Un mal sueño

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Aline Caro era una chica intimidante. A sus veinticinco años había logrado obtener varios premios por investigaciones realizadas, y nadie la vencía en una discusión de proyecto. Se mantenía seria en el trabajo casi todo el tiempo, solo interactuaba con las personas para entablar diálogos puramente profesionales.
Era la viva imágen de la mujer latina occidentalizada, cuidaba cada detalle de su aspecto e invertía gran parte de su salario en ropa, zapatos y carteras. A cada paso por el pasillo que conducía a su oficina, se sentía ese tak tak rítmico que indicaba la firmeza de su avanzar. Todos la respetaban, pero a la vez la aborrecían. Por su forma de actuar con los demás, siempre demostrándoles que no eran perfectos.
Era alta, delgada con el abdomen esforzadamente plano y un rostro agradable. Su cabello era liso y tan oscuro que brillaba a la luz del sol. Si, gastaba mucho tambien en el salón de belleza los fines de semana.
A pesar de su imagen de muñeca barbie producida en serie, Aline era inteligente y capaz. Nunca le decía No a un proyecto desafiante, pero sobre todo era una máquina defendiendo sus diseños y los de su equipo. Al final de las reuniones, los inversionistas se iban convencidos del precio pactado y los proyectistas asombrados de que una vez más haya logrado que un cliente pagara un costo elevado por sus diseños. No cabía duda, la chica sabía vender.

Pero un día la fortaleza que ella misma se había creado comenzó a agrietarse de manera irremediable.
Todo comenzó a las 3:00 am

Despertaba en la madrugada sobresaltada, con el corazón descontrolado por el susto. Su esposo dormía a su lado como un bebé que nunca se entera de nada. Intentaba volver a conciliar el sueño, pero no, esa pesadilla seguía taladrando su cabeza.

Lo extraño era que despertaba con una sensación de vacío que le calaba el alma y no se explicaba cómo un sueño tonto le podía robar la paz. Sentía como si una parte de ella estuviera perdida en algún lugar del universo. Pero no lograba entender por qué. Una profunda tristeza comenzó a inundarla poco a poco. Por primera vez reconoció que no poseía el control de sus pensamientos y que debía buscar ayuda para quitar de una vez esa sensación de abandono que no le permitía volver a dormir en paz.

Despertó a las 5:00 am con el rostro hinchado y unas ojeras moradas que le hacían gastar toneladas de corrector. Comenzó sus ejercicios y a los 2 minutos no podía más. Tenía un mal presentimiento, ese no sería un buen día.

-Esto no es normal. -Se dijo mientras abotonaba su camisa.
En ese momento no tenía ánimos de trabajar, ni de maquillarse. Solo quería quedarse en casa para estar un poco en paz. Aún no podía creer que una simple pesadilla le afectara tanto.

Al llegar a la empresa todos posaron su mirada en ella de una manera diferente. Como si hubiera salido de un latón de basura. Se extrañaban de que anduviera tan informal y desarreglada, teniendo en cuenta la importante reunión de las 10:00 am. La verdad es que Aline había olvidado por completo que tendría una dura batalla para conseguir un precio aceptable para un proyecto ambicioso. ¿Quién era su oponete? Una inversionista que nunca soltaba prenda en los negocios y todos la tildaban de extremadamente tacaña, siempre se las arreglaba para distorsionar los proyectos hasta destruirlos y pagar una miseria por las modificaciones.

A la hora pactada todos se reunieron en el salón y comenzó el debate. Aline expuso el proyecto con la seguridad de siempre, pero un tanto cansada y a veces quedaba en silencio como intentando recordar lo que estaba diciendo. La inversionista contraatacó sin piedad y aunque la joven se esforzó en gran manera para destacar los puntos fuertes e innovadores del diseño, la tacaña los fue desbaratando uno a uno. Luego de dejarse las garras en la pelea lo supo: Perdió.

Por primera vez en muchos años se sentía vulnerable. Esa mujer le había desbaratado todos sus argumentos sin siquiera darle tiempo de justificarlos. Si...un día terrible desde el inicio hasta el fin. Solo quería llegar a casa y enterrarse en la oscuridad bajo las mantas sin hablar con nadie.
Sentía que todos estaban decepcionados de ella. Se encontraba inmersa en estos pensamientos cuando su jefe la llamó a su oficina:

-Aline, toma asiento.
-Ya sé que me va a despedir
-¿Qué le hace pensar eso Aline? Mas bien solo quiero saber por qué hoy tiene ese aspecto de no haber dormido nada. ¿Tiene algun problema personal?
-No, Señor. Es solo...
-¿Es qué ?
-Es una pesadilla que hace que me despierte en la noche y me deja sin fuerzas. Sé que suena estúpido, pero es la verdad.
-Sabe que me interesa que mis empleados estén trabajando al 100 %.
-Sí, lo sé.
-Por eso la política de esta empresa determina que un empleado estresado debe pasar por la consulta de la psicóloga asignada a este negocio.
-No, no es necesario. Es solo una tontería Señor. Mañana estaré como nueva.
-Eso lo determinará un profesional, no usted. ¿Entendido?
- Si, señor.
- Puede retirarse. Mi secretaria le pasará la cita médica. Los gastos van por la empresa, pero si falta a la consulta será despedida.
Aline se levantó lentamente del asiento con un aspecto embobado. Recogió todas sus cosas y se fue a su casa. Solo quería encerrarse en su cuarto sin ver la luz en un buen tiempo. Había hecho el ridículo en la reunión quedandose sin argumentos y para colmo su jefe pensaba que estaba loca.

Luego de un buen baño caliente se acostó en la cama pensando en todo lo que había sucedido en ese día tan horrible. En su cabeza se formulaban varias interrogantes:
¿ En realidad necesitaré ayuda?¿Será que no sirvo para esto? ¿Me seguirán respetando luego de mi fracazo?

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Mi niña interiorWhere stories live. Discover now