SENSACIONES

1. DOS MESES

Iba a asesinar a alguien, estaba segura de que terminaría haciéndolo. Y lo más seguro es que las victimas serían las personas que estaban junto a mi y que me tenían sumamente irritada.

No dejaban de empujarme, me sentía sofocada y con cada segundo que pasaba la música extremadamente fuerte estaba empezando a exasperarme más y más, si es que eso ya era posible. 

Pero lo que más me molestaba era haber aceptado a salir de casa. Maldije el momento en el que decidí cruzar la puerta y aventurarme a esta absurda odisea...

Dos meses, recién habían pasado dos meses y todos querían que actué cómo si todo estuviese bien o ya lo hubiese superado. Y es que lo más sencillo era decir "Lo siento mucho" y pensar que con eso lograrías que la otra personas se sienta bien. Aunque también estaban los que se arriesgaban un poco más y soltaban el  "No me quiero imaginar cómo te sientes" no, claro que no quieren imaginarse, ni pueden, el dolor de perder a alguien no es algo que se pueda explicar y solo las personas que perdieron a alguien saben cómo se siente y eso  para cada uno es diferente. 

¿Cómo lo llevaba yo? Pues... 

Dos meses pasaron desde que papá y mamá subieron a su automóvil para viajar, dos meses que sentía su ausencia cada vez más fuerte, dos meses de tener que escuchar vacías palabras de apoyo y ver a todos intentar hacer o decir cosas para que me sienta mejor y dos meses de no poder dejar de pensar que puede que si haya sido mi culpa... Peleando cada día contra esa sensación y al llegar la noche perdiendo casi todas esas peleas.

Sé que no me hago bien con todos esos pensamientos, pero estoy aprendiendo a lidiar conmigo misma, pero si yo no me ayudo las demás personas lo hacen menos aún, aunque para ser honesta ¿Cuándo las personas ayudan?  Si el planeta está como está es por nosotros, no sumamos, solo restamos. Restamos al planeta tierra, restamos a todos los demás seres vivo con los que convivimos y nos restamos entre nosotros. En conclusión por donde lo veas, somos un virus mortal.

Entonces ¿Cómo manejaba la situación? La respuesta es sencilla: del asco, aunque por fuera pudiera parecer que estaba lo más parecido a lo que es estar bien, por dentro era cómo una gran bola amorfa hecha de mierda; una que a veces sonreía y fingía querer seguir adelante, como el emoji, pero mierda al fin y al cabo, y así era exactamente me sentía.

A veces pensaba que tal vez la solución estaba en pasar mis tardes sentada en el cementerio en el que fueron enterrados papá y mamá, bajo un árbol y escribiendo un diario mientras  era observada por un cuervo negro....  Pero no era una solución viable por tres simples razones:

Primero: Esto, mi vida en definitiva no es una serie de vampiros. Aunque todo sería mucho más sencillo si lo fuera. 

Segundo: Jamás en vida escribí un diario y no creo que mis dulces diecinueve años fuese un momento adecuado para empezar a hacerlo.

Y tercero: Porque no volví a pisar el cementerio desde el día en que vi cómo ambos eran enterrados y no porque que no los extrañase,  sino era justo por eso, porque los extraño cada segundo de cada día y volver a ese lugar era caer de manera brusca en una realidad con la que estaba intentando lidiar y que según mi hermana me esforzaba por evitar. 

Aunque de acuerdo a lo que decía Emma era porque aún me encontraba en la fase de negación del duelo; 

Cinco etapas del duelo: 

Negación. 

La ira. 

Negociación.

 Depresión.

 Aceptación.

Y ella estaba segura de que me encontraba arriba en la primera grada. 

Pase por cada una de esas fases y acepto, en parte lo que pasó, pero eso no significa que me sintiera bien visitando un lugar donde se encentraban los cuerpos de las dos personas que más amaba, sus cuerpos estaban ahí, pero que ya no estaban ellos. Se fueron y el ver una lápida con sus nombres no haría que milagrosamente vuelvan, la vida cambia, ellos ya no están y no volverán... Lo entendía, lo aceptaba, pero aún estaba molesta con lo que sea que hubiese decidido apartarlos de mi lado.