Epílogo

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Después del inesperado viaje en avión de Monterrey a Toluca, me sentía exhausta. Hacia apenas unas horas había salido de casa Teresa solamente con mi bolso, en el que llevaba solo mi pasaporte y mi tarjeta de crédito. Supuse que es los días que están por venir Javier me haría llegar lo demás de mis pertenencias.

Ya era muy tarde por la noche, iba sentada en la parte trasera del taxi mirando por la ventanilla camino a mi departamento. Era una típica escena triste de final de película, el típico cliché de cuando la pareja principal se separa, sabía que en algún momento Javier y yo nos separaríamos, pero dentro de mi existía la esperanza de que él también se hubiera enamorado de mí.

Me lleve la mano al vientre para proteger instintivamente al bebé de todo el dolor que estaba sintiendo en ese momento, consecuencia inevitable de haberme relacionado con Mora.

No volvería a suceder.

Debía seguir furiosa con él para no llorar. Me hirvió la sangre al recordar su ofrecimiento de comprarme un departamento en la ciudad, pero también me entraron ganas de llorar. Era evidente que él no tenía intención de formar parte de la vida de su hijo, más allá de proporcionarle ayuda económica y era mas que obvio que no sentía nada más que pasión sexual por mí.

Mi maldito orgullo era demasiado fuerte como para aceptar algo que vinera de él. No me había acusado de quedar embarazada a propósito, pero probablemente era lo que él pensaba, del mismo modo que había pensado que era una cazafortunas.

Puedo prometer que el hecho de ofrecerme un techo con todas las comodidades era una de sus tantas pruebas, al pensar en esto aumentó mis ganas de llorar. Lo único que yo deseaba era una relación en la que ambos fuéramos iguales, basada en el respeto, la amistad y el amor. ¿Era mucho pedir?

Ahora lo que mas deseaba era llegar a casa y descansar un poco, el día había sido muy agotador y a eso sumarle un viaje inesperado en avión de una hora y cuarenta minutos, era obvio que necesitaba descansar.

Yo sabía que no había motivo alguno para la autocompasión. Ya había superado muchos retos, y ser madre soltera sería uno más al que me enfrentaría porque no tenía otro remedio. A demás este bebé era producto del amor más fuerte que he sentido por alguien, era el fruto de saberme enamorada y de entregar lo mejor de mí.

Baje del taxi justo enfrente del descuidado edificio de apartamentos. Enseguida el corazón me dio un vuelco al ver a Javier apoyado en el umbral de la puerta principal de aquel edificio. Parecía tranquilo, como si no acabara de saber que iba a ser padre, tal vez porque no le importaba, pensé con amargura.

Pero, entonces, ¿por qué me había seguido hasta aquí?

El pulso se me aceleró cuando vi que me miraba fijamente. Tenía que pasar por delante de él para poder entrar.

Al llegar a su altura no lo mire, como dije mi orgullo es muy fuerte.

-Roberta -dijo él con voz profunda-. Nena. No pude evitar mirar hacia él.

-¡No me llames nena! No sé qué haces aquí. ¿Cómo es que llegaste más rápido que yo?

-Tengo algunos contactos, un Jet privado es mucho más rápido -contesto.

Torcí los ojos ante su respuesta.

-Te he contado lo del bebé y me has dejado muy en claro que no te interesa. No tengo nada más que decirte.

-Pero yo sí tengo algo que decirte.

-No quiero oírlo. Será otra horrible acusación -dije con voz muy temblorosa a mi pesar.

De mi vuelve a enamorarte (Completa ✔️) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora