Día 0

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Despertó temprano, era una mañana fría y solo deseaba quedarse el resto del día en la cama al lado de su esposo. Sin embargo, las vacaciones habían terminado ya, al menos para los estudiantes y eso incluía a los profesores quienes debían impartir las clases.

Se removió entre las cobijas, aún estaba atrapado entre los brazos de Tengen. Se acerco a su rostro, dejando un beso sobre su mejilla. Debía alistarse para regresar a la escuela y dar sus extravagantes clases de artes.

—Amor...ya debes despertar— dando otro beso. El albino frunció el ceño aun dormido.

—Cinco minutos más— hizo más fuerte el agarre, impidiéndole al rubio salir de la cama.

—Idiota...se te hará tarde— esta vez comenzó a picar su mejilla, hasta al punto donde fuese molesto y el otro lo liberase.

—Zenitsuuuu— arrastrando la voz, somnoliento. Abrió un ojo mirando con molestia a su esposo— Déjame dormir en paz, aun son vacaciones— para suerte del menor fue liberado, Tengen se dio la vuelta dándole la espalda, cubriéndose por completo con las cobijas.

Suspiro cansado. Al menos ahora era libre, se daría un buen baño caliente para después preparar el desayuno y el almuerzo de su esposo. Era el primer día de clases tras las vacaciones de invierno.

Al ingresar al cuarto de baño ya listo para ingresar a la ducha, se detuvo un minuto frente al espejo para observar su cuerpo desnudo. Mas concreto su vientre. Aún era plano.

Apenas la semana anterior que les dieron la noticia de que tendrían un bebé. Tenía cerca de un mes de embarazo, era lógico que aún no se notara los cambios en su cuerpo. Aunque aún estaban presentes los molestos síntomas, tuvo que apresurarse y llegar al inodoro para vaciar su vacío estómago. Era una sensación horrible el tener que vomitar sin tener nada en su barriga.

—Ojalá pronto desaparezcan los vómitos...bebé, me estás haciendo daño— regañando el aun cumulo de células formándose en su interior.

Una vez desapareció la sensación de asco, se apresuró en lo demás. Tenía que, demás, despertar al oso en hibernación que era Tengen. Y la mejor forma de hacerlo era preparando el desayuno, el aroma de su comida siempre despertaba a su pareja.

Unos minutos más tarde, Tengen ya había despertado, oliendo un delicioso aroma en el aire, su estómago no tardó mucho en rugir de hambre. Se levanto de la cama sintiéndose aun cansado, reviso el calendario. Primer día de clases tras las vacaciones.

Le gustaba su trabajo, sí, pero era invierno y seguramente afuera estuviese nevando. Frunció el ceño, molesto con tener que volver a la rutina de siempre. Levantarse temprano, ducharse, cambio de ropa, desayunar, despedirse de su pichoncito y esperar una larga jornada de más de ocho horas para volver a ver a su lindo sol. Era un adulto de treinta años cansado del trabajo.

—Vaya, al fin despiertas— Zenitsu se movía de un lado a otro en la cocina, notando que el albino salía del cuarto con pésima cara —Ya estaba considerando en ir afuera por un poco de nieve y echártela encima.

Tengen se acercó a él por la espalda, abrazándole.

—No recargues todo tu peso en mí...eres un monstruo de dos metros— reclamó enojado. El otro no hizo caso y siguió como estaba, ocultando su rostro en el hueco de su cuello, aspirando el fresco aroma del perfume usaba Zenitsu —Tengeeeen.

—Ya te oí— chasqueo la lengua enfadado y se encamino a la mesa del comedor.

El rubio termino de alistar los platos del desayuno, al parecer alguien se había levantado con el pie izquierdo esa mañana. Negó con la cabeza, no era la primera vez que pasaba, ya estaba acostumbrado a los cambios de humor repentinos del otro. Ya eran siete años de estar juntos, cuatro como novios y tres oficialmente casados.

~Cuarentena_Uzuzen~ [M-preg]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora