Capítulo 14: Él

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Narra Amanda

Desde que llegamos a Londres fue un reto. Un reto gordo, sabía desde un principio que no sería fácil y al conocer a Catlín todo cambió. En parte me alegra que sepa parte de la verdad, aunque no estoy preparada para decirle lo que somos realmente.

Ya me vi diciendo, "Ey mira, somos demonios y nuestras sombras se alimentan de los pecados humanos y pueden matarte si te tocan" no suena nada bonito. Estoy segura de que sentirá terror al escucharlo y verlo.

¿Cómo se le puede explicar algo así a un humano frágil?

Iba caminado sin rumbo, el avión de mi tía tardaría unas horas en aterrizar por lo que decidí despejarme y caminar un poco. No pasa nada si observó la ciudad, ¿o si? hace tiempo que no camino sola, sin presiones o guardias que estén siguendome las veinticuatro horas. Afortunadamente convencí a Cassim para que no me acompañará, el sabia que con mi tía Victoria nada malo podía pasar. Así que aprovechare este pequeño respiro. Esta pequeña libertad.

Se siente muy bien, debería hacerlo más seguido. Camine cómo por una hora hasta que llegue a los barios más alejados y marginados de Londres. Sin duda no es nada a lo que este habituada a frecuentar y mucho menos ver.

La arquitectura es muy pobre y nada cuidada, había mucha gente vestida con ropas muy viejas, quemaban papel probablemente para calentarse y logre ver algunas casas echas de cartón, láminas y algunos ladrillos. Esto me hizo sentir mal. Muy mal.

Yo vivo en un palacio, en una mansión y aquí hay gente que probablemente no tenga ni para comer. ¿Por qué existen zonas así? En mi país mis padres se encargan de que nadie pase hambre. Humanos o no. Ayudan con la economía y todo está en armonía. Al menos lo mejor que se puede.

La gente al pasar me veía confundía, destacó enteré esta multitud, y no precisamente por llevar un vestido de marca. Mi aura impone, al igual que la de todos los demonios. No me daba miedo, se que si alguien quiere robarme o algo no podrá aunque no los juzgo. Están en condiciones malas.

Me pasee por el barrio durante un rato contemplando todo y trazando un plan para poder ayudar a estas personas. Hablaré con mis padres, le pediré ayuda a la reina Vivian. Esto no se quedara así.

Al rodear por una esquina logre ver una serie de casas de lámina, tenían gran espacio e incluso un árbol no muy grande que complementaba, con un columpio de soga y una llanta de camión.

Vi como una niña pequeña corría hasta ese árbol tratando de esconderse, sus pequeños risos negros se movían con el viento mientras corría feliz. Ha pesar de todo, esta muy contenta. Me acerque lentamente y logre ver sus ropas desgastadas, llevaba un pequeño vestido gris y unos zapatos negros. Mis ojos conectaron con los de ella y me enamore.

Puso su dedo en su boca mostrando que no debía hacer ruido. Baje a su altura.

─Hay que escondernos, nos va encontrar─su voz sonaba muy infantil y le calculaba unos tres años. A pesar de su edad habla muy bien, tiene buena articulación bocal.

La observe atentamente, su ojos son café claro y tiene una nariz pequeña y cachetes gorditos igual que su cara, sus mejillas estan rositas probablemente de correr y la risita que tenía. Sus bracitos están un poco flaquitos pero aún así se apreciaba lo bonita que es.

A mi me gustan los niños y suelo cuidar a mi hermana Mía, tal vez esta niña me recuerda a ella. Tiene un ligero olor a miel. Delicioso.

─Sophia, ¿dónde estás?─dijo una voz algo retirada y mi corazón comenzó a palpitar rápidamente. Esa niña soltó más risas y se pego a mí mientras me abrazaba. ─¿Sophia?─ dijo detrás. Y Yarah rugió.

La última aladaWhere stories live. Discover now