momento en la cama, asimilando todo lo que había sucedido: su padre adoptivo se había largado, su madre le había confesado que era su madre biológica, tenía un mes de prueba en el colegio donde debía demostrar que se estaba portando bien sino lo echarían... eran demasiadas cosas. No obstante, lo que más le urgía saber eran sus orígenes y allí tumbado no lo iba a averiguar, así pues, se levantó, tomó una ducha y bajó a desayunar.

- Buenos días- dijo a modo de saludo.

Su madre le miró.

- Buenos días, me pareció buena idea preparar tortitas... hace tiempo que no las preparo...
- ¿Con mantequilla y no con aceite?- preguntó, interesado.
- Sí, tal como te gustan.

Su madre puso una gran pila de tortitas entre ambos mientras TaeHyung ponía la mesa en completo silencio. Sabía que en el desayuno iban a hablar del tema familiar pero no estaba preparado a escuchar porque su padre jamás lo había querido.

- ¿Café, chocolate o infusión?
- Chocolate.
- ¿Chocolate con tortitas que llevan chocolate? ¿No crees que es excesivo?
- Tengo diecinueve años, a mí no se me irá la grasa a las caderas- bromeó el chico.

Su madre rio y se puso a hacerle chocolate a la taza, a los tres minutos, la humeante bebida estaba frente al chico.

- Que aproveche.

Durante unos momentos, ninguno dijo nada, simplemente comieron en silencio, hasta que finalmente la señora Sahani rompió el silencio.

- ¿Hay algo que quieras saber? Estoy dispuesta a contártelo todo...
- Quiero saberlo todo... pero tengo miedo...
- ¿De qué?
- De lo que me digas...

La señora Sahani comprendió.

- Estaré dispuesta a hablar cuando tú estés dispuesto a escuchar, no te quiero presionar.

TaeHyung se quedó en silencio, comiendo tortitas, reflexionando: en realidad daba igual cuánto tiempo esperara, las respuestas de su madre sobre lo ocurrido no iban a cambiar, así pues, ¿por qué alargarlo? Mientras más alargara aquello, peor se sentiría él.

- ¿Cómo se llamaba mi padre?
- Kim TaeSoo- respondió su madre, sorprendida ante el cambio de opinión de su hijo.
- ¿Qué hacía? ¿A qué se dedicaba? ¿Cómo os conocisteis? Y, sobre todo, ¿fue bueno contigo?

Su madre sonrió.

- Era arquitecto. El cómo nos conocimos es complejo: cuando Daku y yo llevábamos dos años, pasamos una fuerte crisis matrimonial y dijimos de divorciarnos pero antes decidimos tomarnos un tiempo, ambos sabíamos que era una tontería, que era alargar lo inevitable, pero lo hicimos. Él se quedó en Australia y yo viajé a Corea donde tenía un pequeño trabajo como camarera a media jornada, allí conocí a TaeSoo, iba al restaurante donde trabajaba todos los días. Un día me invitó a cenar, éramos amigos que cenaban, que iban a pasear y... y luego fuimos más que amigos.
- ¿Por qué no te quedaste con él?
- Mi contrato expiró- explicó- una vez que mi contrato había expirado, mi visado quedó invalidado, puesto que yo sólo tenía un visado de trabajo. Así que no quedó otro remedio que volver a Australia.
- ¡Podías haber vuelto!
- Verás, cariño, no es tan fácil, una vez que el visado expira, se deben esperar dos años para volver a entrar en el país. Ya lo miramos.
- ¿Pero no había alguna forma? ¿Nada?

A TaeHyung le parecía imposible que hubiera estado a punto de tener una familia y, por culpa de una ley, se le hubiera negado.

- La había- dijo su madre con amargura- se le ocurrió a TaeSoo.
- ¿Cuál?
- Casarnos. Yo llevaba un año viviendo allí, había trabajado, había sido buena empleada, incluso mi jefa iba a interceder por mí para dejarme otro año y poder casarnos para que yo no me fuera...
- ¿Y por qué no...?- empezó TaeHyung, pero se quedó sin voz- tú ya estabas casada, no podías casarte con mi padre.
- Lo siento, cariño, si me hubiera divorciado de Daku cuando lo pensamos, las cosas hubieran sido diferentes. Posiblemente tú habrías nacido en Corea y tendrías una familia... pero como no lo hice, no pude casarme con TaeSoo, de haberlo hecho, nuestro matrimonio se habría considerado nulo.
- ¿Pero cómo es que te lo pidió si él lo sabía? ¿O no lo sabía?
- Yo no pensaba que llegaríamos a tanto y cuando me pidió matrimonio se lo tuve que decir, su cara de odio lo dijo todo. Volví a Australia y me empecé a sentir muy enferma, fui al hospital y me dijeron que estaba embarazada. A las horas Daku estaba allí, cuidándome, no sabía nada de que estaba embarazada, volvió conmigo y pensó que el hijo era suyo... cuando naciste, quedó claro que no- TaeHyung se quedó de piedra, no podía articular palabra- le conté lo sucedido y me dijo que lo mejor para todos sería ponerte un nombre asiático y hacer creer a todos que eras adoptado. Yo no quería oír hablar de ello, ¡te llevé dentro! ¡eres mi niño! Pero él me obligó y, antes de que yo saliera del hospital, estuvo hablando, mirando casas aquí en Kiama para empezar de nuevo y bueno... a todo el mundo le decía que eras adoptado...

