Parte 1

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"¿un techo?"

Parpadeó, y, sin embargo, juraría que lo último que vio antes de cerrar los ojos, fue el cielo oscuro estrellado que precede al amanecer.

¿Dónde estoy?

Sentía su cabeza confusa y pesada, recordándole las noches en que su exmarido la obligaba acompañarlo a beber hasta altas horas. Sacudió la cabeza, alejando ese tren de pensamiento, que solo le haría recordar cosas desagradables.

"¿hm? ¡oh! Por fin despertó."

Una voz masculina ronca por la edad. Volteó el rostro en su dirección. Un hombre de edad avanzada, ralo cabello blanco y una larga barba se acercó a ella. El anciano vestía la túnica blanca que suelen usar los sanadores.

¿una clínica entonces?

Ojos amables y a la vez gruñones chocaron con los suyos.

"Dígame ¿cómo se siente?"

"... Confusa y dolorida"

Ella respondió con voz ronca.

"Hmmm, ¿Cuál es su nombre?"

"...Sacha."

El viejo gruño y procedió a chequear sus signos vitales.

Saco un escáner médico de algún bolcillo de su túnica. Una placa de cristal con una formación mágica grabada en su superficie. El circuito está elaborado con un hechizo de percepción y visión, potenciada con una piedra mágica como su núcleo. Su función era la de escanear el cuerpo humano en busca de daños y enfermedades. Ella sintió el momento en que el viejo sanador embulló maná en el escáner y este comenzó a funcionar. A diferencia de los monstruos y demonios, los humanos no podían usar magia directamente, pero si podían elaborar artefactos y herramientas que trabajaban haciendo uso del maná atmosférico y propio.

"Hmmm, parece que las pociones hicieron bien su trabajo. ¿recuerdas como llegaste aquí?"

"...No..."

Así dijo, aunque su mente comenzaba a despertar y lentamente los recuerdos de la noche volvían hasta ella.

Recordaba recoger sus escasas pertenencias y partir de la casa que durante tres décadas había sido su hogar, primero como una niña adoptada y más tarde como la mujer del dueño. Había estado casada desde los dieciséis años, no había sido fácil, pero aun así nunca espero que su marido la dejara por otra debido a su incompetencia a la hora de cumplir con su labor de mujer. O sea, darle hijos para mantener la granja que durante generaciones había pertenecido a su familia.

Sacha no podía hacer eso, después de todo ella era la infértil como bien atestiguaba el estómago redondo de la querida de su exmarido.

Se sintió traicionada, no solo por la persona que prometió estar con ella para siempre sino también por su cuerpo. Lo cierto es que Sacha soñaba con ser madre, incluso después de sospechar de las andanzas de su ex. Incluso cuando el amor se fue enfriando hasta convertirse en costumbre, no más. Aun así, Sacha soñaba con un niño. Con una familia. Para ella, quien había sido abandona por su verdadera familia incluso antes de tener la oportunidad de poder recordarlos, tener una familia era su más grande anhelo.

Sacha pensaba que después de todo el destino la tenía cogida con ella.

"Bien. Los guardias te encontraron cerca de la puerta Oeste hace tres amaneceres. Como estabas llena de moretones, rasguños y no respondías te trajeron aquí. A mi clínica. Estabas en un estado verdaderamente deplorable ¿sabes?"

¿Eso significa que he dormido por tres días? trató de recordar.

Recordó viajar por el camino cercano al bosque prohibido. Su destino era Crimson, la pequeña ciudad cercana a su antigua aldea. El bosque en sí mismo solo era peligroso para aquellos que se internaban demasiado cerca de los territorios de las diferentes razas de los monstruos que lo habitaban. Sin embargo, ese conocimiento común no la mantuvo a salvo.

El padre de mis hijos es un monstruo ¿Y qué? [Completa]Where stories live. Discover now