Capítulo XII

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Los días sucesivos, TaeHyung sintió que estaba en la cárcel, a pesar de que su madre no le había vuelto a castigar. Pero no salía, no veía a JungKook, no había ido a las clases de música de aquella semana porque tenía examen y quería aprobarlo. Le mandó un mensaje a JungKook diciéndole que se sentía fatal por haber faltado a su clase, pero que tenía examen y que tenía que estudiar. Luego le mandó otro diciéndole que le había salido muy bien.

JungKook, por su parte, no estaba nada molesto, veía como TaeHyung se estaba esforzando en aprobar sus estudios. El viernes en la tarde, por petición de Narel, JungKook fue a casa de los Sahani a cenar. La mujer había visto a TaeHyung muy triste y cuando le dijo que había invitado a JungKook a cenar se puso loco de alegría.

- Cariño, me alegro de que te tomes tus estudios tan en serio que hasta hayas dejado de ver a JungKook hasta que termines- le dijo- por eso le invité.

- ¡Te lo agradezco muchísimo! ¡Le echo tantísimo de menos!

Cuando sonó el timbre, TaeHyung fue a abrir y lo primero que hizo fue abalanzarse a los brazos del chico, de hecho, de un salto, se subió en sus caderas y le abrazó.

- ¡Te he echado de menos!

JungKook soltó una carcajada y TaeHyung sintió que volvía a vivir. Cuánto había extrañado el sonido de su risa.

- Te he traído tu ropa... y otra cosa.

TaeHyung le miró. Estaban en la puerta de la casa del chico y no entraban, pero JungKook quería privacidad para darle aquello que le iba a dar, era una tontería, pero era un regalo.

Sacó una cajita y allí había dos pulseras hechas de hilo muy grueso con una plaquita, una ponía "mi" y la otra ponía "sol".

- Es una tontería, pero...

- ¿Cuál es la mía?- preguntó TaeHyung, emocionado.

- La que quieras- dijo, sonriente- ¿en serio te gustan? Las hice yo a mano en estos días... no tenía para comprar pulseras a juego y...

- ¡Ahora me gustan más!

JungKook se puso la pulsera que ponía "sol" y le puso a TaeHyung la que ponía "mi".

Aquella noche, TaeHyung no podía parar de ver su pulsera y, por raro que parezca, aquella joya, o más bien, bisutería le dio fuerzas. La semana siguiente sacó tiempo de donde no lo tenía para poder ir a clase de solfeo y de instrumento y allí vio a JungKook. Se sentía feliz de poder verle, aunque solo fuera como su profesor.

- La semana que viene no vendrás, ¿verdad?

- Imposible, tengo cuatro exámenes.

JungKook le besó.

- Prepáralos muy bien y luego podremos hacer la maleta.

- Una cosa... mi tutora me ha dicho que lo más probable es que me gradúe como siga así- dijo, sonriente- va a haber una ceremonia y solo puedo invitar a dos personas. Mi madre va a ir, obviamente, pero quiero que tú también estés allí- pidió- nadie más que tú se lo merece, me has ayudado muchísimo.

- Mándame los datos, la dirección y estaré allí.

Sonriente, TaeHyung salió de allí. Aquel fin de semana no se vieron, pero hablaban por teléfono por las noches y, finalmente, llegaron los exámenes. TaeHyung estaba muy nervioso, pero sentía que quería hacerlos y pasar por aquello. Se sorprendía a sí mismo al entrar en los exámenes y ver que se sabía todo y, cuando salía de los mismos, encontraba en su teléfono largos y preciosos mensajes por parte de JungKook.

La Terapia de TaeHyungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora