4. Bing Bong

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Lo último que recuerdo es que me quedé en uno de los pasillos, parada y asustada cómo si hubiese visto al mismo diablo, desde eso todo oscureció y cuando abrí los ojos de nuevo estaba en uno de los amplios sofás de las sala; Agatha y la enfermera estaban observándome desde el otro lado de la habitación, cuando vieron que abrí mis ojos se acercaron.

— ¿Qué pasó...? —pregunté algo desorientada.

— No sabemos, cuando entre te encontré desmayada en el suelo —respondió la enfermera, quien paso su mano por mi frente y mis mejillas.

— ¿Estás bien? ¿Quieres que llamamos a tus padres para que pasen por ti? —Agatha parecía preocupada.

— Yo no... —me senté en el sofá— No es necesario que llamen a nadie, estoy bien.

Tan bien como podía estarlo en ese momento. 

Miré disimuladamente hacía el pasillo, con temor de encontrar algo o alguien ahí.

— ¿Estás segura?

Volví a mirarlas y asentí con un movimiento de cabeza. Agatha me alcanzó una taza con una infusión que me hizo estremecer de lo dulce que era. 

— Ya son más de la seis, puedes irte a casa —señaló Agatha— Llamaremos un taxi...

— No, mi auto está afuera, no es necesario. —di otro sorbo a esa infusión de azúcar que tenía en mis manos.

Me desmaye...

¿Por qué? Nunca antes lo había hecho.

¿Puedes escucharme? ¿Puedes escucharme? ¿Puedes escucharme?

Alguien me habló, alguien cuando solo estábamos dos personas en la casa y una de nosotras estaba dormida, además que era una voz masculina y parecía bastante real para ser producto de mi imaginación...

¿Qué pasaría si les contara lo que había escuchado y visto antes? 

Podría haberles preguntado, pero al hacerlo solo alarmaría a Agatha porque ¿Qué iba a decir? algo como: 

¿Ustedes vieron a un hombre caminar por los pasillos?  

¿No? 

Me reiría quitándole importancia al tema y no volvería a tocar el tema.

Entonces la enfermera creería que estaba loca, que para ser justos yo también lo pensaba, y Agatha se lo contaría a su hijo y había la probabilidad de que me despidan, y de verdad necesitaba el trabajo...

Así que la mejor opción era guardar mis delirios para mi sola...

— ¿Nos estas escuchando? —Agatha sacudió su mano llamando mi atención— No, no puedes conducir así...

— No se preocupen, estoy bien —me puse de pie, pero la mano de la enfermera sobre mi hombro me obligó a sentarme de nuevo.

Con demasiada confianza para mi gusto, pero cómo no me sentía del todo bien lo dejé pasar. 

— Tienes que llamar a alguien para que vengan por ti o podemos esperar a que llegue Eduardo y te lleve a casa.

— No, no... —me apresuré a responder— Llamaré a un amigo...

Tomé mi teléfono y busqué su número, de hecho no era la mejor opción, pero era la única opción que tenía.

Era él o Emma.  Y Emma no iba a tomar muy bien la noticia de que acababa de desmayarme en el trabajo, así que opte por la primera opción. 

SENSACIONESWhere stories live. Discover now