The night we met - Capítulo 8

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Llega a casa y todo está en absoluto silencio. Deja las cosas donde siempre, se mueve de manera automática por el pasillo mientras se va desprendiendo de las llaves, las gafas, la chaqueta del traje... Cada cosa en su lugar y en el orden de siempre.

No necesita encender la luz para hacer el recorrido, lo conoce demasiado bien, pero lo hace igualmente cuando llega al salón porque a oscuras las cosas siempre parecen un poco más deprimentes.

Enciende una de las lámparas cuya luz es tan tenue que apenas ilumina la habitación. Fuera ya es de noche, había empezado a anochecer en su camino de vuelta a casa. El sol había empezado a esconderse en el horizonte cuando conducía y a Conway le había invadido un profundo sentimiento de tristeza que todavía no se ha terminado de sacudir. Recorre el lugar con la mirada y la sensación se intensifica.

Nota la ausencia de Gustabo en cada superficie de la casa: en los calcetines blancos que no están tirados en el cesto de la ropa de color, en las cajas de cereales con dibujos infantiles que no ocupan los armarios de la cocina, hasta en las tazas usadas que no se encuentran alrededor del fregadero - porque Gustabo tiene algún tipo de dificultad para dejarlas dentro que Conway todavía no ha conseguido descrifrar-.

Pero sobre todo lo nota en el silencio.

Gustabo era una fuente constante de conversaciones, de comentarios indecentes pero sinceros, de carcajadas que resonaban en su pecho y que llenaban toda la estancia. No existía el silencio con él. Calma, pausa-- no eran palabras que se pudieran asociar a él y Conway había llegado a acostumbrarse, había llegado a encontrar cierto confort en su presencia, en el ruido que hacía todo él y en lo fácil que era no pensar en todo lo que estaba mal en su vida.

Han pasado ya varios días desde que Gustabo se fue tras 'el incidente'. Así había decidido catalogarlo Conway. Un día había llegado a casa y sus cosas ya no estaban; no hacía falta ser un genio para saber por qué.

La última vez que hablaron fue en la playa hace un par de días y solo había servido para empeorar las cosas. Quizás no empeorarlas, porque difícilmente podrían estar peor, pero desde luego no sirvió para apaciguar nada.

Camina unos pasos hasta llegar a la altura del ventanal, aquel frente al que tuvieron la discusión. 'No discusión, Conway, no te engañes'.  Aquel en el que le acusaste sin pruebas y cuando no obtuviste la respuesta que esperabas decidiste molerle a palos, porque es la única manera que conoces de resolver tus conflictos internos: mediante la violencia.

Se sienta en el borde del sofá y deja que sus ojos se posen en el punto exacto donde el cuerpo de Gustabo recibió los golpes con resignación y casi aceptación, y donde su sangre impregnó la tarima. Recuerda llegar a casa aquella noche tras la muerte de Jacob y el desmantelamiento de la mafia, recuerda haber decidido no encender las luces para no ver nada y aun así recuerda haber visto las manchas de sangre oscuras iluminadas solo por la luz de la luna que entraba por la ventana. Había sido la primera vez que pasaba por casa desde que metió a Gustabo en el calabozo y recuerda que era la adrenalina lo que todavía le mantenía en pie. Se acuerda de lo mucho que le costó sacar la sangre ya seca de un par de días de la tarima y también se acuerda de que por más que frotase con el paño contra el suelo, por más que consiguiese deshacerse de las pruebas, los hechos permanecían intactos y el resultado era el mismo.

En su bolsillo, el móvil empieza a sonar. Sin necesidad de sacarlo ya sabe que es Volkov y también sabe perfectamente para qué le está llamando. Hay una gala esta noche para condecorar a algunos de los agentes que participaron en el arresto y desmantelamiento de la mafia. El nombre de Conway está el primero de la lista pero no tiene ninguna intención de acudir. Esta mañana ya le pidió a Volkov que recogiese la condecoración en su nombre pero a juzgar por su llamada no debió creer que hablase en serio hasta ahora.

Habits Of My Heart 2 (Secuela Intenabo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora