Citas

2.3K 274 455
                                    

Al final, con la ayuda de Gustabo, el café entre Emilio y Horacio se había vuelto una verdadera cita en el McDonalds. Horacio estaba entusiasmado por los McFlurry, Emilio tan solo quería un menú familiar para él solo, estaba hambriento y un poco confundido porque el cabrón de Gustabo había dicho que irían los tres a comer y terminó diciendo que tenía que ir a cenar con su madre a último momento.

Sí, otra vez.

— Qué respeto ni que nada, cabrón — refunfuñó, entrando al McDonalds solo con Horacio.

— Anímate, diablo, ya sé que estás nervioso, pero no te preocupes — decía el de cresta suavemente con una sonrisa burlona.

— No me diga diablo aquí, pendejo, ¿Qué le pasa? — susurró Emilio, frunciendo el ceño.

Horacio debía admitir que se veía bastante bien hoy, con sus pantalones blancos apretados y la camisa negra abierta. Emilio tenía un estilo que le agradaba. Si estuviera en eso del cruising y se lo encontrara en la calle, lo llevaría en su coche donde fuera.

Bueno, bueno, las cosas que pensaba últimamente.

— Tranquilo, ya sé que esto te raya, pero no es para tanto... ni que nos fuéramos a comer el culo, Emilio — lo fastidió.

— Pues ya le he dicho, carnal, en ese caso usted tiene un buen culo, pero todavía no se me apetece...

— No quiero saber qué pasará cuando se te apetezca — rio Horacio y llegaron al mostrador, en donde se apoyó los codos como niño y se puso a mirar los menú que tenían en pantallas que colgaban del techo. — Yo solo quería un McFlurry con M&M, pero esto se ve buenísimo.

— Sí, la verdad — admitió Emilio, mirando todo con cara de perro hambriento. — Bueno yo creo que me voy a pedir dos McCombos, que uno no me va a dejar satisfecho.

— Yo te dejaría satisfecho, bebé — siguió Horacio, disfrutando de molestarlo cada vez que podía con su "secreto". De todos modos ya estaba bien, el de cresta pensaba seriamente que si Emilio quería un poco de él, debería dejar de hacerse el desentendido.

Quizás podrían llegar a un acuerdo.

— Yo lo que voy a hacer si usted sigue con esas pendejadas es darle de madrazos aquí mismo ¿Me oyó? — gruñó el mexicano. — Bueno yo invito para que no crea que soy un mal educado.

— Eso convertiría esto en una cita — concluyó Horacio, victorioso.

— En sus sueños, no mame — soltó el contrario. — ¿Qué va a querer?

— Ese combo — apuntó a uno. — Y un McFlurry con...

— M&M, ya, ya.

Lo había escuchado hablar sobre el bendito helado todo el camino.

Luego de eso, Emilio pidió lo que deseaban a la chica que estaba tras la caja, se hizo la transacción, le dio el dinero, ella le dio la boleta y esperaron a un costado por su pedido.

— Usted qué intenciones tiene conmigo, para empezar — dijo finalmente. Horacio lo miró entrecerrando los ojos.

— Qué intenciones tienes tú conmigo, mejor dicho — contestó.

— Gustabo me ha dicho que usted la trae por mí... que usted quiere un poco de acción demoniaca ¿Me entiende?

Horacio dejó la pose de chulo molestoso, sorprendido.

— Pero Emilio ¡Si Gustabo me ha dicho que tú eres el que quiere trabajarme el siempre sucio! — exclamó.

Todos los presentes se voltearon a mirarlos. Emilio paseó la mirada rápidamente por el lugar con gesto amenazante.

Imagines || Volkacioحيث تعيش القصص. اكتشف الآن