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Johnny no pudo dormir en toda la noche, pero aún así tuvo que cumplir con su trabajo al día siguiente. Sabiendo que en cualquier momento podría colapsar, hizo lo posible por cumplir con sus deberes al pie de la letra, pero algo había cambiado.

Tenía cierta desesperación por obtener respuestas, y de alguna manera, Kim Doyoung parecía ser su única solución. No dejó de pensar en él, sin saber con qué motivación de por medio. Si se trataba acaso de algo profesional, o personal.

Sabía que era poco ético, pero su mente se negaba a tener descanso hasta no obtener la información que necesitaba. Así que una vez que su jornada laboral terminó, tomó otro camino diferente a casa. Directo hacia Kim Doyoung.

Johnny pudo comprender recién las palabras de Ten. Se refirió al sitio como una dulcería muy particular, y vaya que lo era. En su tiempo en Seúl, jamás vio caramelos con formas de miembros viriles, tan realistas. Su plan de pasar desapercibido y fingir que era una casualidad, no daría resultados; pues sería raro si admitiera que entró a una tienda así por gusto, a una dulcería con temática erótica. No le importó una vez que logró encontrar a quien buscaba, justo detrás de una vitrina.

Kim Doyoung volvió a tensarse cuando notó la presencia de Johnny. Él no lo miraba directamente a los ojos, estaba concentrado en otro sitio. El costado derecho del detective.

Johnny se acercó en silencio y sin más, no supo qué decir. Sería extraño que mintiera acerca de querer comprar uno de esos dulces, y definitivamente no pondría algo con esa forma en su boca, aún si el sabor era bueno.

—¿Quiere uno? —preguntó entonces Doyoung, haciendo que Johnny negase con la cabeza rápidamente. —¿Entonces qué hace aquí?

—Investigación.

—¿Tiene una orden?

Doyoung comentó aquello de inmediato, atrapando a Johnny, pues claramente no estaba ahí por asuntos policiales, de hecho. Había usado sus influencias para hostigarlo, y si sus superiores se enteraban, probablemente acabaría en un puesto peor, dirigiendo el tránsito.

—Si no tienes una orden, y no vas a comprar nada, entonces deberías irte. —de pronto Doyoung comenzó a tratarlo sin respeto, y aquello le hizo fruncir el ceño—. Deberías darme las gracias, no era mi deber decirte sobre Haechan, y sin embargo, lo hice.

Incluso escuchar su nombre era doloroso. Doyoung fingió ignorar aquel brillo acuoso en los ojos del detective y sus pronunciadas ojeras de cansancio. Tomó una bolsa y comenzó a meter chocolates dentro, sin esperar que el detective le tomase de la muñeca, con fuerza. Doyoung se quejó, no tanto por el tacto repentino.

—Por favor... necesito saber más. —suplicó Johnny en voz baja.

—Suéltame.

—Esperaré afuera, tenemos que hablar.

No podían conversar de ello ahí, pues habían llamado la atención lo suficiente, así que a pesar de que Doyoung se negara, Johnny esperaría, porque sin duda tenía mucho qué explicarle.

En el fondo, esperaba que él no mintiera.

Doyoung acabó su jornada laboral y decidió abandonar su sitio de trabajo por la puerta trasera, quería evitar al detective a toda costa. Pero no contó con que Johnny se adelantaría a sus movimientos, y le esperaría justamente en ese callejón.

—Presentí que podrías huir. —dijo.

—Usted no tiene una orden, ¿verdad?

—No vengo como detective.

Play dead // JohnDo ⁿᶜᵗ¹²⁷Donde viven las historias. Descúbrelo ahora