Tras un momento de silencio, TaeHyung se atrevió a decir lo que más miedo le daba.

- ¿Mi padre biológico?
- Le escribo y me responde- dijo, secamente- le dije que había tenido un hijo, un hijo suyo, le dije que estabas bien, que eres un niño muy sano. En sus cartas, él se interesa mucho por ti pero tiene mucho miedo a verte.
- ¿Le has dicho...? ¿Le has contado de mis problemas?
- Le he dicho que te has vuelto un poco alborotador, pero que es algo de la edad...
- ¿Y?
- No se lo creyó. Él opina que te estabas revelando contra la situación y, al mismo tiempo, te estabas dando cuenta de las cosas.
- Más o menos.
- Dime, ¿vas a dejar de fumar?
- Lo haré.
- ¿Empezarás a estudiar de nuevo?
- Nunca lo dejé de hacer, pero lo haré mejor.
- ¿Dejarás de escaparte?
- Sí.
- ¿Dejarás de hablar mal a los profesores?
- Sí.
- Y hay algo que me preocupa y aprovechando la sinceridad madre e hijo...
- Dime...
- ¿Usas protección? Quiero decir, puedo llevarte a la farmacia, los hay para provocar más placer y son igual de seguros... y ten cuidado con la higiene...

TaeHyung se había quedado de piedra, no podía creer que su madre le estuviera soltando "la charla".

- Mamá, para.
- ¡Me preocupo! ¡Sé que tienes una vida sexual muy activa! Cosa, por la cual estoy muy preocupada, no me gusta que andes por ahí...
- ¡No me ando tirando a cualquiera y tampoco soy un calientabraguetas!

En aquella frase sintió que engañaba descaradamente a su madre porque, en realidad, sí lo era.

- ¡No quiero ofenderte! ¡Pero estoy muy preocupada! ¡Eres mi único hijo y estoy desinformada del tema! ¡Y me ha dado por leer sobre ello! Si no es molestia para ti, dime qué posición sueles tener en el sexo, ¿eres pasivo o dominante?
- No tengo hambre y si lo que querías era castrarme, lo has conseguido. No voy a volver a tener una erección en mi vida.

TaeHyung dejó las cosas en el fregadero y subió a su cuarto mientras su madre reía maliciosamente. Sabía que no podía dejar que su hijo se acostara a cada momento con hombres, pero le haría aquellas incómodas preguntas, incluso en público, para que dejara de hacerlo hasta que consiguiera una pareja estable y se tomara el sexo como algo serio.

TaeHyung subió a su cuarto y abrió los libros, en su mayoría entendía las cosas pero luego fallaba porque había faltado a muchas clases. Suspiró y bajó al salón.

- Mamá, ¿puedo llamar a Kolet y a Irai para que me ayuden? Estaremos en el salón, frente a ti.

La mujer lo consideró un momento y luego cogió el teléfono y marcó el número de teléfono de Kolet.

- Hola, señora Ghera, ¿podría venir Kolet a ayudar a TaeHyung con sus deberes? Prometo vigilarlos [...] de acuerdo, muchas gracias.
- ¿Y bien?
- Bueno, no está muy contenta contigo la señora Ghera pero su hijo vendrá. Hablaré con la señora Alinga...- marcó el siguiente número- hola, señora Alinga, ¿podría venir Irai Alinga a ayudar a TaeHyung con los deberes? También vendrá el amigo de ellos, Kolet. Y yo estaré vigilándolos [...] perfecto, muchas gracias- colgó y dirigió su mirada hacia su hijo- ya vienen y, no es por molestarte de nuevo, pero sé que han pasado muchas cosas entre Kolet y tú, pero hoy sólo viene a estudiar.

TaeHyung se quedó en silencio, simplemente bajó los libros al salón de su casa y se puso a hacer las cosas que sabía hacer. Cuando sonó el timbre, su madre abrió.

- Hola, señora Sahani.
- Hola, chicos, pasad.

Kolet e Irai pasaron y se sentaron en la mesa con TaeHyung, la señora Sahani les sirvió sendos vasos de agua y se fue a la cocina, desde donde los vigilaba a la perfección.

