7. "La quimera de oro"

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Abrí mis ojos de golpe y me odie por eso, quería seguir soñando. Quería saber que pasaba en esa casa, quien era la niña y sobre todo quería saber porque seguía soñando con ella...

No tenía ganas de ir a la universidad así que decidí faltar esa mañana a clases, primero porque tenía sueño ya que me había dormido a las tres de la mañana... Y segundo, porque  ir a clases significaba tener que encontrarme con Mel y Nath, y después de lo que casi pasó con Nath no tenía ganas de verlos. Así que bajo la excusa de estar con unos cólicos menstruales insoportables me quedé en cama.

La idea de usar la misma excusa para no ir esa tarde a trabajar me tentó, pero sabía que era irresponsable no presentarme y peor aún sin avisar antes, por lo que como la persona madura y responsable que soy no falte al trabajo. 

Deberían nombrarme empleada del mes, pensé cuando llegue a la mansión.

La enfermera me abrió la puerta y me contó que el Señor Eduardo ese día tuvo que salir antes porque tenía que un cliente lo estaba esperando en su oficina. Quise pedirle que se quedara un poco para hacernos compañía, pero ella tenía otros pacientes que atender, así que allí estaba sola de nuevo...

Entré a la casa mirando hacia todas las direcciones para ver si me encontraba con algo o alguien extraño, pero nada, no había señal de ninguna presencia más que Agatha que estaba en la cocina preparándose una taza de café.

Esa tarde nos dedicamos a cuidar sus plantas; Su vivero era hermoso, el piso de ladrillo, una de las paredes era de vidrio para que entrara la luz del sol, las demás paredes estaban pintadas de un color calabaza que hacía que todo el lugar parezca más cálido. La tarde se pasó con nosotras dos fumigando, regando y abonando las diferentes plantas y flores.

Estaba preparada para todo, sentía que era un soldado listo para la guerra, no me dejaría sorprender por nada, no me asustaría ni correría gritando por la casa. Me senté en el sofá de la sala y esperé a que él apareciera; Esperé, esperé y esperé, pero no pasó nada, no lo vi.

Y quizás debería haberme alegrado de no verlo y en parte lo hice, pero otra parte de mí se sintió decepcionada... Si, así de inestable soy, puede que en un segundo quiera algo caliente y al siguiente algo frio. Hace veinticuatro horas quería escapar de él o eso, ahora quería verlo ¿Qué tal? Tal vez si estaba loca.  Me levanté del sofá y caminé por toda la casa, buscándolo, pero no lo encontré. Pase por la habitación de Agatha, vi que seguía dormida y seguí con mi paseo.

¿Dónde estaba?

Quedé parada frente a las gradas que iban directo al ático, algo me decía que lo vería allá arriba y estaba dispuesta a subir, pero mi teléfono comenzó a sonar, era de nuevo una llamada de un "Numero Privado" contesté y nadie respondió del otro lado, durante unos segundos solo escuché una respiración y luego colgaron. Algo tétrico, pero con todo lo que pasaba en mi vida, una llamada era lo que menos me sorprendía.

Los siguientes tres días pasaron igual, tranquilos y muy normales. No volví a ver a mi nuevo amigo el fantasma. Tal vez en realidad no era un fantasma y solo era una alucinación.

Estaba saliendo del aula cuando Mel me dio un ligero codazo y luego señaló a alguien al final del pasillo, miré en esa dirección y vi a Gael hablando con una chica.

— Ve a hablar con él... —susurró mi amiga.

— No, está ocupado. —señalé sin darle más importancia.

— Si y es por eso tienes que ir... —tomó mi mano y taró de mí para que caminara con ella.

Intenté detenerla, pero ella seguía tirando de mí.

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