Sandra es un dolor de cabeza cuando le apetece, o sea, siempre. Ni el ruido de un martillo de demolición en la calle taladra tanto como ella, pero no permitiré que haga daño a mis amigos para desahogar su frustración. He intentado ser cordial con ella y me ha escupido a la cara al golpear a Víctor. Su favor será una acción disparatada, estoy segura, pero me negaré a complacerla. Espero que recapacite por una vez en su vida antes de que tengamos problemas.
—¿Estás bien? —le pregunta Laurita a Víctor, que recupera su postura erguida.
—Me puedo considerar afortunado porque sobreviví al azote de la Muerte, aunque hoy solo recibo castigos —responde Víctor y suspira.
—¿A qué te refieres? —Me preocupa que le haya sucedido algo más.
—Bueno, alguien ha tenido la osadía de contar blasfemias sobre mí y difamarme en las redes sociales. Además, encontré uno de estos panfletos tirados por el pasillo. —Víctor abre su carpeta y nos muestra una hoja en la que aparece su foto y un escrito delatando que él vende cartas de amor y que no respeta la confidencialidad.
—¡Qué hija de puta! Esto es una venganza de Claudia —deduzco—. Díselo a la directora o yo misma la pondré en su sitio otra vez.
—Yo sabía a lo que me exponía cuando decidí revelarte ese secreto, pero reconozco que no esperaba pestes sobre mi persona en las redes. Usó una cuenta anónima, pero compartió su toxina como un virus en los perfiles de muchos alumnos. He sido catalogado como mujeriego, falso, hipócrita, aprovechado, rompecorazones y un largo etcétera. La difamación llegó a ojos de vuestra amiga Lena... —cuenta Víctor y siento tanta pena por él como rabia por Claudia.
—Lo siento mucho, Víctor —dice Laurita y le acaricia el brazo.
—¡Es una perra! Su problema era conmigo, no contigo. Ella no tenía que hacerte esto, pero se va a enterar de lo que es bueno. —Claudia me sigue demostrando que es detestable.
—Olvídalo, Ana. Puedo vivir con esto, no me importa. Sí lamento que mi corazón sangre porque vuestra amiga Lena duda de mi persona. Nos empezábamos a conocer y todo se ha enfriado por culpa de esta fraudulenta imagen de oportunista. Teníamos una cita y la canceló a raíz de esta calumnia. —Pobre Víctor, tiene cara de sueños rotos.
—No te preocupes por eso, ¿vale? Nosotras hablaremos con ella y le explicaremos lo que pasa. Tendréis esa cita —digo para animarlo.
—¿Qué hacéis aquí? ¿No salís al patio? —Eric se separa del grupo que baja por las escaleras y se nos acerca.
—Sí, ahora vamos. Charlábamos con Víctor —respondo.
—Gracias por haber estado ahí cuando mi hermana necesitó ayuda. —Eric, a pesar de que no le agrada por sus celos, le extiende la mano.
—No hay que darlas. —Víctor lo corresponde—. Me alegra haber estado en el lugar y momento adecuados y haber contribuido a sacar la basura de este instituto.
—Si algún día necesitas algo, dímelo —dice Eric y Víctor asiente—. Voy al baño, os veo en el patio. —Nos besa a Laurita y a mí como si marcara territorio y se marcha.
—No quiero inmiscuirme donde no debo, pero ¿no os convendría confesar lo vuestro para que seáis felices y que él empiece a afrontar la realidad? —comenta Víctor en voz baja.
—No es tan fácil, pero lo discutiremos pronto —digo y comparto una mirada con Laurita.
—Toda una odisea. Deseo que todos seáis felices, pero el amor es una contienda de corazones. A veces, unos ganan y otros pierden —dice Víctor.
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La hermana de mi novio [Disponible en físico en 2 tomos + Extras]
RomanceTras superar mi etapa de rebeldía, mi vida de adolescente se convirtió en un sueño hecho realidad. Mis padres me permitieron vivir sola con mi novio e incluso me asignaron una paga mensual. Mis únicas obligaciones consistían en estudiar y ayudar a m...