- ¿De qué va todo esto de preocuparte por tus estudios?- preguntó Kolet.
- Tengo diecinueve años, debería estar en la Universidad y sigo en el instituto.
- Lo entendemos, es lógico y siempre te hemos regañado por ello- dijo Irai- pero lo que no entendemos es porque ahora, ¿Qué te ha hecho cambiar de opinión?

TaeHyung resopló y decidió contarles a sus amigos todo lo que había pasado entre ayer y hoy. Tras hablar durante media hora, tenía la boca seca y, a decir verdad, sus amigos también pero no de hablar como TaeHyung sino por la impresión.

- Así que tu padre se ha ido...
- No es mi padre.
- ¡Le querías como a tu padre!- dijo Irai.
- Lo sé, pero las cosas cambiaron y esto parece lo mejor. Al menos, por ahora, me siento menos ahogado.
- ¿Cuáles son tus planes?- preguntó Irai.
- Bueno, no tengo mucha elección, debo enterarme de todas las clases que he perdido, debo ponerme al día, aprobar todos los exámenes de recuperación y portarme bien en clase.
- Vamos, que tienes que hacer lo que todos hacemos- resumió Irai.

Sólo de pensarlo, le daba pereza y asco, no estaba preparado para estar dentro del molde, no le parecía que todas las personas del mundo estuvieran hechas para estar dentro de un canon preestablecido por la sociedad, no obstante, tendría que resignarse. Así pues, abrió los libros y dejó que sus amigos le explicaran todo y, una vez entendido, mientras ellos estudiaban, él también lo hizo y, pasadas unas horas, le preguntaron la lección: se la sabía.

- Eres un puto vago- se quejó Irai- podrías haber aprobado a la primera con, al menos, un siete. Ahora tendrás un mísero cinco.
- ¡Déjale, Irai!- le defendió Kolet.

Obviamente, Kolet siempre salía en defensa de su amado TaeHyung y esa desventaja era lo que a Irai siempre le disgustaba. No podía decirle jamás las verdades a TaeHyung sin que Kolet la regañara.

- Lo estoy intentando- dijo TaeHyung- ahora de verdad.

La señora Sahani entró en el salón.

- ¿Ya habéis terminado?
- Sí.
- ¡Os invito a comer!

Los tres chicos la miraron, sorprendidos.

- ¿En serio?
- Sí, ¿qué queréis comer?
- ¡Pizza!
- No se puede mantener la figura con vosotros...

Los tres chicos rieron y la señora Sahani fue a por las llaves de su coche.
Comieron en un bonito sitio de pizza y luego dejaron a Irai en su casa, por otro lado, Kolet se quedaría un rato con TaeHyung. Le preocupaba el chico, lo que acababa de descubrir no era moco de pavo.

- Mamá, ¿podemos estar en mi cuarto?
- Con la puerta abierta.

TaeHyung puso los ojos abiertos, subieron a su cuarto y se tumbaron en la cama.

- ¿Cómo estás?
- Bien, ya me conoces...
- ¿Cómo te lo tomaste?
- Bueno, siempre me imaginé algo...

Llamaron al timbre, TaeHyung se asomó a la ventana de su habitación para ver quién era.

- Es mi vecina de en frente- resopló.
- ¿Esa que se enrolla a hablar?- preguntó Kolet.
- La misma.

Se miraron y la misma idea se encendió en sus mentes. Lentamente, corrieron las cortinas y TaeHyung se situó tras la puerta. Kolet cogió el bote de lubricante, le bajó los pantalones a TaeHyung y, sin tener el más mínimo cuidado, comenzó a dilatar la entrada del chico con ayuda del lubricante.

- Mmm...- murmuró en voz muy baja.
- Vaya, ¿y cómo estás?- escucharon la voz de su vecina desde abajo.
- Bien, y TaeHyung también- decía su madre- creo que las cosas van a mejorar de verdad de ahora en adelante.

Y de ahí, la conversación cambió a recetas de comida.

- Métela ya...- murmuró TaeHyung.
- Estás muy estrecho...
- Es como te gusta a ti...

Kolet sonrió y, poniéndose protección, embistió lentamente al chico.

- Mmm...
- Joder... que apretado estás...
- Muévete...

Kolet comenzó a moverse rápidamente y TaeHyung cerró los ojos. Sí, Kolet era su consuelo pero siempre que se acostaba con él no se sentía excesivamente satisfecho, se corría, sí. Pero no era aquella sensación de plenitud, de alcanzar la gloria, el placer puro, simplemente sentía que se corría y siempre con la gran ayuda de su fiel mano.

- Ah... me corro...

Sí, TaeHyung se corrió pero apenas salpicó esperma contra la pared. No obstante, Kolet empapó el interior del preservativo.

Se colocaron la ropa interior y los pantalones. Se echaron agua en la cara y se tumbaron como si nada hubiera pasado.

