11. Pecados, brownies y croissant

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— ¿Moon? ¿Dónde tienes la cabeza hoy?

Mel dejó sus apuntes sobre la mesa para hablarme.

— Estaba pensando...

— Sí, eso vi, pero estoy segura de que no piensas en nada de lo que te estoy explicando...

— Bien, me descubriste —levanté las manos en señal de rendición y ella cruzó los brazos molesta—. Perdón, es que no puedo concentrarme.

— Te pasa algo lo sé ¿Quieres hablar sobre lo que sea que esté pasando?

La verdad no quería.

Es que, puede que comprobara que ciertos seres si eran reales y existían entre nosotros, pero que yo crea y sepa de su existencia era muy diferente a que las demás personas también lo hicieran. 

¿Qué ocurriría si me la pasaba diciendo que los fantasmas eran reales? Sencillo, todos iban a pensar que estaba loca. Si hubiese escuchado a una persona hablar sobre vampiros y aseverar con confianza y seguridad que ellos existían, simplemente hubiese dicho que esa persona estaba loca... Y es lo que iba a pasar si hablaba con alguien sobre fantasmas que viven en una vieja mansión y otros que me visitan en sueños.

Tomé un sorbo de mi jugo antes de hablar.

— Un poco de curiosidad por los mensajes que te conté... Pero nada más. —mentí.

Le había contado a mi amiga de las llamadas y mensajes que comencé a recibir y lo que para mí era una simple broma de alguien, para ella no, esa mañana cuando le mostré los mensajes se asustó e incluso me dijo que debería denunciar a ese número.

— No es algo normal Moon, eso es acoso.

— Son solo mensajes. Tal vez es algún chico idiota que marcó un numero al azar y se divierte haciendo eso. 

— No sé, yo creo que es alguien que te conoce porque te llamó Moon... A mí me parece un poco escalofriante... 

— ¿Qué es escalofriante? 

Nath apareció y se sentó en nuestra mesa, junto a Mel.

— Tu curiosidad, la manera de asomar tu nariz en conversaciones ajenas también lo es... —respondí mientras tomaba los apuntes de Mel y él me miro divertido— Nath no sé si lo notaste, pero somos chicas y hay ciertas cosas que no podemos hablar delante de ti... Aunque si quieres escuchar todos los aspectos de nuestra privacidad yo no me hago problema...

Sonreí y me concentre en lo que estaba escrito en el cuaderno de mi amiga.

— Alguien no está de muy buen humor ¿No? —él susurró en un intento de que solo su novia lo escuche.

— No y tu, amigo, como siempre no eres de mucha ayuda —contesté sin levantar la vista.

— Ya extrañaba esto... —dijo Mel con tono alegre y nos señaló a ambos— Sus discusiones, hace tanto que no lo hacen...

— Yo no discuto con nadie —espeté seriamente.

— No, claro que no, por eso siempre somos solo los tres... — Nath agregó tratando de no reír.

— ¿Y con quien supuestamente discutí para quedarnos solos? —levanté mi cabeza para observarlo—. Dime a que grata compañía alejé de nosotros.

Vi que él estaba por empezar a enumerar los nombres y decidí levantarme antes de que lo haga.

— Mejor no respondas eso... Tengo hambre, iré a por algo para comer ¿Quieren algo?

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