- Es increíblemente genial cuando lo hacemos, ¿no crees?- susurró Kolet- como me calientas... estar dentro tuyo... como me corro... eso es lo mejor... como me corro...
- Sí... es genial- mintió.

Parecía que Kolet iba a decirle algo pero se contuvo y TaeHyung dio las gracias.


Pasó el fin de semana y TaeHyung volvió a clase, aquella semana atendió a todas sus clases y ni que decir tenía que se sentía frustrado. Sus compañeros eran unos niñatos y sus profesores le parecían idiotas, se sentía tentado a largarse pero no podía hacerlo, ya no. No obstante, pagaba con su madre su frustración y eso hacía que se sintiera fatal.

- ¡Lo siento!- dijo, llorando, tras una discusión- es que... ir a clase me frustra.
- ¡Pues no puedes no ir!- dijo su madre, con dureza- así que busca algo para no frustrarte.
- Genial, llamaré a Kolet.

Su madre se cruzó de brazos, cogió el teléfono y, ante la mirada escéptica de TaeHyung, marcó un teléfono.

- ¿Doctora Khya? ¿Cuándo podría darme cita? Es respecto a mi hijo [...] ¡Tiene un hueco esta misma tarde! ¡Claro que iremos!
- ¿Por qué lo has hecho?
- Porque no te vas a desahogar acostándote con un chico por el cual no sientes nada.

TaeHyung resopló y se fue a su cuarto. A la media hora iba en el coche camino al colegio.

- ¿Qué ocurre?- preguntó la directora Meera- su comportamiento ha sido ejemplar.
- Sí, pero aún tenemos problemas... y creo que lo mejor sería que ella lo siguiera tratando, para que no le afecte en sus estudios.
- Me parece bien- dijo Meera.

Khya salió del despacho y los recibió.

- Pueden pasar- entraron y se sentaron- ¿Cuál es el problema?
- Bueno, creo que...
- El caso es que- dijo TaeHyung, tomando el toro por los cuernos- que estoy harto del perfeccionamiento, del molde, de perder la identidad en este colegio. Yo no quiero ser como todos ellos porque, para empezar, no lo soy.
- Nadie te dice que seas así, TaeHyung...
- Lo sé, mamá, pero es como me siento y me molesta mucho tener que pagarlo contigo pero llego a casa y me siento aún más frustrado.
- ¿Qué opina?- preguntó la señora Sahani, preocupada mirando a la psicóloga.

Khya se tomó su buen momento para responder y, cuando lo hizo, lo hizo de un modo calmado y pausado.

- Creo que lo que le pasa a TaeHyung le pasa a muchos chicos en el instituto- resolvió- normalmente, los profesores tratan con tantos alumnos al cabo del día que se les olvida que cada alumno es único, diferente y especial, tampoco es que los alumnos les hagáis el trabajo más fácil...- suspiró- te invito a que tengas paciencia, TaeHyung, estás pasando por muchos cambios: lo quieras admitir o no, el tema de saber tus orígenes ha hecho mella en ti, que tu padrastro se fuera algo tiene que haber afectado en tu vida, has vuelto de golpe a tu rutina... todo eso en tan sólo una semana, sería suficiente para matar a un adulto mentalmente estable y tú eres un chico de diecinueve años que has repetido dos veces y estás intentando hacer lo que no ha hecho en estos últimos dos años. A usted le recomiendo un poco de "amplitud"...
- ¿Amplitud?
- Sí, el espacio personal de TaeHyung antes era muy amplio, demasiado amplio. Hacía lo que le daba la gana y ahora hay profesores, alumnos, amigos, usted y yo encima de él. Entiendo esa frustración.
- ¿Entonces quiere que me desentienda de mi hijo y que vuelva a las andadas?
- No, quiero que le dé algo para él. Algo que elija él.
- No la entiendo.
- Yo tampoco.
- Una extraescolar- resumió la psicóloga- aquí en el instituto hay varias, pero si no te entusiasma venir aquí en las tardes, prueba fuera... algo que te guste, que tú escojas y que de verdad te guste. Algo que lo vayas a hacer porque te apasione, no porque tu futuro dependa de ello.

De pronto, madre e hijo entendieron y a TaeHyung le pareció maravillosa la idea de estar en un sitio haciendo algo que le encantaba, lejos de aquella gente estúpida.

- ¿Cómo lo ves?
- ¡Me encanta!
- Bueno, ¿y qué te gusta?- preguntó Khya.
- Eh... no sé...

La psicóloga abrió su cajón y sacó un fajo de panfletos.

- A estas alturas, los cursos están todos empezados, pero si vas recomendado por mí, seguro que entras en alguno de estos.
- ¡Gracias! ¡Los ojearemos!

La Terapia de TaeHyungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora